Industria
Corría el año 1976 cuando Ford ponía en funcionamiento la factoría de Almussafes, en Valencia. Entonces se trataba de una fábrica puntera a nivel mundial y la más grande de España, que pasaría a convertirse en la casa del Fiesta, pues allí se producía en exclusiva para todo el mundo.
Pocos años después, en 1982, Opel hacía lo propio con la factoría de Figueruelas en Zaragoza. Estas plantas de última generación introducían de lleno a España en el camino de la industrialización, tomando un protagonismo desmedido en la industria automotriz europea, lo que le llevaría a ser el segundo fabricante de coches del continente con 2,5 millones de unidades al año, tras Alemania.
Antes ya habían visto la luz las fábricas de Citroën en Vigo, Talbot en Madrid y Renault en Valladolid, si bien el empujón definitivo llegó de la mano de VW, que modernizó y puso en el mapa la fábrica de Landaben, Navarra, y la de Martorell de Seat. Todo ello sin dejar de lado otras factorías como la de Mercedes en Vitoria o la de Iveco en Madrid.
La electrificación del automóvil había puesto la espada de Damocles sobre la cabeza de una de las factorías con más peso dentro de nuestro tejido industrial, Almussafes, pues hace ya meses que Ford confirmó un retraso sine die en la producción de vehículos eléctricos.
En este caso la factoría había dejado ya de producir miles de coches de combustión para adoptar estos dos nuevos modelos eléctricos dentro de sus instalaciones, algo que no parece claro que vaya a suceder próximamente, lo que dejaba en el aire miles de puestos de trabajo debido al bajo ritmo de producción.
En breve Almussafes dejará de producir el comercial Transit y se quedará con el Kuga como único modelo en sus línea de producción, un problema dramático de cara al futuro de la planta.
Para hacernos una idea de la situación, la factoría de la marca del óvalo ha llegado a producir hasta 417.000 coches en 2017, frente a los 350.000 que salieron de su línea de producción en 2019, 250.000 en 2022 y los 130.000 previstos para este año.
Una situación insostenible que se traduciría en miles de despedidos, tal y como ya se ha producido recientemente con ERES y planes de bajas incentivadas que han dejado ya por el camino a más de 1.200 trabajadores de la factoría
La situación era tan alarmante que el compás de espera impuesto por la dirección de la marca del óvalo hacía presagiar lo peor para la que fuera fábrica emblemática española durante décadas.
La situación cambiaba esta misma semana cuando su presidente mundial Jim Farley anunciaba la adjudicación de un modelo 100 % nuevo a España.
Se trata de un vehículo multienergía (híbrido gasolina y puede que eléctrico) que debería salir de la factoría valenciana en 2026, pues aún hay que adaptar líneas y desarrollar la cadena de producción por completo, además de realizar la validación de mercado del nuevo modelo.
La multienergía es la opción que han tomado los principales grupos de automóviles europeos en España, en concreto Stellantis, VW y ahora Ford, una opción que asegura sus ventas durante los próximos años ante la baja demanda de coches eléctricas.
Digamos que la industria europea ha cambiado el paso por el camino y alarga la vida de los motores de combustión, pues nadie salvo Tesla está capacitado para vivir de la venta de eléctricos.
Todo apunta a que el nuevo modelo de Ford será un SUV, lógico si tenemos en cuenta que el 60 % de los coches que se venden pertenecen a esta categoría, aunque por el momento se desconocen más datos sobre el mismo.
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