Identidad
Corría el año 1956 cuando una de las bodegas españolas más populares encargaba a la empresa publicitaria Azor la creación de un logo que reforzara su identidad como marca española para hombres.
El proyecto cayó sobre la mesa de Manolo Prieto, que diseñó uno de los mayores iconos de la cultura española que a día de hoy ha trascendido ya fronteras.
Un símbolo que representa la identidad ibérica y que ha sido objeto de controversia en numerosas ocasiones en territorios independentistas como Cataluña o el País Vasco.
Desde sus inicios los toros de Osborne se ubicaban en altos y colinas bien visibles desde las carreteras españolas, lo que provocó que pocos meses después de su instalación en 1958 se hiciera muy populares. En este momento eran de madera y de un tamaño mucho más pequeño. La carretera N-1 Madrid-Burgos tuvo el honor de recibir el primer ejemplar de este símbolo.
Sólo tres años después el éxito fue tal que decidieron aumentar su tamaño hasta los siete metros y fabricarlos de chapa, pues los de madera se estropeaban con la lluvia, sólo un año después se aumentó su tamaño hasta los 14 metros y se multiplicó su número por la geografía española, llegó a ver más de dos centenares.
En el año 1988 la lucha contra la siniestralidad y una nueva Ley de Carreteras que entraría en vigor en 1994 casi provoca su extinción. Esta ley obligaba a retirar todas las publicidades en las carreteras españolas.
Afortunadamente algunos territorios como Navarra o Andalucía comienzan una batalla legal por su defensa que termina cuando el Congreso lo declaró especia protegida, como un «patrimonio cultural y artístico».
Esta decisión suponía la supervivencia del toro de Osborne y su conversión en un icono de españolismo, eso sí se obligaba a retirar las letras publicitarias que lucía el animal en el lomo.
Así esta imagen se ha convertido en un objeto controvertido, tan amado en las provincias españolistas como odiado en las independentistas, que han llevado a cabo verdaderas acciones terroristas contra el mismo.
A día de hoy sobreviven 92 toros en España, aunque su número aumenta paulatinamente, de hecho en 2011 el primer toro negro llegó hasta Melilla.
Un icono cultural que ha sido hasta protagonista de películas además de haber recorrido el mundo entero en banderas españolas, llegando incluso a Japón, donde se incorporó a la colección de arte contemporáneo Echigo Tsumari, en la prefectura de Niigata.
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