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Ojo avizorJuan Van-Halen

El tiempo para Sánchez

Para Sánchez el tiempo es «su» tiempo. Un tiempo mentido. Pero comparto aquella sentencia de Séneca: «El tiempo descubre la verdad». Tiempo al tiempo

Actualizada 01:30

Sabemos bien qué es el tiempo. Nos permite ordenar la secuencia de los sucesos de modo que se establezca un pasado, un presente y un futuro. Pero Sánchez, en su afán patológico de ordenarlo todo a su capricho, tiene del tiempo una idea distinta, como le pasa con la verdad. Son magnitudes, valores, conceptos que entiende con suma flexibilidad. Su verdad es una forma más de disfrazar la mentira. El tiempo para él no es una sucesión natural de aconteceres sino lo que él dispone y así lo traslada a sus ministros que le siguen como ecos. No hay pasado histórico y real, ni presente como lo vivimos, ni futuro como percibimos que pueda ser. El pasado se inicia y acaba cuando Sánchez dispone, el presente que vivimos y el futuro incógnito no son ni deben esperarse diferentes a como se nos asegura.

Los ministros y ministrillos –algunos tienen que asegurarse a sí mismos que lo son cuando se miran al espejo– se habían confabulado para no decir ni pío sobre los más de cuarenta etarras que figuran en las listas electorales de Bildu. Hasta que les llegó el argumentario. Entonces –trampa al tiempo– dijeron al unísono que ETA es el pasado, que dejó de matar hace doce años. ¿Y qué? ¿Y las víctimas incluso de los mismos municipios en los que algunos etarras se presentan? ¿Y sus familiares? Detalles menores para el gran manipulador que en su día aseguró media docena de veces en una misma entrevista que no pactaría con Bildu. Ahora es su socio privilegiado. La inclusión de etarras, varios de ellos con delitos de sangre, es una demostración de fuerza de Otegui, el que atentó contra Gabriel Cisneros y secuestró, según el propio secuestrado, a Javier Rupérez. Un «hombre de paz» para Zapatero. Otegui ha gritado un «aquí estoy yo» como advertencia. La Fiscalía ya lo estudia. Y Sánchez y su Gobierno pensando sólo en un futuro de mantenida indignidad.

El pasado para Sánchez lo borra todo menos lo que él cree que le favorece. Doce años son suficientes para que se borre de la historia el terrorismo de ETA que le interesa olvidar, pero revive el guerracivilismo cada día. A más de ochenta años de acabar la guerra, sus invocaciones a la contienda entre hermanos son constantes, y Franco, muerto hace casi cincuenta años, por cierto en la cama, está más presente que nunca. No es pasado como lo es el terrorismo etarra. Declaró Felipe González que no suprimiría estatuas de Franco porque «haber bajado del caballo a Franco cuando estaba vivo habría tenido más valor», y sobre su exhumación se preguntó «si tiene trascendencia sacar a Franco de su tumba» cuando Sánchez dijo la sandez de que pasaría a la historia por aquella hazaña.

Para Sánchez sólo cuenta el presente que le interesa y ayer, al fin, Biden accedió a recibirle. Supongo que cuando aparezcan estas líneas la propaganda de Moncloa nos habrá inundado de fotos y de informaciones de un «gran éxito», olvidando el breve paseíllo de Bruselas, en el que Biden no supo ni quién era su acompañante, pantomima que dicen le costó el cargo a Iván Redondo. Sánchez es el presidente de Gobierno que más ha tardado en ser invitado y en el declive de un mandato presidencial norteamericano. ¿Le contará que gobierna con comunistas y apoyado por terroristas? No lo creo, pero Biden lo sabe.

Cinco presidentes anteriores fueron invitados a la Casa Blanca, desde las seis visitas de Aznar a las cinco de González, las dos de Suárez y de Rajoy y la única de Zapatero. Habrá que ver quién sale ganando, Biden o Sánchez, aparte de lo que nos dicte la propaganda de Moncloa. En su agenda el aumento de la presencia naval norteamericana en Rota y la amplia compra de helicópteros, además de la aceptación de inmigrantes porque son pocas las pateras que nos llegan. Nuestra petición es que se limpien las tierras contaminadas de Palomares tras el accidente nuclear ¡de 1966!, asunto ya arreglado por los respectivos ministros para que no venga Sánchez con las manos vacías.

Para Sánchez el tiempo es «su» tiempo. Un tiempo mentido. Pero comparto aquella sentencia de Séneca: «El tiempo descubre la verdad». Tiempo al tiempo.

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