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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Los lapsus linguae

Doña Carmen le contó a Franco lo de los «cojoncetes» y fue muy celebrado durante la comida. La silla presidencial era un poco retaca y Franco le pidió a uno de los servidores: «Por favor, tráiganme un par de cojoncetes»

El que fuera, durante el régimen anterior, ingeniero jefe de la Encomienda de Mudela, el ingeniero Sánchez y Sánchez-Valderrama, en su libro Caza y Poder nos cuenta con precisión las últimas cacerías del Generalísimo en Mudela, que ostenta el récord de perdices abatidas en un solo día, más de cuatro mil. Le acompañaron a Franco varios ministros, compañeros de armas, y sus invitados civiles habituales, Eduardo Aznar y señora, y el Conde de Teba, el mejor tirador que ha parido madre, además de excepcional persona.

Barca

En ocasiones la inteligencia, el aplomo y la metedura de pata no están reñidas. Cuando fui expulsado de la COPE por decir que monseñor Setién, obispo de San Sebastián, amaba más a los terroristas que a sus víctimas, ya producida la sangrienta canallada de Zaragoza —cinco niños entre los asesinados—, «En el portal de Belén/ nadie toca la zambomba/ porque un chico de Setién/ ha colocado una bomba», estuvo a punto de desaparecer el programa de Luis Del Olmo, El Estado del Debate de la Nación. Antonio Mingote, Luis Sánchez Polack 'Tip' y Antonio Ozores le anunciaron a Luis que ellos seguirían mis pasos. Reunión urgente en la sede de la Conferencia Episcopal, con monseñor Suquía y monseñor Fernando Sebastián. Y éste último, una gran persona y hombre de Dios, metió la pata con la lengua. «Señor Ussía, no se trata de un caso aislado. Lleva usted mucho tiempo sacudiendo a los obispos de la ETA». «Su ilustrísima acaba de decir que Setién es un obispo de la ETA, nivel al que yo jamás he llegado». «Lapsus linguae», sentenció monseñor Suquía. Y todo se recompuso.

De menor importancia fue la metedura de pata del ingeniero Sánchez-Valderrama con doña Carmen Polo. Acompañó a su marido a Mudela, y se quedaba en la casa con las mujeres de los ministros y de sus ayudantes militares. Y mostró sus deseos de conocer la vivienda del ingeniero Jefe. La señora de Franco reparó en un diván repleto de almohadones de todos los colores. «Qué alegre son estos almohadones» comentó. Y al ingeniero jefe se le trabó la lengua. «Efectivamente son muy alegres estos cojoncetes», aseveró el ingeniero. «Eso le pasa por decir cojín en lugar de almohadón, señor ingeniero».

Aquel gran señor que fue primer presidente del Congreso en la democracia, Fernando Álvarez de Miranda, haciendo campaña electoral en la austera y cristiana Palencia, abrió su mitin con esta metedura de pata. «Palestinos». Aun así fue elegido diputado por Palencia con mayoría absoluta.

Doña Carmen le contó a Franco lo de los «cojoncetes» y fue muy celebrado durante la comida. La silla presidencial era un poco retaca y Franco le pidió a uno de los servidores: «Por favor, tráiganme un par de cojoncetes».

Lapsus linguae.