Esta es la nueva pregunta de moda
De un tiempo a esta parte se ha incorporado a las cenas y cañas una cuestión que antes no existía: «¿Puede acabar Sánchez en la cárcel?»
Más que las redes sociales, donde muchas veces opinan de política los más cafeteros, creo que las charlas con amigos y conocidos constituyen el auténtico termómetro de lo que bulle en las mentes de los españoles. Es decir, la barra del bar es mejor sociólogo que el barullo de X.
De un tiempo, a esta parte, percibo que se ha incorporado a las cenas y charlas con amigos y conocidos una pregunta que antes no existía. Es muy entretenida e interesante: «¿Crees que Sánchez puede acabar también en la cárcel?». Rara ya la charla en la que alguien no lo suelta.
La gente tiende a pensar que los periodistas sabemos mucho más de lo que en realidad sabemos. Lo cierto es que podemos hablar con aparente solvencia de cualquier cosa... Pero nunca más de minuto y medio, como dice una vieja broma. La pregunta sobre si puede acabar disfrutando del salutífero fresquillo de Soto del Real, donde hoy toma los aires serranos su ex mano derecha, debería responderla un jurista. Como observador aficionado, mi teoría es que sí, que podría llegar a ocurrir. Y él lo teme. De hecho, es uno de los factores por los que se aferra a la poltrona sin mayoría ni presupuestos (y cercado por la mugre por todas partes). Mientras sea presidente, la mesa del Parlamento tendría que dar luz verde al suplicatorio para juzgarlo. Y por ahora él domina esa mesa.
¿Puede haber cometido Sánchez algún delito? Amena cuestión. Siendo lego en temas jurídicos, se me ocurre una pregunta evidente: ¿No comete algún tipo de delito un presidente del Gobierno que en lugar de perseguir a un fugitivo de la justicia se dedica a programar encuentros con él en el extranjero para buscar acuerdos políticos a su dictado que serán vinculantes para todos los españoles? ¿No es delito que el presidente organice la gobernabilidad de España con un delincuente fugado, autor para más señas de un golpe sedicioso contra la unidad nacional? Me imagino que en cualquier país normal se estaría hablando de traición, o cuando menos de una clara prevaricación.
Más preguntas de aficionado. El fiscal general del Estado ha sido condenado por un grave caso de guerra sucia política. ¿Y de quién dependía el fiscal general? Pues eso. ¿No hay caso para intentar apuntar a la X que dio la orden? El fiscal no se movilizó un domingo por la noche por propia iniciativa para buscar munición contra el novio de Ayuso. Evidentemente alguien lo espoleó.
Más preguntas: ¿Serían factibles los despegues profesionales de Begoña Gómez y David Sánchez sin la cooperación del presidente del Gobierno? En la misma línea nepotista, ¿no constituye ningún tipo de delito que el presidente cree un puesto de nuevo cuño en la Administración para otorgárselo a dedo a un amigo íntimo suyo, que estaba emigrado en el extranjero porque no encontraba trabajo en España?
Más: ¿No hay nada que reprocharle a Sánchez en el caso de la vida oculta de su hermano en la Moncloa mientras simulaba tributar en Portugal? ¿No ha dado cobertura a un posible delito fiscal?
Más: ¿No es delito mentir en la comisión del Senado (tema que acertadamente ya ha denunciado Vox en tribunales)?
Más: ¿Es legal dar una orden desde el poder para manipular por sistema las encuestas del instituto público de Estadística a fin de favorecerse políticamente a uno mismo? ¿Es legal ordenar a la Policía que hiciese la vista gorda y no detuviese al fugitivo Puigdemont, sobre el que pesaba una orden de detención, cuando se presentó a pavonearse por Barcelona?
Por supuesto que existe un Caso Sánchez, y en cuanto pierda la púrpura tiene papeletas para acabar siguiendo la ruta de su mujer y su hermano. Y lo sabe. De ahí la carilla enjuta, la mirada difuminada y las risotadas tipo máscara.
¿Se acuerdan de Bettino Craxi? Era socialista y llegó a ejercer como primer ministro de Italia. Estoy seguro que Sánchez conoce su final y hará lo que sea para evitarlo.