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HorizonteRamón Pérez-Maura

Son amigos íntimos y parecen delincuentes

Llegó un momento en que se destituyó a Ábalos y se puso a Cerdán. La puntería que hay que tener para quitar a Ábalos por corrupto e imponer en su lugar a su socio Santos Cerdán es verdaderamente excepcional

Cuando tú le cuentas a un extranjero la inverosímil relación de los sucesivos corruptos en el entorno de Pedro Sánchez, te miran con escepticismo y te dicen que les estás tomando el pelo. Pero es que es verdad. Sin matices.

Después de -según él- recorrerse España en el Peugeot con José Luis Ábalos y Koldo García, nombró a Ábalos secretario de Organización y a Koldo su mano derecha. Era tanta la confianza en ese Ábalos que se proclamaba feminista porque se decía socialista -vaya usted a saber- que le encargó la defensa de la moción de censura. El resultado lo conocemos. Pero me reconocerán que estos días habrán sentido vergüenza ajena viendo la reproducción en todos los medios de comunicación de la intervención de Ábalos aquel 31 de mayo de 2025, diciendo que España necesitaba un Gobierno limpio. No parece que Sánchez se haya inmutado.

Después llegó Koldo, del que no consta que militara en el PSOE. No lo digo porque eso sea un delito, aunque quién sabe si no acabará siendo perseguido como pertenencia a banda criminal. Pero parece, por lo que se va sabiendo, que a él le encargó el partido gestionar el pago en efectivo de ciertas cantidades. Que, aunque pudieran ser pagos contra gastos facturados, habrá que reconocer que es muy extraño que eso lo gestionara alguien que no era miembro ni empleado del partido.

Así que llegó un momento en que se destituyó a Ábalos y se puso a Cerdán. La puntería que hay que tener para quitar a Ábalos por corrupto e imponer en su lugar a su socio Santos Cerdán es verdaderamente excepcional. Pero es que Sánchez es un fuera de serie. En todo el partido no había más que otro chorizo para sustituir a Ábalos. Cuando Cerdán se fue a la cárcel había que encontrar un sustituto y la crisis era de tal magnitud que nos anunciaron que las funciones se iban a repartir entre tres personas. Y las competencias más relevantes se anunció que iban a ser asignadas a Francisco Salazar, alto cargo en Moncloa. El día que se reunió el Comité Federal para nombrarlo, hubo que abortar el plan porque un medio afín publicó que era acusado de acoso sexual a las funcionarias de Moncloa. Vaya puntería. No paramos de mejorar. Eso sí, si la noticia de las acusaciones a Salazar la hubiera publicado El Debate, probablemente seguiría en el cargo porque los hechos serían descalificados como mentiras de la fachosfera. No en vano, la Fiscalía ni está, ni se le espera.

Han pasado cinco meses desde ese parto fallido y ya se han revelado hasta las mujeres del PSOE que no pueden entender -con toda la razón- que el acoso sexual no tenga consecuencias para los hombres de confianza de Sánchez. Y ahora se defenestra a Antonio Hernández. El Consejo de Ministros cesará hoy a Hernández como director del departamento de Coordinación Política en el Gabinete de la Presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez, por los supuestos casos de acoso sexual perpetrados por su superior, Francisco Salazar, según ha adelantado elDiario.es que indica que Hernández ha negado las acusaciones de protección de Salazar y que considera que debe apartarse por el bien del Gobierno. Conmovedor.

Pero la cuestión no es ésa. Para mí lo único que hay que aclarar es cómo es posible que Pedro Sánchez tenga una capacidad inigualada para rodearse en los puestos más relevantes de corruptos, puteros y acosadores sexuales. A mí me parece difícil conseguir un plantel así.