Presencias, ausencias y cosas calientes

La cantidad de incendios que asolan España ha servido, una vez más, para evidenciar el nivel de ineptitud de quienes encabezan el Gobierno de España: el Ejecutivo y su equipo de opinión sincronizada, como ahora llaman a los periodistas de hocico untado, se han lanzado a señalar ausencias, como por ejemplo Javier Ruiz en la televisión pública, quien se preguntaba dónde estaba Ayuso, pero sin cuestionar la ausencia de Sánchez, presidente de todos los españoles, a pesar de que parezca empeñado en demostrar lo contrario, o cualquiera de los ministros con competencias en este asunto.

Asimismo, aunque con una ironía de mala baba, Óscar Puente se dirigía a Mañueco afirmado que en Castilla y León la costa estaba «calentita», expresión con la que demuestra el nivel del socialismo y la izquierda española y es que, mientras cientos de familias se ven desalojadas de sus hogares sin saber cuándo volverán y en qué condiciones encontrarán sus casas, mientras los cuerpos de bomberos y la UME se juegan la vida para atajar los incendios, el matón del patio de colegio en que han convertido el panorama político se permite tal obsceno juego de palabras.

Ahora bien, el problema no está en los ataques de Puente y sus voceros, sino en la respuesta a estos: mantener el decoro resulta fundamental en la conversación pública, pero hay ocasiones donde el macabro juego político que Puente ha hecho con el sufrimiento de los españoles requiere de contestaciones contundentes: si yo fuera político, le hubiera sugerido al ministro que cobra por tuitear que para, cosas calientes, se dirigiera mejor a Ábalos, Koldo y las prostitutas cuyos servicios disfrutaban a pesar de ser abolicionistas, por cada una de esas que se enrollan «que te cagas» como pudimos oír y que contrataban en empresas a costa del erario público para tenerlas en un pisito cerca de Ferraz con el fin, precisamente, de encontrar su cama cada noche «calentita».