Cartas al director
Casi siempre parece lo que es, querida fiscal
En Galicia, la desconfianza casi genética es un talento peculiar; un superpoder que nos permite distinguir entre ilusión y realidad con la misma soltura con la que mi abuela me increpaba: «come más, filliño, que te vas a quedar en nada». Recuerdo que, cuando ETA asesinaba impunemente, se comentaba que los terroristas jamás se esconderían entre nuestros paisanos porque aquí los descubriríamos en un solo día. No por listos, sino porque aquí desconfiamos por deporte y acertamos por costumbre.
Este martes se montó un pequeño revuelo en nuestro pueblo, siempre tan tranquilo, casi como si viviera en modo avión permanente. Tras unos robos recientes en la zona, un vecino me llamó nervioso: había una furgoneta frente a mi casa, una mujer dentro «con mala pinta» y un hombre mirando el móvil «como si hiciera fotos». La alarma corrió rápido. El consejo de sabios de la parroquia se activó: llamadas, avisos, WhatsApp… y, finalmente, la Guardia Civil.
Resultó que el supuesto espía era un montador de IKEA que buscaba la dirección correcta y, aunque se molestó tras la identificación de rigor, la benemérita finalmente se lo llevó a disfrutar de una estancia gratuita en el cuartelillo por estar en posesión de dos bolsas de dudosa procedencia.
La anécdota deja una idea clara: las primeras impresiones fallan, sí, pero muchas veces apuntan en la dirección correcta. Si algo es peludo, tiene bigotes y garras y parece un gato, suele ser un gato. Si una seta es roja, mejor no la comas. Si en internet te ofrecen un 90 % de descuento, casi seguro se trata de una estafa y si algo parece sencillo, es que no se han leído bien las instrucciones. Del mismo modo, si las personas de tu entorno más inmediato resultan ser corruptas y algunos unos puteros, lo normal es que lo supieras; si un político miente un día sí y otro también, no le dejarías administrar tu dinero y si una fiscal general es nombrada por feminista, progresista y se tiñe el pelo de color rojo pastel, será difícil que sea independiente.
Las apariencias engañan, pero también avisan. Lo que ves, casi siempre es lo que hay