Fundado en 1910

La sorprendente ermita rupestre «enterrada» en una cueva de Soria

Aprovechando la oquedad de un cerro, en el siglo XVII o XVIII se habilitó en las entrañas de la tierra un pequeño oratorio dedicado a San Blas. Muy poco se sabe de sus orígenes y de las coloridas pinturas que adornan su bóveda

Álex Navajas
Álex Navajas

Actualizada 04:30

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Un tesoro abandonado a su suerte

Entre las localidades sorianas de Rabanera del Campo y Cubo de la Solana despunta un cerro visible a la izquierda de la carretera que, en su interior, alberga un sorprendente y abandonado tesoro: una amplia cueva natural en cuyo interior se construyó la ermita rupestre de San Blas. Se encuentra encajada entre las paredes rocosas de la cavidad y está formada por una bóveda rebajada construida en ladrillo y yeso de la que subsisten tres tramos reforzados con arcos fajones

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¿Aquí hay una ermita?

Cuesta imaginar que, en el repliegue del cerro de San Blas, se refugie la solitaria ermita. Pero, una vez dentro, una explosión de color contrasta con los tonos pardos del campo soriano, tantas veces cantado por Antonio Machado

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En la Lista Roja de Hispania Nostra

En el testero del ábside se abre una amplia hornacina donde estuvo colocado el retablo, ahora expoliado y desaparecido. Los paramentos verticales y las bóvedas conservan coloridas pinturas y, en sus paredes, pueden verse numerosas inscripciones o grafitos, algunas bastante recientes. La ermita rupestre de San Blas figura en la Lista Roja de Hispania Nostra desde el año pasado, pero eso no ha impedido que su deterioro continúe

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Un conejo como limosna

Una vieja puerta desvencijada «protege» el acceso al oratorio. En el libro de cuentas de San Blas, que se conserva con registros entre 1745 y 1810, figuran los ingresos y gastos relacionados con la ermita y los mayordomos de cada época. En 1770 se pagaron 26 reales para «componer la puerta, cerradura, labrar, escardar y segar la pieza». El que fuera mayordomo entre el 1 de agosto de 1781 y el 1 de enero de 1788 también anotó «cuarenta reales de la puerta que se ha puesto en la ermita de San Blas; de todo coste cuarenta y ocho reales que, rebajado de limosna que dieron de un conejo en 1785, se quedan en cuarenta reales»

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La última misa, en 1936

La última vez que el párroco del lugar celebró misa, según recuerdan los vecinos, fue en la festividad de San Blas del 3 de febrero de 1936, cinco meses antes del estallido de la Guerra Civil. Ahí comenzó el deterioro del recoleto templo, expoliándose la talla de San Blas, el altar, una lámpara que había en el centro de la cueva, así como el resto del mobiliario. El descubrimiento de monedas antiguas en una tierra de labor del sacristán hizo que numerosos vecinos del pueblo y de la comarca se desplazasen hasta al cerro para excavar en busca de posibles tesoros incluso dentro de la propia ermita

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¿Hasta cuándo?

Hispania Nostra señala que «la ermita se encuentra semienterrada y en estado de ruina. El muro de cierre de la entrada de la cueva se ha derrumbado, quedando parte de la antigua puerta de acceso. En el interior hay numerosos escombros y parte de la bóveda también se ha desprendido. El suelo de la ermita se encuentra removido por las excavaciones realizadas y en el fondo del testero del altar también hay un agujero abierto quizá por aquellos que buscaban el 'tesoro' escondido en la emita»

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