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Villancico de Navidad 2025

Fernando Carratalá

El villancico «Zagalillos»: un canto de fe en el Cristo salvador

La poesía popular, en unos cuantos versos, pone de manifiesto, con motivo de la Navidad, que es capaz de recoger algunas de las principales creencias del cristianismo

Carlo Crivelli: «Pastores».

En la Sociedad General de Autores de España figura registrada el villancico a una voz titulada «El cantar de un zagalillo», una canción infantil navideña con música del compositor noveldense José María Ramón Gomis (1856-1939), autor de más de un centenar de obras de distintos géneros; y letra del benisense fray Vicente Martínez Colomer (1762-1820), perteneciente a la orden franciscana. Por nuestra parte vamos a recoger la versión titulada «Zagalillos» (o «Zagalillos del valle»), muy popular en toda España, en la interpretación de los Niños Cantores.

Zagalillos

Zagalillos del valle, venid,
pastorcitos del monte, llegad.
La esperanza de un dios prometido
ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. [Bis]

[1] La esperanza, la gloria y la dicha
la tendremos en Él, ¿quién lo duda?
desdichado de aquel que no acuda
con la fe que le debe animar.

Zagalillos del valle, venid,
pastorcitos del monte, llegad.
La esperanza de un dios prometido
ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. [Bis]

[2] Nacerá en un establo, zagala,
pastorcitos venid, adoremos.
Hoy venimos y luego volvemos
y mañana nos puede salvar.

Zagalillos del valle, venid,
pastorcitos del monte, llegad.
La esperanza de un dios prometido
ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. [Bis]

El villancico se compone de dos estrofas de cuatro versos decasílabos , a las que introduce un estribillo, también de versos decasílabos, que se intercala entre las dos estrofas y sirve, además, para cerrarlo. Y ese estribillo es una invitación a los «pastores», incluidos los más jóvenes: «zagales» -aquellos desde «el monte», estos desde «el valle»- para que acudan («venid»/«llegad») ante la inminente venida del Mesías-para los cristianos, el redentor enviado por Dios para salvar a la humanidad, anunciado por las profecías bíblicas («la esperanza del Dios prometido»).

La interrelación entre letra y ritmo musical se logra mediante procedimientos estilístico-lingüísticos de gran eficacia. Así, la perfecta estructura papalelística de 2 secuencia compuestas de cuatro elementos idénticos, tanto desde el punto de vista morfosintáctico (nombre en vocativo+complemento nominal formado por artículo contracto seguido de nombre+verbo en segunda persona del plural del imperativo presente), como rítmico, ya que los dos decasílabos acentúan en las silabas 3.ª, 6.ª y 9.ª (dos acentos rítmicos más el estrófico): Zagalillos del valle, venid, pastorcitos del monte, llegado.

Por otra parte, ambos nombres llevan sufijos diminutivos (-illo/-ito) que aumentan la afectividad. Y la estructura morfosintáctica «adverbio de tiempo «ya»+verbo en futuro» se repite varias veces de forma consecutiva (en Retórica esta figura se llama «epizeuxis»), lo que enfatiza el significado: «ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá». Hay, además, en el léxico utilizado una tendencia a la sinonimia («zagalillos»/ «pastorcillos», «venid»/«llegad»), que hace posible la variedad del texto y el enriquecimiento del significado a través de matices más o menos connotativos. Finalmente, los versos pares del estribillo presentan rima asonante aguda /á/: «llegad»/ «vendrá»), lo que sin duda favorece una mayor sonoridad, al ser la vocal a la de mayor perceptibilidad acústica.

En la estrofa primera, y por medio de una expresiva interrogación retórica, se afirma que en el «dios prometido» todos encontraremos «la esperanza, la gloria y la dicha», algo de lo que no cabe la menor duda: la confianza en que Dios nos otorgará los bienes que nos ha prometido; el gozo por su contemplación en el cielo; y el estado de satisfacción espiritual de ello derivada.

De ahí la necesidad de la fe -el asentimiento a la revelación de Dios que la iglesia propone- para acudir a «la llamada de Belén», frente a las desdichas de los incrédulos; porque «la fe mueve montañas», frase que hace referencia al Evangelio de San Mateo (17:20): Jesús les dice a sus discípulos que si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como un grano de mostaza, podrían decirle a una montaña que se moviera y así lo haría, porque la fe hace posible lo imposible. Y así, en cuatro sencillos versos se ha recogido lo esencial de las virtudes teológicas que orientan las acciones de los seres humanos hacia Dios. Por lo demás, en esta estrofa son los versos segundo y tercero los que riman en consonante /-úda/ («duda»/«acuda») -una rima poco frecuente-, mientras que el primer y el cuarto quedan libres.

Algo similar, en cuanto a las rimas, sucede en la segunda estrofa: los versos primero y cuarto quedan libres, y el segundo y el tercero riman en consonante /-émos/ («adoremos»/ «volvemos»). La voz poética, dirigiéndose primero a una «zagala» y luego a los «pastorcitos», les pide que vayan a adorarlo al establo en que nacerá -como manifestación de humildad-, porque en el «dios prometido» se encuentra la promesa de la salvación («y mañana nos puede salvar»), dándonos la gloria y la bienaventuranza eterna. Esa secuencia temporal «hoy-luego-mañana» actualiza un nacimiento en pasado -que el texto presenta como futuro- para anunciar la vigencia actual («venid-venimos-puede salvar») del mensaje cristiano.

Y así, la poesía popular, en unos cuantos versos -a los que se incorpora un estribillo lleno de júbilo-, pone de manifiesto, con motivo de la Navidad, que es capaz de recoger algunas de las principales creencias del cristianismo.