Célula cancerosa en división

Célula cancerosa en divisiónFlickr

Descubren una manera «poderosa» de luchar contra el cáncer

La mutación de proteínas crea «súper» células T con potencial para combatir el cáncer y las infecciones

La investigación es la principal herramienta en la lucha contra el cáncer. Por eso los científicos trabajan contra reloj en la búsqueda de terapias y tratamientos que frenen o curen la enfermedad a los más de 2,7 millones de personas que fueron diagnosticadas en la Unión Europea en 2020, año en que perdieron la vida 11,3 millones de personas.
Utilizando células humanas cultivadas en laboratorio y ratones genéticamente modificados, los científicos de Johns Hopkins Medicine dicen tener evidencia de que modificar una proteína específica en los glóbulos blancos inmunes conocida como células T CD8+ puede hacer que las células sean más robustas, abriendo potencialmente la puerta para un mejor uso de las propias células T del sistema inmunológico de las personas para combatir el cáncer.
El Dr. David Kass, profesor de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y autor principal del estudio, explica: «Hemos identificado una manera poderosa de estimular la función de las células T, ofreciendo una vía prometedora para mejorar la inmunoterapia contra el cáncer y potencialmente tratar una amplia gama de enfermedades infecciosas y de otro tipo».
Kass y su equipo enfatizan en un comunicado que sus experimentos hasta la fecha son preclínicos y requerirán importantes esfuerzos adicionales en el laboratorio antes de que puedan aplicarse a terapias humanas.
Para el estudio, publicado el 3 de octubre en la revista JCI-Insight, Kass y su equipo se centraron en las células T CD8+, los «soldados» circulantes del sistema inmunológico responsables de identificar y combatir infecciones y células cancerosas.
Una proteína llamada TSC2 (proteína 2 de la esclerosis tuberosa) puede activar o bloquear una vía molecular que regula las células T.

«Control de volumen»

En general, sus experimentos muestran que la introducción de una mutación en el gen TSC2 actúa como un «control de volumen» molecular para aumentar o disminuir la vía reguladora de las células T cuando responden activamente a desafíos inmunológicos como un virus o un antígeno canceroso. Al igual que una perilla de volumen, no hay cambios hasta que comienza la música y luego sube el volumen. Los investigadores descubrieron que las células T mutadas no actuaban de manera diferente a las normales cuando simplemente estaban en reposo y no eran estimuladas para atacar a un objetivo. Solo se volvieron más activos cuando se les estimuló. Este tipo de control es relativamente nuevo para las células T.
Este descubrimiento, dice Kass, plantea la posibilidad de mejorar una terapia conocida como CAR-T, en la que las células T se modifican genéticamente para reconocer mejor un cáncer en particular. Si estas células T también tuvieran la mutación en el gen TSC2, las células T podrían ser más activas contra el tumor al multiplicarse, pero también podrían persistir por más tiempo, mejorando la efectividad de las células T para matar el cáncer.
Los científicos también descubrieron que las células T que contienen la mutación TSC2 podrían expandirse en grandes cantidades durante la respuesta inmune inicial, pero luego también podrían persistir a largo plazo, lo que difiere mucho de otras células T utilizadas para terapia.

Combatir infecciones

Las células T con la mutación TSC2 también eran más capaces de multiplicarse y activarse para combatir infecciones y contrarrestar tumores, a pesar de estar en un ambiente más ácido o con menos oxígeno que sus contrapartes no mutadas.
«Después de probar nuestras células T modificadas, descubrimos que eran mejores para detener el crecimiento del tumor, proliferaban más dentro del tumor y no se cansaban tan fácilmente», dice Kass. «A medida que continuamos desentrañando las complejidades del sistema inmunológico, estos enfoques innovadores prometen revolucionar el campo de la inmunoterapia».
Los investigadores planean realizar más estudios con tumores sólidos como el cáncer de pulmón, hígado y colon, que, en comparación con los tumores sanguíneos como la leucemia, han sido más difíciles de lograr con terapias basadas en células T.
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