La ausencia de semillas es muy apreciada por los consumidores de uvas
Alimentación
La razón por la que las uvas del supermercado no tienen pepitas
La ausencia de semillas es muy apreciada por los consumidores de uvas
En plena temporada de uvas en España tanto fruterías como supermercados se llenan de esta fruta con tantos beneficios demostrados para la salud. Diferentes estudios remarcan la importancia de su consumo. Por un lado, comer uvas reduce las posibilidades de desarrollar demencia, así como prolongar la vida cinco años. Un estudio revelaba que comer uvas protegía la piel contra los rayos ultravioleta (UV) gracias a los componentes naturales conocidos como polifenoles que se encuentran en ellas. Mientras que una tercera investigación, publicada en la revista Nature Scientific Reports, explicaba el potencial de las uvas para modular el microbioma humano –conjunto de bacterias, virus, hongos o protozoos entre otros– y, por lo tanto, influir en la salud.
Sin embargo, aún son muchos los que dudan si consumir el tipo de uva más extendido en el súper, las uvas sin semillas, porque creen que están modificadas genéticamente o químicamente. Sin embargo, lo cierto es que este tipo se originaron a partir de mutaciones naturales hace cientos de años.
A este respecto, un agricultor sevillano, responsable del perfil divulgativo @masquelechugas, aclara en uno de sus vídeos que las uvas sin pepitas no son fruto de ingeniería genética, sino el resultado de un proceso natural. Según explica, esta variedad tiene su origen en una mutación espontánea que fue detectada hace siglos. Dicha mutación provocó que algunas cepas comenzaran a producir frutos sin desarrollar sus semillas.
El descubrimiento marcó el inicio de un proceso de selección agrícola por parte de los viveristas, quienes se dedicaron a identificar estas plantas singulares y a reproducirlas mediante cruces con otras cepas similares. Este método permitió conservar y perfeccionar con el tiempo esa peculiaridad genética de la ausencia de pepitas.
Así, las uvas sin semilla que se comercializan actualmente son el resultado de siglos de mejora varietal, mediante técnicas tradicionales de reproducción vegetal. Como subraya el agricultor y recoge Europa Press, este procedimiento no implica la introducción de material genético externo ni la alteración artificial del ADN, sino que sigue el mismo principio que ha regido la evolución de múltiples frutas y hortalizas a lo largo de la historia.
Su popularidad no solo responde a su origen o a su forma de cultivo, sino también a su comodidad y versatilidad. Al carecer de pepitas, resultan más fáciles de consumir y son especialmente apreciadas en preparaciones culinarias como postres, ensaladas o desayunos. También suponen una alternativa muy práctica para los más pequeños, quienes pueden disfrutar de la fruta sin encontrarse con incómodos obstáculos al comer.
En definitiva, las uvas sin pepitas son el fruto de una combinación entre la naturaleza y la sabiduría agrícola, y no el producto de manipulaciones artificiales. Una muestra más de cómo la observación y la selección paciente pueden transformar la agricultura sin renunciar a sus principios más elementales.