Burnout parental
¿Cansado a todas horas? El motivo médico que podrías estar ignorando
Levantarse temprano, preparar desayunos, llevar a los niños al colegio, ir corriendo a la oficina y volver a casa para seguir trabajando en tareas domésticas es el pan de cada día de muchos hombres y mujeres, aunque siguen siendo ellas las que cargan con el peso invisible del trabajo no remunerado. Una rutina diaria que, sin duda, resulta agotadora, más aún cuando son ellas especialmente vulnerables a una afección que aumenta esta sensación de fatiga: la anemia. Este trastorno sanguíneo se origina por la falta de glóbulos rojos sanos y de la proteína rica en hierro que contienen, la hemoglobina. Dado que estas células vitales transportan oxígeno por todo el cuerpo, su escasez restringe el flujo de oxígeno, lo que puede tener consecuencias graves.
Fuentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) explican que la anemia suele evidenciarse a través de signos generales de malestar físico, entre los que destacan la fatiga persistente, la disminución de la resistencia al esfuerzo físico y una sensación de falta de aire. Esta condición no solo refleja un estado nutricional deficiente, sino que también puede ser indicativa de otras patologías subyacentes.
Síntomas
Entre los síntomas más habituales y de carácter inespecífico se encuentran:
- Sensación constante de cansancio
- Mareos o aturdimiento ocasional
- Extremidades frías (manos y pies)
- Cefaleas recurrentes
- Disnea, especialmente durante la actividad física
Cuando la anemia alcanza un grado severo, pueden presentarse manifestaciones más preocupantes, tales como:
- Palidez evidente en las mucosas (como en la cavidad bucal o las fosas nasales)
- Tono pálido en la piel y bajo las uñas
- Aceleración de la respiración y del ritmo cardíaco
- Sensación de vértigo al levantarse
- Tendencia a la aparición de hematomas con facilidad
Origen y factores causales
El diagnóstico de anemia se establece cuando los niveles de hemoglobina en sangre caen por debajo de los valores considerados normales, los cuales varían según la edad, el sexo y determinadas condiciones fisiológicas. Esta afección, más que una enfermedad en sí misma, suele ser consecuencia de otras alteraciones en la salud.
Las causas pueden ser múltiples y abarcar desde déficits nutricionales hasta enfermedades crónicas o trastornos hereditarios. A continuación, se detallan las más relevantes:
La insuficiencia de hierro es la carencia más extendida vinculada a la anemia. Una dieta pobre en este mineral, su escasa absorción o el aumento de las necesidades pueden desencadenarla. También son factores las deficiencias de vitamina A, ácido fólico, vitamina B12 y riboflavina, esenciales en la producción de glóbulos rojos y la síntesis de hemoglobina.
Determinadas condiciones pueden provocar una disminución de los niveles de hierro y otros nutrientes debido a hemorragias. Esto ocurre en casos como la pérdida de sangre durante el parto, menstruaciones excesivas o infecciones parasitarias que generan sangrado, como la anquilostomiasis y la esquistosomiasis.
En contextos donde enfermedades infecciosas como la malaria, la tuberculosis o el VIH son frecuentes, estas pueden interferir en la producción o conservación de glóbulos rojos. La malaria o la ascariasis, por ejemplo, afectan la absorción de nutrientes, mientras que otras como la esquistosomiasis pueden provocar pérdidas sanguíneas. En paralelo, las enfermedades inflamatorias crónicas también pueden desembocar en lo que se conoce como anemia inflamatoria o anemia asociada a enfermedad crónica.
Las mujeres con menstruaciones abundantes, así como las gestantes y puérperas, presentan un riesgo elevado. Durante el embarazo, el aumento del volumen sanguíneo puede agotar las reservas de hierro; y en el parto, especialmente si hay hemorragia, pueden producirse pérdidas significativas.
En determinadas zonas del mundo, los desórdenes hereditarios de los eritrocitos representan una causa común de anemia. Entre estos se encuentran las talasemias (α y β), que alteran la producción de hemoglobina; la anemia de células falciformes, que modifica su estructura; y otras hemoglobinopatías vinculadas a variantes genéticas. También pueden observarse anomalías enzimáticas o en la membrana de los glóbulos rojos que comprometen su funcionalidad y supervivencia.
Así, la anemia aparece como una afección multifactorial, cuya presencia debe interpretarse siempre como una señal clínica que requiere evaluación para identificar y tratar las causas que la originan.