Las nuevas herramientas de análisis genético están permitiendo acortar en gran medida los plazos del diagnóstico
Autismo: un nuevo estudio apunta que el 40-50 % de los casos podrían prevenirse o mitigarse
La investigación vincula los genes, el metabolismo y el medio ambiente con el autismo
Un estudio de la Facultad de Medicina de California en San Diego propone una manera unificada de entender cómo se mezclan los factores genéticos y ambientales en el desarrollo del trastorno del espectro autista (TEA), una condición del neurodesarrollo de carácter complejo y con múltiples implicaciones, que se manifiesta fundamentalmente en una reducción significativa de las habilidades para la interacción social, así como en alteraciones comunicativas tanto en el plano verbal como en el no verbal.
La investigación, publicada en Mitochondrion, plantea un 'modelo de tres impactos' que replantea el autismo como un trastorno tratable relacionado con la comunicación celular y el metabolismo energético.
El autor principal, el Dr. Robert K. Naviaux, profesor de medicina, pediatría y patología en UC San Diego, explica que el autismo no debe verse como el producto de un solo gen o una única exposición, sino como la suma de varias interacciones biológicas: «Al entender cómo se combinan estos factores para alterar el desarrollo temprano, podemos empezar a imaginar estrategias preventivas y tratamientos que antes parecían fuera de alcance», señaló.
Modelo de tres impactos
El modelo propone tres factores que, al coincidir, aumentan el riesgo de TEA:
- Una predisposición genética que vuelve más sensibles a las mitocondrias y a ciertas vías de señalización.
- Un desencadenante temprano, como infecciones, estrés inmunológico o contaminación, que puede activar la llamada respuesta de peligro celular (CDR).
- Una activación prolongada de esa respuesta, que durante el final del embarazo y los primeros años de vida podría interferir con la formación de circuitos cerebrales.
La respuesta de peligro celular es un mecanismo que normalmente se activa por poco tiempo para ayudar a la reparación celular, pero cuando permanece encendida demasiado tiempo se vuelve problemática. En ese estado crónico altera la comunicación entre células y afecta el funcionamiento mitocondrial, en gran parte por cambios en la señalización purinérgica asociada al ATP extracelular. Esto, según el estudio, puede afectar el desarrollo neurológico temprano y contribuir a características propias del TEA.
Explicación científica
«El comportamiento tiene una base química, y la CDR es parte de la regulación de esa química», explicó Naviaux. «Cuando esta respuesta se mantiene activa por más tiempo del necesario, el cuerpo desvía recursos que deberían ir a la maduración cerebral hacia la defensa celular».
El enfoque conecta distintas líneas de investigación –desde el papel de las mitocondrias y el sistema inmune, hasta el microbioma intestinal y la sensibilidad sensorial– dentro de una misma narrativa. Con ello, busca dejar atrás la idea de encontrar un único «gen del autismo» y resalta que el riesgo proviene de rutas bioquímicas compartidas que pueden alterarse por distintos estresores.
Como dos de los tres impactos planteados son potencialmente reversibles, el estudio sugiere que las intervenciones tempranas podrían reducir considerablemente la incidencia del TEA. Naviaux compara este modelo con el de la fenilcetonuria (PKU), un trastorno genético que causa discapacidad intelectual si no se atiende, pero que hoy puede controlarse casi por completo con diagnóstico y manejo oportunos. Bajo una lógica similar, estima que entre el 40 % y el 50 % de los casos de autismo podrían prevenirse o mitigarse.
El 40 % y el 50 % de los casos de autismo podrían prevenirse o mitigarse
Entre las estrategias que menciona están el cribado presintomático mediante perfiles metabolómicos maternos, pruebas de autoanticuerpos y análisis especializados en recién nacidos. También propone desarrollar fármacos antipurinérgicos que ayuden a regular la señalización celular anómala vinculada a la CDR, además de impulsar ensayos clínicos más amplios para evaluar estas opciones.
El estudio aparece en un momento en el que los diagnósticos de TEA continúan en aumento y el debate sobre sus causas sigue abierto. Al proponer que el autismo es una condición neuroinmune y neurometabólica, Naviaux busca orientar nuevas líneas de investigación enfocadas en la detección temprana y la modulación del estrés celular.
Entender el autismo desde la señalización metabólica no solo cambia la forma en que lo vemos, sino también lo que podemos hacer al respectoProfesor de medicina, pediatría y patología en UC San Diego
«Entender el autismo desde la señalización metabólica no solo cambia la forma en que lo vemos, sino también lo que podemos hacer al respecto», concluyó. «Si logramos intervenir antes de que la respuesta al estrés se vuelva crónica, podríamos reducir o incluso evitar algunos de los síntomas más incapacitantes».