Fundado en 1910
Tomografía cerebral de la cabeza y cerebro

Tomografía cerebral de la cabeza y cerebroGetty Images / Haydenbird

El patrón molecular que siguen las enfermedades del intestino y cerebro y que sirven para detectar párkinson

Esta afección no ha sido la única detectada, también han encontrado que la acumulación de la alfa-sinucleína se ha conectado con la depresión

La ciencia, la sanidad y la investigación se han vuelto a unir para tratar de comprender más las enfermedades y el cuerpo humano. Gracias a la innovación y desarrollo, el equipo de Investigaciones Biomédicas de Barcelona del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IIBB-CSIC) y del área Ciber de Salud Mental (Cibersam), ha hallado un nuevo mecanismo moclecular que aparece alterado en el párkinson, la depresión y la disfunción intestinal.

Este estudio, liderado por Analia Bortolozzi, investigadora del IIIBB-CSIC, y publicado en la revista Journal of Neuroinflammation, confirma que existe un proceso que abarca el eje intestino-cerebro y abre la vía para facilitar un diagnóstico temprano y permitir una intervención precoz en pacientes con este trastorno neurológico progresivo.

Según un comunicado emitido por CSIC, en los últimos años, los científicos han relacionado la acumulación anómala en las neuronas de una proteína denominada alfa-sinucleína con el desarrollo de la enfermedad de Parkinson, un proceso que, no solo sucedería en el cerebro, sino también en el sistema nervioso entérico, una red de neuronas encargadas de controlar las funciones del aparato digestivo.

Esta afección no ha sido la única detectada, también han encontrado que la acumulación de la alfa-sinucleína se ha conectado con la depresión, especialmente en las etapas tempranas del párkinson, ya que daña las neuronas que producen serotonina, un neurotransmisor clave para el estado de ánimo.

En este nuevo trabajo, los investigadores han identificado la misma alteración de tres microRNA (pequeñas moléculas reguladoras de la expresión génica) en muestras post mortem del cerebro de pacientes con párkinson y trastorno depresivo. Ese mismo patrón ya se había descrito previamente en pacientes con enfermedades intestinales inflamatorias.

La investigación liderada por Bortolozzi confirma, además, mediante pruebas llevadas a cabo en modelos murinos, que esta desregulación de los microRNA produce estados proinflamatorios intestinales y lo ha conectado, concretamente, «con un aumento en la expresión de marcadores inflamatorios».

Así, la autora del estudio revela que la aportación clave del estudio es que se identifica este eje específico de inflamación, la tríada de microRNA actuando sobre los marcadores de inflamación, como «un mecanismo molecular común que conecta la fisiopatología del párkinson, de la depresión y de la disfunción intestinal»

Los científicos han podido reproducir y confirmar la misma cascada molecular en dos modelos de ratón. El primero, un modelo con estrés con un perfil similar a la depresión mostraba el mismo patrón alterado de microRNA y un aumento de los marcadores inflamatorios en el cerebro. En un segundo modelo, caracterizado por una sobreexpresión patológica de la proteína característica del párkinson (alfa-sinucleína) en las neuronas que producen serotonina, también se repetía exactamente el mismo patrón en las microRNA y de inflamación, tanto en el cerebro como en el intestino.

Eje intestino-cerebro

Este hallazgo proporciona «evidencia directa de un proceso patológico paralelo que abarca el eje intestino-cerebro y sugiere un bucle inflamatorio bidireccional», aseguran los investigadores. Además, explican, «se sabe que los síntomas gastrointestinales a menudo preceden a los síntomas motores en años, si bien no todos los pacientes parecen seguir este patrón de propagación».

«La base de nuestro estudio es la elevada correlación clínica ya documentada: más del 80 % de los pacientes con párkinson presenta trastornos gastrointestinales, y existe una asociación bidireccional entre párkinson, depresión y enfermedades inflamatorias intestinales», apunta Bortolozzi. «Algunos estudios sitúan la prevalencia de estos trastornos gastrointestinales en fases tempranas de la enfermedad de Párkinson en cifras del 81 % e, incluso, del 88,9%».

Una de las implicaciones futuras más importantes de esta investigación es el potencial de este patrón de microRNA como biomarcador, especialmente en la detección del párkinson. Dado que el estudio demuestra que esta alteración también existe en el tejido intestinal del modelo animal, «la idea de analizarlos en biopsias intestinales de pacientes vivos, que son más accesibles que el cerebro, es una extensión lógica y muy relevante de este trabajo», añade la investigadora.

Por último, Bortolozzi resalta que los microRNA son «una opción prometedora como biomarcadores» para la detección del párkinson, ya que son estables en los fluidos corporales y más fácilmente accesibles. Asimismo, comenta que son los «más idóneos para discriminar con precisión» a los pacientes con párkinson de los controles sanos, con el objetivo de lograr un diagnóstico temprano y permitir una intervención precoz.

La investigación ha contado como primeros autores con Lluis Miquel Río y Judith Jericó-Escolar, ambos del IIBB-CSIC y del Cibersam. También han colaborado equipos de la Universidad de Barcelona, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad del País Vasco, el Instituto Vasco de Medicina Legal y el Biobanco del Hospital Clínico de Barcelona.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas