Roque Armada
Roque Armada

El mayor conservacionista de la historia de España

La matanza indiscriminada de machos, hembras y crías de cabra montés de Gredos por su carne llevó a la especie al límite de la extinción

Actualizada 13:15

SM el Rey ALFONSO XIII con uno de los machos monteses que abatió en 1911 en la primera cacería del Coto Real.

SM el Rey ALFONSO XIII con uno de los machos monteses que abatió en 1911 en la primera cacería del Coto Real.

Vamos a ver cómo la caza deportiva, controlada y prudente salvó la cabra montés de Gredos de la extinción. Todo, gracias a la generosidad de un Rey de España, S.M. Alfonso XIII. Tarea en que le ayudó el que pudo ser el mayor conservacionista de la historia de España, conocido como el Padre de los Parques Nacionales Españoles. Y que también fue a la vez uno de los mejores cazadores de su tiempo, Don Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, marqués de Villaviciosa de Asturias.

Todos los aficionados a la historia de la caza tienen una idea aproximada de la creación del Coto Real de Gredos. Muchos saben que en el 1905 el Macho Montes de Gredos estaba al borde de la extinción por la matanza indiscriminada por su carne. También se sabe que generosos propietarios, como los condes de Villagonzalo y Valdeolmos, cedieron los derechos de caza a Su Majestad el Rey Alfonso XIII, para que crease el Coto Real de Gredos.

Con ello, mediante la organización de la caza deportiva, intentaron salvar a las dos o tres docenas de cabras monteses que quedaban en todo el macizo. La matanza indiscriminada de machos, hembras y crías por su carne había llevado a la especie al límite de la extinción. ¿Podría la caza deportiva de solo machos viejos –y, por tanto, trofeos– salvarla? Veámoslo.

Pedro Pidal, Padre de los Parques Nacionales Españoles

Pedro Pidal nació en una familia de políticos asturianos en 1869, en Gijón. Hijo de Alejandro Pidal y Mon, que fue presidente del Congreso de los Diputados, pronto se licenció en derecho e inició su carrera política. Fue diputado a Cortes en siete legislaturas, presentándose por Villaviciosa de Asturias. Curiosamente, coincidiendo con mi abuelo Álvaro Armada, conde de Revillagigedo, del que a pesar de la diferencia de edad, fue gran amigo y diputado por la ciudad de Gijón.

Pero Pidal, sobre todo, fue cazador. Especialmente en su cazadero favorito en la montaña de Covadonga, en su querida Asturias, donde subía continuamente a sus cacerías de rebecos. Tristemente, se fue dando cuenta que la situación del rebeco y la cabra montés estaba empezando a ser crítica en España por la matanza indiscriminada por carne de todo ejemplar que se viera.

«La caza deportiva, controlada y de trofeos, gracias a los esfuerzos de un montañero y cazador, Don Pedro Pidal, y la generosidad de un Rey de España, salvó a la especie de la extinción»

Su amor por la fauna, caza y las montañas, le impulsó a luchar en las Cortes por la declaración de los Parques Nacionales de la Montaña de Covadonga y de Ordesa. Tras 10 años de batallas políticas y esfuerzos consiguió que se declarase la Ley de Parques Nacionales Españoles en 1918. Por ella fue nombrado comisario general de Parques Nacionales desde esa fecha hasta su destitución por la República.

Don Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa de Asturias subiendo a su puesto en la primera cacería Real de 1911. Le acompaña el Montero Mayor del Rey, el Señor Marqués de Viana.

Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa de Asturias junto con el Montero Mayor del Rey, el Marqués de Viana, en 1911.

Un disparo que creó el Coto Real de Gredos

En 1903, el príncipe ruso Elim Pablovich Demidoff pidió a Pedro Pidal que le acompañase a una cacería en Gredos, tras un buen trofeo de macho montes. Tras varios días de durísima caza, Villaviciosa consiguió que el príncipe Demidoff tirara un buen macho montes. Demidoff, tal vez el más experto cazador de su época, tiró el macho con todo el cuidado del mundo…. y lo falló. Se sentó en una piedra, sacó un pañuelo y se puso a llorar.

Sus palabras al marqués de Villaviciosa fueron una lección de un gran cazador y su respeto a la fauna.

«Pedro he tenido mi oportunidad y la he fallado. No voy a tirar otro. Un animal tan magnífico no puede desaparecer. Los españoles debéis hacer lo que sea para salvar tan maravillosos animales de la extinción»

Un cazador asturiano se fue a ver al Rey de España

Pidal inmediatamente pidió audiencia en Palacio Real al Rey Alfonso XIII. No tuvo problema para ser recibido por un Monarca, deportista, cazador y profundamente enamorado de todo lo Español.

«Señor, vengo de cazar en la sierra de Gredos con el príncipe ruso Demidoff. Ambos nos hemos dado cuenta de que pronto desaparecerá en Gredos la Cabra Montes».

El Rey Alfonso XIII fue rápido y conciso en su respuesta: «Eso no puede ser Pedro, no lo podemos permitir»

Villaviciosa le propuso al Rey de España: «Y si los propietarios de Grados le cediesen a Vuestra Majestad el derecho exclusivo de caza de por vida. ¿Costearía Vuestra Majestad los guardas necesarios para que nadie cace allí en 10 o 12 años?».

El Rey de España, Alfonso XIII, volvió a ser claro y conciso: «Desde ahora mismo Pedro. La cabra de Gredos queda protegida por mi nombre, contrata a la guardería y yo sufragaré los gastos con mi propio peculio. Vete a Gredos y organízalo».

Las primeras cacerías Reales

Después de seis años de veda total, en 1911 se planteó la primera cacería Real. Se invitó a los propietarios de los terrenos que tan generosamente habían cedido los derechos de caza, a algunos familiares y a los que habían participado en la creación del Coto

Aunque gracias a los seis años de veda total declarados por El Rey, la población era abundante.

Los mayores entendedores de la caza, Pedro Pidal y los marqueses de Viana y de Valdueza, pensaron que todavía había que dejar recuperarse más la especie.

El Rey ordenó 3 años más de veda total y aumentó la guardería. En el total del Reinado de Alfonso XIII solo se dieron seis cacerías. En una de las últimas, celebrada el 27 de julio de 1926, la población ya había subido a 5.000 ejemplares. Increíble si pensamos que 21 años antes, justo al crearse el Coto Real de Caza, apenas sobrevivían dos docenas.

Definitivamente, la caza deportiva, controlada y de trofeos, gracias a los esfuerzos de un montañero y cazador, don Pedro Pidal, y la generosidad de un Rey de España, había salvado a la especie de la extinción. Hoy más de 25.000 cabras monteses viven en Gredos.

  • Roque Armada es director de Armada Expediciones y de la Escuela de Tiro de TROFEO.

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