Un agricultor suelta patos en una plantación de arroz en China

Un agricultor suelta patos en una plantación de arroz en ChinaAFP

Patos agricultores: la mano de obra animal de los arrozales asiáticos que sirve de fertilizante natural

El impacto de los pesticidas sobre la tierra ha rescatado técnicas ideadas por los agrarios hace siglos

Obreros con dos patas, alas, capaces de nadar y volar y que, lejos de estar sujetos a las complicaciones laborales que se presentan en el día a día en el campo, limpian el terreno sobre el que trabajan para aumentar su calidad.

Estas son algunas de las ventajas que ofrece la utilización de patos como mano de obra en los arrozales, una técnica extendida en el continente asiático y prácticamente inédita en Europa.

China, Japón o Tailandia, tres de las grandes potencias mundiales en producción de arroz, conocen el aprovechamiento de estas aves en la agricultura desde hace siglos; sin embargo, la tendencia hacia producciones impulsadas por técnicas orgánicas y menos dependientes de elementos químicos artificiales provoca el rescate de esta técnica.

La huella de los pesticidas sobre la tierra ha provocado que los agricultores de los países mencionados recurran a técnicas ideadas hace siglos, cuando todos las soluciones aplicadas en el campo partían de un origen natural.

El cultivo integrado de patos y arroz consiste en la crianza de estas aves sobre los campos del cereal. Los patos hacen de las calles del arrozal su hábitat de recreo: se alimentan de insectos y malas hierbas, lo que supondrá una reducción substancial del uso de insecticidas y herbicidas, y dejan sus excrementos como abono.

El arrozal se enriquece de la actividad natural de unos patos cuyo impacto ambiental no guarda comparación con el efecto de los químicos sobre el suelo agrícola, en muchas ocasiones perjudicado por la búsqueda de disparar la productividad de los campos. El paso continuado de los patos por los canales del arrozal, además de reducir la cantidad de químicos vertidos en el terreno, el movimiento del barro favorece la oxigenación de las aguas, lo que obstaculiza el crecimiento de vegetación perjudicial.

El despliegue de los patos sobre los arrozales se asemeja al de un ejército en combate. Los ejemplares actúan de manera coordinada y se distribuyen en perfecta armonía para controlar las plagas y las poblaciones de insectos que amenazan el arroz. Los caracoles son el principal objetivo de los patos, que evitan que los insectos provoquen sangrías que en algunos casos suponen pérdidas del 60 % al 90 % de la plantación.

Otra de las ventajas que ofrece esta integración de los patos en el arrozal es que no requiere una gran inversión en infraestructura, lo que convierte la alternativa en una opción accesible para pequeños y medianos agricultores, los más expuestos a estas contingencias.

La cría de estos patos agricultores también brida una oportunidad de diversificación de las fuentes de riqueza para los agrarios, que pueden comerciar con los ejemplares que van surgiendo en las granjas.

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