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27 de julio de 2024

Frank Cuesta y Cristina Seguí en un selfie en Thailandia

Frank Cuesta y Cristina Seguí, en un selfie en Tailandia

Entrevista

Frank Cuesta: «Poca gente conoce la aportación del mundo del toro a la fauna y flora del país»

El herpetólogo, crítico con la Ley Animal de Belarra, y Cristina Seguí hablan con El Debate sobre Carretera Salvaje, su nuevo proyecto audiovisual

Tres años después, Frank Cuesta ha vuelto a adentrarse en la selva con una cámara. El herpetólogo leonés afincado en Tailandia se encuentra grabando Carretera Salvaje, un programa que graba junto a Cristina Seguí y en el que la periodista pasará por ciertas situaciones complicadas con los animales salvajes que van encontrándose por el camino. Pero el programa también recorrerá el campo español, mostrando las diferentes culturas y poniendo en valor, entre otras cosas, al toro. El Debate habla con ellos en la primera entrevista que conceden juntos por su aventurero e espiritual proyecto.

Carretera Salvaje. ¿Qué va a ser?

–Frank Cuesta: Es un proyecto que pretende volver al pasado de las bromas y juegos más tontos... de que llueve y te mojas, y no pasa nada. De que la naturaleza está ahí y hay que verla, sentirla y tocarla. De volver al pueblo. De que vas por una carretera, ves algo y te paras, cosa que ya no se hace.

–Cristina Seguí: Es una vida antiwoke. La gente en España y Occidente vive asustada por todo y no sabe dónde están los riesgos. Todo son agravios, problemas, ofensas, y de repente te vas a un sitio así y te das cuenta de que el peligro es otro. Hay gente a la que le ataca un animal y le rompe una pierna o un brazo, o le pica una serpiente y se muere. Eso son peligros reales. Pero en ningún caso en estos sitios el riesgo está representado por todo lo de aquí.

Carretera Salvaje es una vida antiwoke, de peligros realesCristina Seguí

–Cristina, en tu caso se va a ver que has sido víctima de la mordida de serpientes y otros bichos en Thailandia. ¿Por qué te has dejado?

–Estar en contacto con la naturaleza salvaje te hace apartar todo lo superfluo, lo que no vale, lo que te agobia cada día... es una catarsis. Entonces por eso no te da miedo que te pique un bicho o te muerda una serpiente. En realidad ninguna te quiere morder. Lo hacen cuando se sienten atacadas porque les has tocado las narices. Esto la gente no lo sabe, o al menos yo no lo sabía antes de vivir la experiencia. Y casos como el otro día en una guardería de Murcia, donde se coló una culebra de herradura estaría bien que la gente supiera reconocer cuando se encuentra con un peligro real, pero en España cada vez hay más prohibiciones. Si está prohibido tener un periquito o tienes que pasar un curso para adoptar perros, cada vez más todo el mundo va a tener miedo de todo, hasta de los animales cuando los animales curan. A mí me han curado un montón de cosas.

¿Cómo definís la actual cultura de la cancelación?

–F.C: Durante los últimos 40 años hemos vivido sin guerras, sin hambrunas... Hemos vivido la Historia de España reciente mejor a todos los niveles. Cuando la gente vive bien, empieza a protestar y no aprecia que lo que tiene es bueno, llegan los aprovechados que dicen: 'estos son medio tontos, vamos a utilizarlos para nosotros quedar como los héroes y ser los que ayudamos al mundo'. Un ejemplo es que si no piensas como ellos lo que van a hacer es atacarte, te van a intentar insultar y luego van a intentar humillarte y terminan intentando deshumanizarte. Esa es la cultura de la cancelación.

–C.S.: Yo la defino como la muerte civil ejercida desde el poder político.

Y vosotros justamente alzáis la voz en contra de todo esto. ¿Qué coste os está acarreando?

–F.C.: A mí al final son cancelaciones en internet que al final ni te van ni te vienen, cierras el ordenador y ya está. Pero sí ves que hay mucha gente equivocada que te dice cosas y te encuentras con una sociedad de borregos. Es lo típico de que en el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey.

–C.S.: La cultura de la cancelación es distinta para mí que para él, porque a él no le meten querellas. Son querellas eminentemente políticas. Pero también se fabrican mediáticas para que una persona que se ha metido con el poder político, sea yo, o sea quien sea, le quede una huella digital y quede fuera del ámbito profesional, y sea presentado ante la sociedad como un paria.

El programa se va a grabar en Tailandia y España. ¿Qué zonas españolas se van a ver?

–F.C.:En España hay mucho espacio protegido y privado. Sobre todo vamos a grabar en dehesas y campo y en alguna finca privada de Andalucía, Extremadura, quizás Cataluña...

¿Va dirigido a un público familiar?

–F.C.:Sí, es como un Frank de la Jungla en formato diferente porque paramos en sitios de carretera y observamos las distintas culturas mezclándolo con la naturaleza dentro de la selva. En España el escenario que se va a ver es otro. Es muy de restaurante. Tienes un plato, una servilleta, un cuchillo y un tenedor...

–C.S.: En Thailandia se como mucho en el margen de la carretera. De repente, en el medio de la nada, una señora te planta un puestecito de salchichas que te mueres. Para Frank no es sorprendente porque vive allí pero para una persona como yo, impacta.

Frank Cuesta y Cristina Seguí, en un momento de su aventura en Carretera Salvaje

Frank Cuesta y Cristina Seguí, en un momento de su aventura en Carretera Salvaje

¿La grabación está saliendo como esperabais?

–F.C.: Está saliendo muy bien. No planeamos nada y vamos grabando lo que va saliendo. Llevamos ya cuatro programas editados. Quedarían otros cuatro... y conseguir venderlo a alguna tele o plataforma. Si no, irá a Youtube.

–Originariamente, Frank, se te ocurrió invitar a Pablo Monedero, Gabriel Rufián, Rodríguez Pam y a Cristina Seguí, pero sólo aceptó Cristina. ¿Hubo contestación por parte de los otros?

–F.C.: De una persona, porque tengo una relación personal desde hace tiempo con ella, pero no te puedo decir quién. Los otros no contestaron.

¿Cuál era el objetivo de juntar a estas cuatro personas?

–F. C: Quería juntar a gente de diferente ideología política en la jungla y ver si serían capaces de convivir sin hablar de política. Y si en ese entorno eran capaces de llegar a un acercamiento. No fue posible.

–C. S.: Creo que eso hubiera sido peor que cualquier mordedura de serpiente... (bromea).

Frank, vives en Tailandia, en tu santuario de animales, aislado prácticamente del mundo, pero a la vez muy interesado por el devenir político de España...

–Mis hijos viven en España, entonces me interesa saber qué está pasando en España, obviamente. Y luego porque como personaje público creo que tienes un poco de responsabilidad a la hora de dar opiniones, no a la hora de cambiar la idea de la gente, que cada uno piense lo que quiera, pero creo que es importante que de vez en cuando personajes públicos den opinión sobre cosas que creen que son importantes porque pueden ayudar a otra gente de alguna manera. Aunque viva fuera, yo siempre lo digo, soy español, ¿cómo no me va a doler lo que pasa en España?

La ley de Bienestar Animal es una ley mascotistaFrank Cuesta

Ambos dos os caracterizáis por hablar sin tapujos... ¿Qué os ha llevado a ello?

–C. S.: El no dejar que la dignidad humana esté por debajo de todo. Es como ser una especie de resistencia.

La ley de Bienestar Animal, ¿qué tiene de positivo y de descabellado?

–F.C.: Es una ley mascotista. Para mucha gente que tiene mascotas, perros, gatos y hurones es una ley que va a venir muy bien porque da derechos a los animales. Pero es una ley que va a tener muchas consecuencias negativas para los ganaderos, agricultores, forestales, criadores, tiendas de animales. Va a afectar a la gente que se dedica directamente a los animales porque es una ley que aleja a las personas de la naturaleza, humaniza mucho a los animales, les da unos derechos que no son propios. Son derechos humanos creados por los humanos para los humanos. Y al final lo que puede provocar es muchísimo abandono animal por miedo, porque es una ley muy confusa. La gente no sabe si puede tener una tortuga o un canario en casa, y va a alejar a la gente de la naturaleza más y a la vez está haciendo que la naturaleza sea menos natural. Estamos intentando que todo pase por el pensamiento y el sentimiento humano. Los animales ni sienten ni piensan como los humanos. Es una ley que no tiene ni pies ni cabeza.

–C.S.: Es una ley totalitaria, destinada a meterse en la casa de las personas y a que la gente tenga miedo a tener animales. Y que coloca la dignidad del animal por encima de las personas.

–¿Y qué opinas, Frank, de las personas que se dedican a alimentar colonias de gatos callejeros?

–Es complicado. El gato no deja de ser un depredador y eso afecta a otras especies que pueden estar dentro de las ciudades. Pero el que haya muchas colonias de gatos y se permitan no es bueno porque no es una cosa natural. Un gato es un animal doméstico. Entonces ahí tienes el corazón partido porque ¿qué haces con esos gatos? Yo personalmente quitaría las colonias de gatos, es una putada decirlo, pero creo que no hacen ninguna función dentro de la naturaleza y, es más, pueden crear un problema, de que muchos pajaritos desaparezcan.

Uno de los factores que veis como potenciales para vender Carretera Salvaje es mostrar esa igualdad entre hombres y mujeres con Cristina Seguí enfrentándose a la naturaleza salvaje...

–F.C: Sí, pero no es por feminismo. Simplemente una cuestión personal, humana. No es por demostrar que una mujer es más fuerte o menos fuerte.

–C.S.: Se trata de naturalizar la capacidad de las personas de hacer o no hacer cosas e independientemente de su sexo o de su orientación sexual que es algo que hoy en día parece ser que te limita si no te etiquetas en algo. Al final sí, independientemente de quién seas o si piensas de una manera o de otra, si estás en una situación de peligro o lo afrontas o no lo afrontas, o sales o no sales y las etiquetas no valen.

Cristina, ¿acercarte a la naturaleza te está dando más energías para luchar por tus causas personales y como periodista o todo lo contrario?

–Me está dando no más energía para luchar en mi profesión, sino que me está alejando de la necesidad de ejercerla. O sea, hay muchas más vocaciones en la vida que la que tengo. He ejercido mi profesión y he demostrado cuáles son mis principios y mi forma de ver la vida y de entender las cosas. Pero es verdad que para mí esto también es una cuestión de aprendizaje y de apertura mental. No de cambiar esa visión sobre las cosas, sino de pensar que hay mucho más que eso. Y luego hay un cansancio anímico con respecto a todo lo que veo a nivel político o social y no estoy intentando que tenga una aplicación sobre lo que yo he hecho hasta ahora. Mis únicas luchas personales son que mi familia esté bien y la superior, por encima de todas las cosas, que es una cosa que también está haciendo Frank mediáticamente, es el tema de denunciar lo que se ha hecho con la ley ELA, en mi caso por mi padre y porque es una causa humana que está limitada por las decisiones políticas, vergonzosas.

Sois muy parecidos. Los dos muy contestatarios, lucháis por muchas injusticias... ¿Creéis que eso ha sido la chispa que os haya hecho conectar tan bien para este programa?

–C.S.: Para mí, sí.

–F.C.: La chispa que nos ha hecho conectar es que los dos somos libres de pensamiento. Los dos podemos hablar de muchas cosas, aunque opinemos diferente, sin reparos. Y sobre todo que en el 80 % de la manera de ser somos exactamente igual.

¿Se van a ver los toros en el programa?

–F.C.: Sí. Sobre todo para mostrar que la gente alrededor de los toros también son personas y sobre todo, que el mundo de los toros tiene una aportación a la fauna y a la flora de este país que mucha gente desconoce.

¿Y qué es lo que más va a sorprender del programa?

–F.C: Que puedes ser feliz con cualquier cosa, que puedes copiar cosas que vamos a estar haciendo y que te van a cambiar el día a día con tu familia, con tus hijos o tú mismo solamente. Que una puesta de sol te puede abrir un poquito los ojos y que un amanecer te puede hacer reflexionar y que muchas veces los problemas que vemos absurdos del día a día son realmente absurdos y nos amargan el día sin necesidad de que nos amarguen.

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