Fundado en 1910

Mario Casas protagoniza junto a Michelle Jenner El secreto del orfebre

Crítica de cine  'El secreto del orfebre': un océano en el tiempo en el que Penélope logró salir de Ítaca

Mario Casas vuelve a sus orígenes para protagonizar junto a Michelle Jenner una historia de amor a destiempo

Ambientada los años cincuenta del pequeño pueblo ficticio de Villasanta, El secreto del orfebre comienza sobre esa realidad sosegada que se respira siempre que la población de un lugar no rebasa los cien habitantes. Las calles, plazas y parques desiertos, salvo en horas contadas del día, dejan paso a una pintura que remite a otra época y perfila en sus líneas una historia única.

La de la película dirigida por Olga Osorio toma como referencia la novela del mismo nombre de Elia Barceló. A ella le bastan 128 páginas para dibujar una historia de amor atemporal de las de antes, de esas que parecen ateridas en el tiempo. Al filme, en cambio, los 99 minutos de metraje se le quedan algo ambiciosos para acoger con la tranquilidad necesaria una historia suspendida como la de Juan Pablo y Celia.

La directora con los cuatro protagonistas

Elegante, preciosista en sus detalles y detallista a la hora de reconstruir las distintas épocas que atraviesa la trama, El secreto del orfebre toma a Mario Casas y Michelle Jenner para protagonizar un nuevo romance –ya formaron parte del reparto de Los hombres de Paco. Él, un orfebre de Barcelona que vuelve al pueblo en el que pasó un verano trabajando como periodista en el pueblo donde vivían sus abuelos y se encontró con uno de sus grandes amores. Ella, una modista soñadora con ganas de conocer mundo, pero atrapada en la época que le ha tocado vivir. Es Penélope, aquella que cantaba Serrat con «su bolso de piel marrón, y sus zapatos de tacón, y su vestido de domingo», en referencia a la mujer de Ulises.

El de Juan Pablo y Celia es un amor a destiempo, como tantos otros, que habla de la nostalgia, la espera, de que, a veces, el anhelo y lo no vivido pesa más que lo compartido. De emular a Ulises, salir de Ítaca, surcar el océano y conocer que siempre es mejor tener un puerto al que volver, aunque no sea un lugar físico.

«Penélope, sal de Itaca que el mar también es tuyo», fue la frase que inspiró a la directora para tomar el rumbo de la película. La verbaliza Mario Casas, que, años después de haberse alzado como el galán romántico del cine español, vuelve a ese género al que tanto tiene que agradecer con títulos como Tres metros sobre el cielo o Palmeras en la nieve. Pero lo hace de forma madura, con la sabiduría, carrera y madurez que solo ofrece el paso del tiempo, la experiencia ante la cámara. La intimidad de su personaje es pulcra, elegante y bien armada en base al papel en el que se basa.

Aunque es él y Michelle Jenner los que, quizás, suenen más a los espectadores, sus versiones más jóvenes también llenan la pantalla. Para darle vida a él, un hasta ahora desconocido Enzo Oliver, que desentraña la valentía juvenil. Zoe Bonafonte, que ya triunfó con El 47, se pone a la altura de su versión entrada en años y ofrece esa mirada curiosa e intrépida que solo ofrecen los ojos cuando los sueños están intactos. Todos ellos hacen del conjunto un drama romántico sin demasiada complejidad, pero elegante, cuidado y disfrutable.