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La actriz Diane Keaton, en Nueva York

La actriz Diane Keaton, en Nueva Yorkgtres

Así fueron los meses previos a la muerte de Diane Keaton: «Se deterioró de improviso»

Hacía tiempo que nadie veía, ni sus vecinos, a la protagonista de 'El Club de las primeras esposas'

Desde este sábado somos un poco más huérfanos con la muerte repentina de Diane Keaton. Le bastó una película –de las ocho que rodó con Woody Allen– para que público, crítica y compañeros de profesión la amaran para siempre.

Las causas exactas de su fallecimiento no se han hecho públicas por deseo expreso de su familia, quienes han guardado total discreción con los problemas de salud que Keaton, de 79 años, enfrentaba desde hacía varios meses. «Incluso sus amigos de toda la vida desconocían por completo» cómo estaba en realidad, según revela ahora y en exclusiva una amiga cercana de la actriz a People, revista que dio antes que nadie la noticia de su muerte.

Keaton interpreta a Annie Paradis, una mujer amable y algo insegura que, tras ser abandonada por su marido, se une a sus amigas Brenda (Bette Midler) y Elise (Goldie Hawn) para vengarse de sus exes. Juntas fundan un “club” que celebra la independencia femenina y la amistad. Con un tono divertido y empoderador, la película se convirtió en un éxito de culto. Keaton aporta equilibrio al trío con su ternura y humor contenido. The First Wives Club es una comedia brillante sobre la reinvención personal y la sororidad.

Diane Keaton, a la izquierda, en un fotograma de la película 'El Club de las primeras esposas'

«Su salud se deterioró de improviso, lo cual fue desgarrador para todos los que la amábamos», publica People. La compositora Carole Bayer Sager, amiga íntima de Keaton, recuerda que le impactó mucho su aspecto físico. «La vi hace dos o tres semanas y estaba muy delgada. Había perdido muchísimo peso».

De hecho, Keaton ya no salía ni a la calle. No la veían ni sus vecinos. «Vivió en Brentwood –al oeste de Los Ángeles– durante muchos años. Amaba su barrio y paseaba a su perra todos los días. Solía ir vestida igual, con sombrero y sus características gafas de sol, hiciera el tiempo que hiciera», añaden las mismas fuentes.

A pesar de todo, durante sus últimos meses, Diane Keaton vivió exactamente como quería: «A su manera, rodeada de la gente y las cosas que realmente amaba», agrega la misma fuente. Lo hizo junto a «su familia más cercana» entre los que estaba Reggie, la inseparable golden retriever que tenía la actriz y que protagoniza su última publicación en Instagram.

Actor Diane Keaton poses at the LACMA Art+Film Gala in Los Angeles, California, U.S. November 6, 2021. REUTERS/Mario Anzuoni *** Local Caption *** .

La actriz Diane Keaton, en una imagen de 2021GTRES

No perdió su esencia. Fue vivaz, excéntrica, independiente y «divertida hasta el final». Una mujer inimitable que a pesar de marcar un camino propio nunca quiso ser el centro de atención. Aquello «no era importante», agrega su amiga.

A muchos les sorprendió cuando la musa de Woody Allen puso a la venta en el mes de marzo la casa que tenía en Los Ángeles. La propiedad de cinco habitaciones –donde aseguró que quería vivir de por vida– se podía adquirir por 29 millones de dólares.

Cáncer y trastornos de alimentación

A lo largo de su vida, la ganadora del Oscar padeció dos cánceres de piel. Siendo bastante joven –21 años–, a Diane Keaton le diagnosticaron un carcinoma basocelular y décadas después, sufrió de nuevo un cáncer cutáneo que la obligó a someterse a dos cirugías. Tampoco fue ninguna sorpresa porque en su familia, ya había antecedentes de este tipo de cáncer, aunque ella no le prestaba demasiada atención al asunto.

«Realmente no me importaba, y fue una tontería porque es algo que me ha perseguido toda mi vida. No empecé a usar protector solar hasta los cuarenta», admitía Keaton durante una entrevista.

Diane Keaton, 1978

Diane Keaton, 1978GTRES

Otro de los problemas de salud a los que se enfrentó fue la bulimia, un trastorno que desarrolló siendo muy joven cuando comenzó en Broadway. Allí, la presionaron, según ella misma relató años después, para que perdiera mucho peso y así obtendría el papel principal.

Su relación con la comida, lejos de ser placentera, era tóxica. Podía llegar a consumir 20.000 calorías en un día. Engullía de manera compulsiva y después la culpabilidad que le provocaban esos atracones hacía el resto.

Se obsesionó con la báscula y era muy estricta con su aspecto físico. Al final, decidió ir a terapia para atajar aquello. Sin embargo, durante el primer año le mentía al psicólogo. «Fingí que no pasaba nada hasta que un día me puse tan nerviosa que finalmente le dije: ‘¿Sabes qué? Tengo que decirte algo ahora mismo: vomito. Y te diré algo más: ¡No voy a parar! Así que no me hagas preguntas…’ Se lo repetía una y otra vez», relata la actriz en Then Again, sus memorias.

Tras un año de tratamiento psicológico consiguió salir de la espiral de atracones y purgas, pero Keaton no dejó nunca de ser consciente de que siempre sería una adicta en recuperación.

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