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26 de abril de 2024

El escritor Fermín Bocos con su nuevo libro, 'Zeus y familia'

Entrevista con Fermín Bocos, escritor

«Las raíces europeas son cristianas, pero el cristianismo bebe de Grecia y Roma»

El periodista y escritor publica Zeus y familia. Dioses, héroes y templos, un fresco impresionista en el que con humor y rigor presenta los mitos y rituales más notorios del mundo clásico

¿Cómo eran representadas las divinidades? ¿Dónde residían sus centros de poder y de culto? ¿En qué modo los antiguos se tomaban la caracterización e identificación con el mundo mítico, tan diferente a la manera cristiana de comprender el mundo, pero a la vez superviviente en determinados y cruciales aspectos de la vida real?
Fermín Bocos, escritor y periodista, emprendió un viaje con su familia –la también escritora Julia Navarro y su hijo Alejandro– siguiendo los pasos de Ulises en la Ilíada y la Odisea. Entonces le prometió a su hijo que escribiría un libro para explicarle toda la mitología: así nace Zeus y familia, una obra amena de divulgación cultural que rezuma amor por la historia, la filosofía y el arte, y también un auténtico libro de viajes, un muestrario de divinidades olímpicas y entidades de la Antigüedad.
Fermín Bocos y su nuevo libro, 'Zeus y familia'

Fermín Bocos y su nuevo libro, Zeus y familiaPaula Argüelles

–¿Qué nos puede enseñar la mitología hoy?
–Mucho. En mi caso no es que tenga una querencia especial hacia la mitología, es una cuestión de fidelidad. Especialmente fidelidad a Grecia, país que conozco muy bien, que he visitado tanto que ha inspirado varios de mis libros, algunos de ellos traducidos al griego. Siento fidelidad al mundo clásico, sin el cual no se entienden ni Grecia ni Roma, pero tampoco Jerusalén. No se podría explicar nuestro mundo, ni Europa ni el tipo de civilización del que venimos.
–¿Hasta qué punto la mitología forma parte de las raíces europeas?
–Las raíces europeas son absolutamente cristianas, pero el cristianismo bebe de Grecia y Roma: de sus rituales y ceremonias. Hay muchísimas costumbres actuales que vienen de entonces, como el carnaval, que era una fiesta en honor a Dionisio, dios del vino. Las raíces cristianas son incuestionables, pero no solo desde el punto de vista religioso, también desde el cultural. La matriz de nuestra lengua es el latín, que es el legado cultural que nos remite Roma después de ser influenciada por la herencia griega.
–¿Necesitamos conocer los mitos para entender el mundo moderno?
–Los mitos son un código simbólico que remite a las relaciones entre los hombres y las fuerzas de la naturaleza. Estamos hablando de historias que preceden al nacimiento de la filosofía en el siglo V antes de antes de nuestra era cristiana. Ese acervo de cultura que nos ha legado el mundo griego y la mitología nos ha permitido a lo largo de los siglos, sobre todo a artistas y literatos, conversar con esa herencia. Esa serie de códigos cuyo conocimiento remite precisamente al mundo de los mitos es lo que nos permite, por ejemplo, ir al Museo del Prado y entender el cuadro conocido popularmente como Los borrachos de Velázquez, que en realidad se titula El triunfo de Baco. En la mitología romana, el trasunto del dios griego Dioniso era Baco, y de ahí viene el término «bacanal». Si no tienes acceso a ese conocimiento, no tienes capacidad de entender la representación simbólica del cuadro.
–¿Qué otro mito considera imprescindible conocer hoy?
–Tristemente, hoy hablamos mucho de Europa y lo que significa. El Rapto de Europa es un episodio mitológico (representado en un cuadro de Rubens que tenemos en el Museo del Prado) que describe el secuestro de una princesa fenicia de Tiro, concretamente en lo que hoy es el Líbano. Prendado de Europa, Zeus se transformó en un toro blanco y se mezcló con las reses que tenía el padre de la princesa. Mientras Europa y su séquito recogían flores cerca de la playa, ella vio al toro y acarició sus costados y, al notar que era manso, se montó en él. Zeus aprovechó esa oportunidad: corrió al mar y nadó hasta la isla de Creta llevando a Europa en el lomo. Ya en Creta, Zeus reveló su auténtica identidad, y Europa se convirtió en la primera reina de la isla. De sus nupcias, que se celebraron en un lugar que hoy se llama Cortina, nació el rey Minos y de ahí la mitología que da pie luego al Minotauro. Las tres gracias son en realidad el Juicio de Paris (el príncipe troyano que secuestró a Helena y desencadenó la Guerra de Troya), El nacimiento de la primavera de Botticelli es en realidad el Nacimiento de Afrodita (la diosa griega de la belleza)… y así, un largo etcétera de símbolos.
–¿Somos todos griegos?
–Eso decía el malogrado poeta inglés Shelley: «We are all Greeks». Conocerlo nos ayuda a mejorar la relación que tenemos con tantas cosas que están a nuestro alrededor. Una gran parte de las cosas que nos rodean, incluso en estos tiempos de pandemia, empezando por la propia palabra pandemia, nos remite al griego.
–Los dioses olímpicos no necesitaban una «clase sacerdotal». ¿Cómo se establecía entonces su poder?
–Una de las características de la religión griega, quizás uno de los rasgos más esenciales, es que no existía una casta sacerdotal, digamos, capaz de tutelar la visión ni los rituales ortodoxos. No existía un libro sagrado, como la Biblia o el Corán, ni una casta sacerdotal. La ortodoxia estaba abierta a la interpretación de los fieles, aunque hay una sola excepción: el ritual conocido como Los Misterios, que se celebraba en Eleusis, una localidad que está a unos 30 kilómetros de Atenas. Es un rito de fecundidad, es el mito de Perséfone que remite al secuestro de esta diosa por Hades, que era su tío. Su madre, la diosa Deméter (la diosa Cibeles), la busca desesperadamente y, como no la encuentra, pide justicia Zeus y le amenaza con que si no aparece su hija Perséfone, nunca más volverán a brotar las semillas en los campos. Todo esto es una metáfora poética. De todos los ritos celebrados en la antigüedad, estos eran considerados los de mayor importancia.
–Además de un ensayo, ¿Zeus y familia se puede entender como una guía de viajes?
–Claro, es un libro que me ha llevado a mí, para escribirlo, a prácticamente todos los confines del Mediterráneo: allí donde hay un templo, he estado. Porque el libro tiene un subtítulo: «Dioses, héroes y templos». En algunos casos los restos son meras ruinas, pero en otros son fantásticas. Estoy pensando en Peste, cerca de Salerno, o en el propio Cumas, que está muy cerca de Nápoles, donde estaba la Sibila. Estoy pensando, por supuesto, en los clásicos oráculos de Delfos, y en el Olimpo, que está en Atenas. También en los templos que están en lo que hoy es Turquía, en su día cerca de Troya y Éfeso. Ese recorrido me da pie a establecer una conexión muy directa entre el pasado y el presente.
–¿Cómo fue su primer viaje a Ítaca?
–La primera vez fui acompañado de mi mujer, Julia Navarro, y de mi hijo Alejandro, que entonces tenía diez años. Y nos ocurrió algo que ha sido el motor de este libro, que es un compromiso que contraje con mi hijo y yo había aplazado. Entonces alquilamos un coche en la isla de Céfalo, al lado de Ítaca, y en una mañana de primavera, muy temprano, había caído una niebla muy espesa. Homero decía de Ítaca que era una isla muy pequeña para una leyenda tan grande. Yo le iba leyendo a mi hijo pasajes de la Odisea, y justo llegué al punto en el que Ulises, dormido, llega a la playa, al puerto de Fascis, y se disipa la nube con la que Atenea había cubierto el lugar para evitar que los que le podían estar esperando le atacaran. ¡Y en ese mismo momento se despejó también la niebla en el presente! Mi hijo no daba crédito, así que empecé a explicarle que habían sido los dioses. Y le prometí que le escribiría un libro para que lo pudiera entender todo.
–¿Eran los mitos una forma, además de explicar el mundo natural, de establecer un código de convivencia?
–Los mitos son relatos de contenido simbólico que expresan, por una parte, la relación entre los seres humanos y las fuerzas de la naturaleza y, por otra, las relaciones entre los propios seres humanos. Pensemos que ahora, en nuestro siglo XXI, a nadie le sorprende la naturaleza del rayo o de los truenos. Pero hace veinticinco siglos, el rayo era justamente la manifestación del poder de Zeus. No existía una casta sacerdotal vigilando la ortodoxia, pero sí existía una convención, que era que los dioses castigaban todos los excesos. Había una invitación a un determinado tipo de conducta moral en el concepto de la filosofía griega y, sobre todo, en el concepto asumido de la moral del mundo antiguo griego existía lo que se llama la hybris, el exceso: los dioses, se dice, castigan la arrogancia de los seres humanos. En el frontispicio de Delfos se lee: «De nada en exceso». Por eso existen los epicúreos, los estoicos…
–Sin embargo, los dioses eran los primeros excesivos: eran violentos, llenos de ira, secuestraban y violaban y mataban, incluso dentro de la familia…
–Los dioses castigan a quienes les desafían. Némesis era precisamente la encargada de castigar la arrogancia del hombre que pretendía alcanzar a los dioses, y ahí existe un paralelismo con la tradición cristiana. Pero efectivamente, los mitos son un intento de explicar el origen de la propia existencia de los seres humanos, por lo que al final reproducen las conductas de los seres humanos. Y en ese sentido, el Olimpo es peor que Juego de Tronos… Pero no se puede medir el pasado con arreglo a nuestras categorías. Yo estoy en contra de lo que se conoce como la cultura de la cancelación. De la misma manera que subrayaba que con arreglo al a la cultura clásica podemos tener una clave de acceso importante para interpretar cuadros, obras de arte y demás, y sin ella la perdemos y no vemos más que unas figuras y un lienzo sin significado, no podemos juzgar el pasado con arreglo a nuestras categorías actuales y a nuestras morales de conducta.
–¿Cuál es el peligro de eliminar la mitología de los planes de estudios?
–Si desaparecen las humanidades, el estudio de los clásicos, la filosofía, la historia, la literatura, la historia sagrada (que no hay que confundir con el catecismo), ponemos en marcha un suicidio cultural. Porque nos será hurtado el conocimiento de muchas de las cosas que nos rodean o muchas de las cosas que han acompañado a quienes nos han precedido.
–Para quien no lo conozca, ¿cómo describiría a Zeus en un par de frases?
–El señor del Olimpo, el rey de todos los dioses: es la criatura que rige los destinos del mundo mítico en los tiempos clásicos. Zeus aparece después de la guerra de los titanes, y es el señor del Olimpo, casado con Hera, padre de los dioses. Zeus es el rey de los dioses, es el poder, la personificación del poder, ¡la metáfora del poder! Por ello los emperadores, los césares, los zares y los reyes siempre han procurado imitar a Zeus. Pero no sólo en nuestra cultura griega, latina o judeocristiana, porque la mitología griega es un río caudaloso que hereda las aguas de dos o tres ríos del entorno todavía más caudalosos: las civilizaciones egipcia, caldea, siria, mesopotámica y babilónica. Porque el mundo cristiano, el mundo judío, es posterior a este ciclo de mitos.
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