La sábana santa y el misterio del aspecto real de Jesucristo
Hay una razón para el cambio iconográfico de un joven pastor con una oveja, al hombre barbudo que permanece hasta hoy

Un nuevo estudio de apenas hace unos días (26 de abril de 2022), supervisado por el Dr. Liberato de Caro del Instituto de Cristalografía del Consejo Nacional de Investigación de Italia, en Bari, ha concluido que la Sábana Santa de Turín data del primer siglo. Los rayos X de gran angular han podido medir la degradación estructural de la celulosa del lino de la sábana. El dato que arroja la medición es el de una tela que proviene de Masada en Israel, en torno al 55–74 después de Cristo; dato que contradice a la prueba de Carbono 14 de 1988, hecha a hilos del sudario y que databa la reliquia en la Edad Media por contaminación de la materia. El nuevo dato sugiere que la tela de la Sábana Santa de Turín se originó en la época de Cristo.

En el imaginario del cristiano, la fisonomía de Cristo es clara. Y el arte ha reproducido las escenas del Evangelio a lo largo de los siglos con unos rasgos de Jesús claros y contundentes, sin confusión. Sin embargo, no siempre fue así. A partir de un cierto momento, Cristo empezó a aparecer en la historia como un hombre estilizado, delgado, más bien alto y muy parecido al hombre que aparece difuso en la sábana santa de Turín. Pero esa figura humana, no siempre fue vista. ¿Por qué coinciden, entonces, imagen artística e imagen de la sábana a lo largo de los siglos?

En las catacumbas de Santa Domitila, en Roma, se conserva una imagen del Buen Pastor probablemente del siglo III. Durante mucho tiempo, esta imagen de Jesús como Pastor va a ser el tema predilecto de los artistas cristianos. En sus representaciones, los primeros cristianos se inspiraron en el texto de San Juan. Pero en absoluto era el hombre de barba de la iconografía tradicional, sino un muchacho que apacienta las ovejas. ¿Qué hizo cambiar a la iconografía cristiana y a la representación del rostro de Cristo?

En 'Historia eclesiástica griega' de Evagrius, escrita alrededor de 595, relata la desesperación de los edesanos para evitar un asedio persa en 544. Cuando el enemigo construyó una gran rampa de asedio, los edesanos excavaron debajo de ella apilando madera para quemarla, sin éxito. Entonces, «trajeron la imagen divinamente creada, que las manos humanas no habían creado». Entonces, cuando trajeron la imagen sagrada en el canal ellos la habían creado y la rociaron con agua, la pusieron en la pira y en los maderos. Y de inmediato... las vigas se incendiaron... La rampa de asedio fue destruida y la ciudad salvada». Aunque la mayoría de estudiosos dudan de los aspectos milagrosos, se cree que en algún momento del siglo VI un ícono alcanzó la fama de «La imagen sagrada no hecha con las manos de Edesa».
![los Hechos anónimos de Tadeo (en adelante AT) describió esta nueva forma de entender el origen del cuadro. Este documento es otro breve relato de la llegada del Evangelio a Edesa en el siglo I en la época de Abgar V. El mensajero del rey, Ananais, no pudo pintar a Jesús, así que:
Y Él [Jesús] sabía como conocer el corazón, y pidió lavarse; y se le dio una toalla; y cuando se lavó, se secó la cara con ella. Y habiendo sido impresa Su imagen sobre el lino, se la dio a Ananías... (Roberts y Donaldson 1951: 558).
Cuando Ian Wilson leyó el relato de AT , se enteró de que lo que el texto griego realmente decía era que a Jesús se le dio un rakos (trozo de tela) que era un tetradiplon , una palabra traducida como "doblado en cuatro", y luego imprimió su rostro en el sindón (lino). Rakos y sindon son palabras comunes, pero tetradiplon muy raro. Sorprendentemente, esta palabra nunca se usó excepto en referencia a la imagen de Edessa. Mediante tres simples pliegues a lo ancho, Wilson descubrió que la Sábana Santa de Turín se convertía fácilmente en una tela con cuatro capas dobles. Además, el panel final sería un rectángulo horizontal en forma de paisaje.](https://imagenes.eldebate.com/files/vertical_composte_image/uploads/2022/05/06/62757e8c49381.jpeg)
Los Hechos anónimos de Tadeo describió esta nueva forma de entender el origen de la imagen y es otro documento de la llegada del Evangelio a Edesa en el siglo I en la época de Abgar V. El mensajero del rey, Ananais, no pudo pintar a Jesús, así que: «Y Él [Jesús] sabía cómo conocer el corazón, y pidió lavarse; y se le dio una toalla; y cuando se lavó, se secó la cara con ella. Y habiendo sido impresa Su imagen sobre el lino, se la dio a Ananías...», que en traducciones posteriores se tradujo «doblado en cuatro» (tetradiplon), y luego imprimió su rostro en el sindon (lino). Rakos y sindon son palabras comunes, pero tetradiplon, sorprendentemente, nunca se usó excepto para la imagen de Edessa, como una tela de tres simples pliegues a lo ancho que, como la Sábana Santa de Turín, se convertía fácilmente en una tela con cuatro capas dobles.

Una carta inédita de mediados del siglo VII llamaba a esa ciudad «un trono santificado para la imagen de su adorable rostro y su glorificada encarnación». Las primeras tradiciones de Edesa indican que la tela en la que Jesús imprimió su rostro era muy reverenciada, pero se mantenía en gran secreto. Sólo el arzobispo podía abrir el cofre en el que se guardaba el icono y ver la imagen, que estaba tapada con persianas que se abrían en raras ocasiones. Después, la tela salió de Edesa y fue llevada a Constantinopla. Pero su imagen ya había corrido de boca en boca por toda Europa. En esta imagen del códice Pray, de 1192-1195, aparece representado el sudario y el cuerpo con las mismas características en la posición, en las manos (cuatro dedos por la retracción del dedo gordo por la crucifixión) y en las piernas que ahora puede verse a través de la tecnología. la ilustración del códice de Pray incluiría una mortaja con el mismo tejido de patrón de espiga como el Sudario, más cuatro agujeros de quemadura cercanos a uno de los bordes con forma de 'L', tal y como se encuentra en el Sudario de Turín. Pero, ya antes, en el siglo VII, en las catacumbas de Roma, aparece una imagen paradigmática con un rostro que empezará a imponerse en la iconografía, siguiendo el canon del mandylion de Edesa y del rostro del sudario.

Una pintura del siglo VII encontrada en las catacumbas de Roma con varias «marcas de Vignon» que incluyen una línea transversal y una caja superior abierta en la frente, una ceja levantada más que la otra y una fosa nasal más grande que la otra, según el modelo original de la Sábana Santa. El investigador Paul Vignon encuentra 15 marcas coincidentes entre el rostro de la catacumba y el rostro de la sábana santa.

El pantocrátor de santa Catalina del monte Sinaí, del siglo VI tiene los 15 puntos coincidentes de Paul Vignon. La nariz alargada, la asimetría en los ojos, el ceño fruncido, la boca extrañamente cerrada, la marca en el cuello perfectamente reconocible, como la de la sábana santa.

En el 'solidus' de Justiniano, de 680, moneda para todo el imperio, se graba el rostro oficial de Jesús. En la moneda no se deja espacio a la imaginación. El rostro lleva las sombras en los ojos, las marcas en la frente, la nariz alargada y aplastada, la barba de dos puntas, la línea atravesando el cuello y los dos mechones, características visibles en el rostro de la sábana santa.

En 1203, el cruzado Robert de Clari aseguró que en la iglesia de Santa María de las Blanquernas de Constantinopla existía una tela con la imagen de Jesús: «Donde estaba el sudario en el que nuestro Señor fue envuelto, y que cada viernes se alzaba bien alto para que uno pudiera ver en él la figura de nuestro Señor». La cita tiene importancia porque es el primer testimonio que se conoce de un sudario con la imagen que el arte, desde la salida de Edesa de aquella tela misteriosa, ya no se había dejado de reproducir.

El pago del tributo de Masaccio (1428) es una de las representaciones más elocuentes que la iconografía muestra de las características encontradas en el rostro de la sábana santa: el manto que salió de Edesa, fue llevado a Constantinopla, de ahí
