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El Premio Nobel cegado por la ideologíaPaula Andrade

El Nobel se olvida de la literatura para premiar la «corrección política»

La ganadora de 2022, Annie Ernaux, es poseedora de grandes condiciones según el nuevo «canon»: neofeminista, indigenista, proabortista, defensora del hiyab o antiisraelí

En la historia del premio Nobel de Literatura se cuentan 102 hombres ganadores frente a solo 16 mujeres. Un dato al que parece quererse dar un vuelco si se atiende a los últimos años: cinco mujeres frente a cinco hombres en la última década, en un equilibrio inédito (y acorde con los tiempos y los posicionamientos ideológicos de la recién premiada), en la trayectoria del gran premio centenario.
Alice Munro en 2013, Svetlana Aleksiévich en 2015, Olga Tocarczuk en 2018, Louise Glück en 2020 y Annie Ernaux en 2022. Casi hombre/mujer, mujer/ hombre en una sucesión paritaria matemática, que es casi lo contrario a la literatura. Entre medias Patrick Modiano, Bob Dylan (sí, Bob Dylan), Kazuo Ishiguro, Peter Handke y Abdulrazak Gurnah.

Se amontonan los candidatos

Se habla del tema casi sin cesar, sobre todo cada año por las mismas fechas, pero ¿por qué no se le ha concedido aún el premio a Haruki Murakami, escritor de calidad superior y de contable éxito? DeLillo, McCarthy, Kadaré, Atwood... como el autor japonés se acumulan, en realidad ya se amontonan, los candidatos finalistas como si fueran nadadores que hubieran obtenido su clasificación gracias a sus tiempos, mientras siguen obteniendo el premio escritores de segunda fila que nunca alcanzaron las marcas mínimas.
Annie Carson es otra de las que se amontonan y Annie Ernaux de las que aparecen de pronto y ganan. Es el triunfo de la ideología sobre cualquier otra condición, en este caso la estrictamente literaria. El lector de perfil medio/alto y medio/bajo conoce a Murakami, y a DeLillo y a McCarthy o a Margaret Atwood, pero no conoce a Ernaux, Gurnah, Glück o Tokarczuc. No se trata de premiar ni siquiera, por supuesto, los gustos y las alturas de ese lector de perfil medio/alto y medio/bajo porque no se trata de cuota de ninguna clase sino solo de literatura, de la importancia y la preeminencia y el valor de esa literatura en un abanico de apartados que quizá puedan contarse con los dedos.

El fin de la «justicia»

Decía el famoso crítico y teórico literario Harold Bloom en su Canon Occidental que se había desertado de la estética y que esta misma se reducía a la ideología. Era 1994. ¿Podría marcarse esa fecha como el fin de la «justicia» en la concesión de los premios literarios, el primero de ellos el Nobel? ¿Merece Murakami el Nobel más que Gurnah? Podría decirse que debería ser evidente, pero no lo es.
No es que Bloom, ni el jurado de los Nobel o el del Pulitzer tengan o no razón, sino la ideología. Y la ideología dice que Ernaux (neofeminista, indigenista, proabortista o antiisraelí, entre otros poderes) merece más el Nobel que Murakami, pese a que desde la Academia aseguran que solo tienen «mensajes literarios y ninguno de otro tipo». Una realidad consistente en que en todas las cosas de la vida actual, también en el Premio Nobel de Literatura, cabe de todo. Y de todas las cosas que caben en estos tiempos, una de las últimas, o al menos no de las primeras, en este caso, es precisamente la literatura.