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26 de abril de 2024

Censura

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¿Quién lleva a cabo la censura en la literatura? Nace la figura del «lector de sensibilidad»

Este nuevo modelo de corrección y revisión de textos, nacido en el mundo anglosajón, está detrás de las recientes y polémicas modificaciones de las obras de Roald Dahl, Ian Fleming y Enid Blyton

Hay grandes ejemplos en el cine y en la literatura de la figura del censor de contenidos. Quizás la más conocida sea la Policía del Pensamiento, invención orwelliana inspirada en la realidad soviética. Una figura inverosímil contenida en el mundo de ficción, aunque no tan lejana en el tiempo, como se ve en Cinema Paradiso. Aunque el control y las restricciones siempre han existido, tanto en regímenes dictatoriales como en democráticos, en la actualidad este fenómeno está ganando terreno.
De ciertos sectores puritanos, que priman la «sensibilidad» frente a la realidad o lo políticamente correcto frente al pensamiento crítico, ha nacido ahora una nueva figura, la de sensitivity reader o lector de sensibilidad. Proveniente del mundo anglosajón, este nuevo «corrector» se encarga de analizar «las representaciones estereotipadas que se hacen de las minorías y de las personas con condiciones especiales». Una labor que se desempeña, sobre todo, en la literatura infantil.

De ciertos sectores puritanos ha nacido la figura de «sensitivity reader» o lector de sensibilidad

Esta figura está detrás de las recientes y polémicas modificaciones de las obras de Roald Dahl e Ian Fleming, dos autores considerados machistas y poco respetuosos con los valores de la sociedad actual.

Alcanzar los valores «adecuados»

El objetivo principal de este tipo de organizaciones, cuyos servicios ya contratan muchas editoriales y escritores del Reino Unido, es el de garantizar que los productos ofrecidos sean totalmente «inclusivos y accesibles». Los materiales son revisados por estas instituciones, como una suerte de Inquisición, para posteriormente sugerir las modificaciones convenientes con el objetivo de alcanzar los valores «adecuados».
Cada vez son más los escritores británicos que acuden a este tipo de colectivos para no dar un paso en falso y no ser relegados al vacío de la impopularidad por la masa tuitera. Abordar temas controvertidos se está convirtiendo en una tarea muy complicada: la ultracorrección hace que los autores tengan que ir con pies de plomo en cada párrafo.
En España todavía no ha llegado esta figura, en buena medida, porque las editoriales trabajan en este campo desde el sentido común. Los propios editores son lo suficientemente sensibles para discernir que contenido puede llegar a ser perturbador o herir sensibilidades, más aún, si se trabaja en el sector infantil.
Los libros han desempeñado a lo largo de su historia un papel fundamental en la educación de la sociedad. Han servido como trasmisores de ideas y valores muy potentes. De hecho, un método efectivo de control de la población, utilizado en el transcurso de la historia, ha sido la eliminación, la censura o la prohibición de las obras literarias. Sin libros, sin contenido polémico o contrario al pensamiento de unos y de otros nunca existiría el debate.
La editorial Peguin Ramdom House se pronuncia sobre esto mismo: «No podemos evitar los temas potencialmente perturbadores en nuestros libros justamente porque creemos que solo así pueden contribuir a crear un debate público de calidad en torno a ellos».
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