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La escritora JK Rowling y la actriz Emma WatsonEuropa Press

La guerra entre JK Rowling y los actores de Harry Potter: las claves del conflicto por la cuestión trans

La actriz Emma Watson ha tratado de reconducir la situación ante la caída de los postulados de género, pero JK Rowling se niega a perdonarla

Cuando en el año 2001 se estrenó la primera entrega de la adaptación cinematográfica de la saga literaria de Harry Potter nada hacía presagiar que la relación entre aquellos inocentes niños que interpretaban a los protagonistas de las novelas, y su autora, JK Rowling, terminaría con los años, y con los niños ya adultos, como un desencuentro desagradable y, en muchos aspectos, violento.

Cuando se estrenó la película Rowling era todo un fenómeno editorial y un referente moral para nuevas generaciones: mujer feminista, procedente de un entorno humilde que alcanzó el éxito a base de trabajo y tesón, y autora de una de las sagas de literatura infantil más exitosas de todos los tiempos.

Los protagonistas de la adaptación cinematográfica de los libros, Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint, se convirtieron en estrellas de forma automática e iniciaron un camino de fama con desigual resultado en sus carreras como actores.

Lo que ni Rowlling ni los entonces tres niños esperaban es que unos años después, lejos de mantener una relación cercana gracias al universo Harry Potter, acabarían a palos por una cuestión tan ajena a sus profesiones como la cuestión trans y la ideología de género, y que terminarían protagonizando portadas en los medios no por sus trabajos como actores o como escritora, sino por los palos que se lanzan a la cabeza.

La llama se fue alimentando poco a poco con el debate sobre si los transexuales deberían ser considerados mujeres, para lo cual las leyes estaban erosionando el concepto de mujer.

La ideología trans, al abrigo de ese nuevo concepto surgido para referirse a todas las ideologías progresistas identitarias (género, raza, etc.), lo woke, entró con fuerza en Hollywood y, en general, en el ámbito de la cultura anglosajona, tanto en Estados Unidos como en Reino Unido.

Quien disintiera, mínimamente, era tildado de tránsfobo u homófobo y automáticamente cancelado.

No es de extrañar que unos jovencísimos Radcliffe, Watson y Grint salieran a hacer declaraciones públicas defendiendo los postulados de la ideología trans y criticando a una JK Rowling –a la que le debían toda su carrera, fama y fortuna– para la que las leyes trans eran antifeministas, invisibilizaban a la mujer, inculcaban sus derechos e, incluso, las ponía en riesgo. Sus carreras estaban en juego.

Como respuesta a unas declaraciones públicas de JK Rowling en contra de las leyes trans y en defensa de los derechos de las mujeres, Emma Watson afirmó en 2020 en un mensaje en redes sociales que «las personas trans son lo que dicen que son y merecen vivir sus vidas sin que se les cuestione constantemente o se les diga que no son lo que dicen que son».

Daniel Radcliffe, tal vez temeroso de que las declaraciones de la escritora de Harry Potter perjudicaran a su carrera por protagonizar las películas, fue más allá y publicó un extenso mensaje en el que pedía disculpas a los fans de Harry Potter por las declaraciones de Rowling:

«A todas las personas que ahora sienten que su experiencia con los libros se ha visto empañada o degradada, lamento profundamente el dolor que estos comentarios (los de Rowling) les hayan causado».

En ese mensaje afirmaba con rotundidad que «las mujeres transgénero son mujeres» y declaraba que «debemos hacer más para apoyar a las personas transgénero y no binarias, no invalidan sus identidades ni causarles más daño».

Rupert Grint también expresó tras las declaraciones de Rowling su «apoyo firme a la comunidad trans: las mujeres trans son mujeres. Los hombres trans son hombres».

Solo un veterano como Ralph Fiennes, que interpretó al villano de la saga, Lord Voldemort, echó un capote a JK Rowling y, en unas declaraciones recogidas por la BBC, afirmó que el ataque que estaba sufriendo por expresar sus ideas era «repugnante y espantoso».

A partir de entonces, los puentes entre los tres actores y la escritora quedaron totalmente rotos. JK Rowling acusó a los actores de arruinar la saga con su activismo ideológico y convirtió la defensa de los derechos de las mujeres frente a los intentos de obligarlas a compartir espacios con hombres que se declaran mujeres en su bandera principal.

A partir de entonces, la escritora comenzó a recibir toda clase de amenazas de muerte contra ella y su familia.

La tormenta, lejos de remitir, arreció después de que en 2022, durante los Premios Bafta, Watson declarara que estaba sobre el escenario «para todas las brujas», y añadió: «excepto para una», una frase que todo el mundo interpretó que iba dirigida a Rowling.

Ese momento, aseguró la autora, «fue un punto de inflexión para mí» y aseguró que Emma, tras echar más leña al fuego, le mandó una nota por medio de terceros donde ponía una sola línea: «Siento mucho lo que estás pasando».

Rowling recordó que Watson tiene su teléfono, y que esa nota la mandó «cuando las amenazas de muerte, violación y tortura contra mí estaban en su apogeo».

Recientemente, la escritora vio respaldada su batalla cuando el Tribunal Supremo británico estableció la definición legal de ‘mujer’ y lo vinculó al sexo biológico, excluyendo a los trans como mujeres legales.

Esto ocurrió el pasado mes de abril y desde entonces parece que los activistas woke que se negaron a dialogar contra todo aquel que advertía de los peligros de considerar como mujeres a hombres que se definían como mujeres tildándolos de peligrosos tránsfobos reaccionarios y ultraderechistas, han comenzado a recular y a buscar puntos de encuentro.

Para JK Rowling, ya es tarde para eso. Hace unos días Emma Watson trató de reconducir la situación con unas declaraciones en las que aseguraba que no había cancelado a la autora e incluso dio a entender que le gustaría reconstruir los lazos con la escritora: «Mi mayor deseo es que las personas que no están de acuerdo con mi opinión me quieran, y espero poder seguir queriendo a personas con las que no necesariamente comparto la misma opinión».

También aseguró que «nunca se pudo mantener una conversación» sobre el tema con la escritora, obviando los mensajes de ella y sus compañeros de reparto atacándola.

La reacción de Rowling a esa pretensión de enterrar el hacha de guerra no se hizo esperar. Rowling la llamó «ignorante» de cuestiones básicas de la vida por haber vivido siempre, desde niña, rodeada de riqueza y fama: «Emma tiene tan poca experiencia con la vida real que ignora lo ignorante que es».

También desdeñó cualquier intento de disculpa de los actores y aseguró que «no tengo necesidad de aprobación eterna de ningún actor que haya interpretado a un personaje creado por mí».

En contraposición, recordó que ella «no era multimillonaria con catorce años. Vivía en la pobreza mientras escribía el libro que hizo famosa a Emma».

También criticó que «años después de terminar su participación en Potter (Emma Watson y Daniel Radcliffe) siguen asumiendo el papel de portavoces de facto del mundo que creé» por el hecho de haber protagonizado las películas.

Por último, afirmó con ironía que las declaraciones de Emma señalando que la ama y aprecia son «un cambio de rumbo que sospecho que ha adoptado porque se dio cuenta de que condenarme a viva voz ya no está tan de moda como antes».