Un provocador genial
Con Alfonso se pasaba muy bien no solo en público, sino en privado donde continuábamos el espectáculo. Alfonso te provocaba y te colocaba en situaciones bastante histriónicas
Imagen de archivo de Alfonso Ussia
Cuando yo creo que entré más en la vida de los Ussía, y en especial en la de Alfonso, fue a raíz de la llegada de Don Juan a España con motivo del bautizo de su nieto Don Felipe.
Claro que ya nos conocíamos de múltiples amigos y sobre todo de amigas comunes en los guateques de nuestra juventud, pero con esta ocasión se intensificó nuestro trato.
En su casa de Velázquez, en aquel salón tan inmenso que capitaneaba su genial madre Pochola, siempre había gran ambiente que se intensificó con la preparación del recibimiento a D. Juan en Madrid.
Lo vivimos con gran intensidad yendo a todos los sitios por donde podía pasar nuestro Rey. Desde el recibimiento en Barajas hasta la casa de los Alburquerque en Recoletos, la Iglesia de la Paloma, Liria, y allí nos concentrábamos y nos desgañitábamos gritando viva el Rey con la mala cara que nos ponían los grises y los de la Brigada Social.
Recuerdo que, en la Paloma, le pedimos al organista que siguiera las siguientes instrucciones y tocara la marcha real cuando le dijéramos que era claro la entrada de D. Juan. Cuando esto se produjo, la policía subió, pero nosotros ya nos habíamos ido. ¡¡¡La marcha real solo se toca a la entrada del Rey!!!
Los primeros éxitos de Alfonso fueron, creo yo, en el Sábado Gráfico cuyo propietario, Eugenio Suárez, fue su gran admirador y mecenas publicándole libros de gran éxito.
Pero donde tuvo la faceta más divertida, fue en la radio y concretamente, con Luis Del Olmo en el programa El Estado de la Nación. Ahí estaba rodeado de genios del humor como su entrañable amigo Antonio Mingote, Luis Sánchez Pollack «Tip», Jose Luis Coll y Manolo Summers entre otros.
Cuando yo vine de uno de mis destinos para unas vacaciones, Alfonso me invitó a un gran almuerzo que había en el Club Financiero Génova, donde él era director y sin más, me invitó a hablar, presentándome, ya no me acuerdo bien si como de Embajador de Venezuela o de Portugal.
A raíz de eso, Luis Del Olmo me llamó para participar en algunos programas del Estado de la Nación y tengo que decir que fue una de las experiencias más divertidas en el Madrid de esa época.
Con Alfonso se pasaba muy bien no solo en público, sino en privado donde continuábamos el espectáculo.
Alfonso te provocaba y te colocaba en situaciones bastante histriónicas. Recuerdo que, en Formentor, con motivo de los premios de humor que ahí se daban, Alfonso me fue presentado junto a un público muy heterogéneo, como embajador de Portugal, Argentina, Venezuela, etc.
Yo salía al estrado y comentaba haciéndome pasar por el embajador de cada uno de esos países, diciendo que claro los pinos de Cascáis o de Maracaibo o de la Patagonia eran siempre infinitamente mejores que los de Mallorca, y el público no se daba cuenta de que era la misma persona y Alfonso disfrutaba viendo como la gente mallorquina se iba indignado no dándose cuenta de que yo era la misma persona.
Después de Madrid, con la Moraleja incluida, sus dos grandes lugares han sido el San Sebastián de su infancia y luego Comillas donde llegó de mano de los Hornedo. Allí ha tenido grandes amigos desde Adela Well y Perico Ibarra hasta toda la familia Muguiro Hornedo que tanto le ha querido y tantos amigos y compañeros de juegos de bolos que tanto le han querido.
En fin, ha sido el gran amigo con el que tantísimo he disfrutado y tanto he querido. Su buen humor, cariño y amistad seguirá acompañando.
- Ramón Gandarias es Embajador de España.