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30 de abril de 2024

La primavera o Labradora valenciana (1900) de Joaquín Sorolla

La primavera o Labradora valenciana (1900) de Joaquín Sorolla

La Fundación María Cristina Masaveu Peterson muestra los enormes tesoros del Museo de Bellas Artes de Valencia

Una cuidada selección de la pinacoteca mediterránea muestra obras maestras desde el XIV hasta el XX, con obras de Ribera, Juan de Juanes o Sorolla entre otros diamantes

Oro puro (de verdad), joyas, en la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. El oro puro en los marcos bajo los marcos. Todo es oro y temple, de templanza y de fe en los motivos. Los maestros valencianos desconocidos para que se conozcan.
El tesoro de los maestros del Museo de Bellas Artes de Valencia en Madrid. Las estrellas Van Eyck o Starnina que llegan a la ciudad, como el espectador llega a la calle Alcalá Galiano, 6, atraídos por la nueva escena, la joven escena de la rica ciudad cristiana en el XV.

La «Verónica» delicada

Una pequeña muestra de las más de 3.700 que se guardan en la «enciclopédica» pinacoteca levantina. Orgulloso director de los 46 «Sorollas» seleccionados y del resto de obras («Riberas», «Juan de Juanes»... también seleccionadas, desde el XIV.
Un anzuelo para llevar al espectador al gran patrimonio histórico valenciano. El «músculo» de la pintura valenciana de la Edad Media de máximo nivel europeo con valores de millones de euros. La «Verónica» delicada, la imaginería que también muestra la realidad social de Valencia.

Las ricas sedas

Las ricas sedas. Mencía de Mendoza, la gran culta casada con un noble flamenco, trae a El Bosco. Los aprendices de Da Vinci también están allí. Juan de Juanes, «el perfecto», el mejor pintor renacentista español, el más moderno, el anticipador del barroco, el maestro del color.
La estética, el pequeño Salvator Mundi que da pie al XVII. El barroco de la reforma protestante. Navarrete como naturalista precedente de Caravaggio, Ribalta y Ribera, el pintor más diestro y versátil del siglo. Su Pitágoras serio, docente y su Heráclito con prisa y que llora: la fugacidad de su filosofía.
Los bodegones y el trampantojo valencianos, aflamencados. La superación de la figura humana y el «engaño del ojo». La foto fija que está a punto de cambiar, el paso del tiempo. La muestra crece desde la descomposición al inicio de la modernidad con Sorolla y Benlliure. La pintura realista que ya anticipa la introspección del XX. Los atisbos que sin embargo muestran los enormes atrasos sociales, la impactante denuncia de Fillol, el epatante.

El costumbrismo de Sorolla

El costumbrismo de Sorolla, el inherente estereotipo, la labradora valenciana engalanada como icono. Retazos de una realidad para construir la realidad que no existe, pero se reconoce. Lo valenciano idealizado en el lienzo imperfecto que tuvo que ser ampliado con costura por un error del artista respecto al pedido.
La fantasía que sin embargo «funciona». Culmina el recorrido (recórranlo lentamente) con las primeras décadas del XX y aquello que llamó Picasso «la vuelta al orden», a lo figurativo en la unión buscada de dos mares al encuentro con lo contemporáneo.
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