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24 de abril de 2024

Luz para el mundo

«Luz para el mundo» de Nicolás MassmannRialp

'Luz para el mundo': compendio de doctrina al alcance de cualquier cristiano

Edición que sabe presentar el pensamiento de Ratzinger de forma práctica. Es un libro que puede leerse de corrido, o bien usarse como manual de consulta para asuntos concretos

A lo largo de la historia de la Iglesia —e incluso cabría decirse que a lo largo de la historia de la civilización— hay personajes cuyo legado se prolonga muchos siglos tras su tiempo en esta vida. Personajes cuya sombra —o cuya luminaria— se proyecta a través de épocas, revoluciones y metamorfosis de las sociedades. Uno de esos personajes es —no cabe duda— Joseph Aloisius Ratzinger, un bávaro nacido en la Alemania de entreguerras que, en abril de 2005, fue elegido papa, y escogió Benedicto como nombre petrino.
Cuesta localizar un pontífice que haya alcanzado tan eximio grado en la nítida expresión de la verdad doctrinal. Un papa que, al mismo tiempo, gobernaba la Iglesia universal con la suavidad de un padre que a todos sus hijos acoge con igual y específico cariño. Motivos de sobra para referirnos a él con aquella fórmula que Erasmo empleaba —citando a Quintiliano— para definir a Tomás Moro: vir omnium horarum. O, como se tituló en España la película de Fred Zinnemann y Robert Bolt, «un hombre para la eternidad».
En Luz para el mundo, Nicolás Massmann —sacerdote y doctor en Teología por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma)— selecciona centenares de párrafos de la obra y palabra de Benedicto XVI, encuadrando su herencia pastoral, humanista, intelectual, en una docena de grandes temas, desglosados, a su vez, en capítulos y epígrafes. De modo que este libro no sólo resulta una fuente valiosa por su contenido, sino por su edición y distribución. El formato evita, por tanto, la mera acumulación de largas exposiciones.
Luz para el mundo

rialp / 472 págs.

Luz para el mundo

Nicolás Massmann

Los extractos son de suficiente extensión, como para contener el contexto necesario; pero resultan lo necesariamente breves, como para tomar la esencia concreta de decenas de asuntos: desde la Virgen María o la Iglesia hasta la secularización, el papado o la Eucaristía. Un esmerado compendio o centón de alta teología al alcance de cualquier cristiano: alimenta la fe del carbonero tanto como orienta al erudito. Eso sí; al final, y a modo de anexos, aparecen íntegros cuatro textos fundamentales: su homilía durante la misa que daba inicio al cónclave de 2005 —un día después de pronunciar esta homilía, se asomó desde un balcón de San Pedro como nuevo papa—, su discurso en la Universidad de Ratisbona (2006), el discurso en el Bundestag (2011), y su última audiencia, el día antes de su renuncia.
El prefacio de Massmann y la «introducción a la retórica de Benedicto XVI», a cargo de Alberto Gil —profesor en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz —, ayudan a adentrarse y saber interpretar el libro. Lo mismo habría que comentar sobre su índice temático. El editor ha sabido presentar el pensamiento de Ratzinger de forma práctica. Es un libro que puede leerse de corrido, o bien tenerse como manual de consulta para asuntos concretos sobre la diversidad de puntos en que se estructura. Y no se trata sólo de un vademécum sobre fe y doctrina; también habla sobre cultura y sobre aspectos de nuestra vida cotidiana.
Benedicto no se ciñe a la defensa del depósito dogmático. Se pregunta, indaga, se aventura. Y con una mezcla de ingenio deslumbrante y sencillez casi infantil. Hay mucho de diálogo, de tersura en su palabra. Por ejemplo, cuando dice: «en el cristianismo no puede haber lugar para una religión meramente privada». O cuando comenta: «yo creo que la Virgen se planteó más de una vez esta pregunta: ‘¿Por qué Jesús quiso nacer de una joven sencilla y humilde como yo?’ … María recibió la respuesta plenamente al final, tras haber puesto en el sepulcro del cuerpo de Jesús, muerto y envuelto en una sábana. Entonces comprendió plenamente el misterio de la pobreza de Dios». O cuando asegura: «El papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley».
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