
Tren Talgo en 1942
‘Historias del cinturón de hierro’, un vizcaíno en la Quinta Columna
Apasionante y documentada biografía de Alejandro Goicoechea, el ingeniero detrás del TALGO
El autor que rehúye el título de historiador por excesivo, aunque lo es, aclara al iniciar el libro que hay dos versiones enfrentadas de la misma historia y «si de algo está sobrado el Cinturón de Hierro es de mitos», sentencia el escritor que también sentencia que las obras que tratan de Alejandro Goicoechea son refritos y citas de otros textos basados muchos en testimonios personales no corroborados de una obra anterior escrita con el prisma ideológico tan concomitante con las leyes impuestas de memoria histórica.

Amazon (2025). 205 páginas.
Historias del cinturón de hierro. Alejandro Goicoechea, un vizcaíno en la Quinta Columna
El investigador va más allá y recurre a los archivos, especialmente al General Militar de Ávila, que reúne los juicios e investigaciones sobre el militar que acabó siendo uno de los creadores del TALGO. De él destacaban en el Memorial de Ingenieros «su gran cultura y sus cualidades de pensador original y estudioso» que ya estaban en su padre.
Alejandro Goicoechea como alumno en la Academia de Ingenieros recibió a los 14 años la Cruz de Primera Clase al Mérito Militar, teniendo como profesor a Juan Vigón, que será preceptor de los hijos de Alfonso XIII.
El teniente Goicoechea hará sus primeras armas bajo el fuego en la Guerra de Marruecos, al igual que una generación completa de oficiales españoles. Allí recibirá de nuevo cruces de primera clase pero ahora con distintivo rojo: ha entrado en combate. El autor desmonta así la leyenda interesada de la mentida cobardía del oficial Goicoechea tan extendida tras la guerra civil por los gubernamentales adictos al Frente Popular.
Como curiosidad, se indica que fue el noveno escalador en ascender al Naranjo de Bulnes. En ese tiempo se comprometió de lleno con los ferrocarriles y la idea de aligerar los vagones de tren y articularlos.
La inquina de la izquierda bien pudo empezar cuando desmontó el intento de la Unión General de Trabajadores (UGT) de montar el sindicato de ferroviarios. En la huelga de 1934, nuestro héroe realizó diversas funciones, incluso de maquinista, lo que incrementará el odio hacia él en las filas izquierdistas, que se incrementó cuando le encargaron un proyecto de militarización del servicio que sirvió para deshacerse de él y mandarle al paro en la empresa, cuando el departamento de obras públicas pasó a depender de un militante comunista con carnet.
El 1 de febrero de 1936 patentó el Tren Elevado Español (TEE). Comenzado el Alzamiento, está a la expectativa y entra en contacto con militares y miembros del PNV, nacionalistas que todavía no han decidido su postura en la rebelión contra el Frente Popular. El Departamento de Guerra le ordena la construcción de un campo atrincherado en defensa de la plaza de Bilbao encuadrado en un equipo con otros militares y profesionales varios. Tanto Goicoechea como el capitán Murga comienzan a boicotear la obra y a recabar información para el ejército rebelde. Son descubiertos y fusilados unos y condenados a cadena perpetua otros. Goicoechea se salvó porque le suponían próximo al PNV. Incluso cuando despertó sospechas que no pudieron demostrar, el propio lendakari Aguirre, embrutecido por las conjeturas de Sabino Arana, las disipó tras entrevistarse con el oficial de Ingenieros.
Tras acumular documentación iniciaron el viaje hacia las líneas rebeldes, llegando a la IV Brigada de Navarra donde entregó los planos del cinturón de hierro. La resistencia de Bilbao estuvo muy lejos de ser heroica. A pesar de los servicios prestados, en breve comenzó la investigación para disipar dudas acerca de su postura hacia el Movimiento Nacional, algo habitual en los militares que estaban en territorio gubernamental durante el Alzamiento.
De forma paralela en el tiempo, en Bilbao se inicia juicio en ausencia contra los dos oficiales evadidos y como es costumbre en los tribunales «populares» republicanos los condenan a muerte.
Tras ganar los galones de comandante, Goicoechea regresa a su pasión vital, los ferrocarriles. Desde 1939 es teniente coronel y entra en RENFE. Entonces construye y prueba un prototipo de tren articulado. El ensayo es un éxito pero no consigue financiación en la España arrasada por la guerra. Se asoció con el empresario Oriol y constituyen TALGO, Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol.
En los años 60, el desarrollo de la España franquista permite extender los Talgos de servicio por todo el territorio, cuyos diferentes modelos llegarán a ser capaces de adaptar el ancho de vía español al europeo. El libro añade un completo apéndice documental.
La única pega que este periodista descubre en la obra es la portada, no muy afortunada y no está a la altura del libro, proyectando una imagen infantil por la tipografía elegida y sus colores que no permiten vislumbrar la hondura del volumen.