‘Hogar fútbol’, manual de supervivencia en tiempos de crisis

«En enero de 1949, huyó del telón de acero de Hungría tras disputar un partido en Budapest. Se despidió de su madre sin confesarle cuál era su verdadera intención y tardarían doce años en reencontrarse. Era un futbolista de primer nivel y tenía prohibido fichar por un club extranjero de occidente, pero, ante la obligatoriedad de realizar el servicio militar, tomó la decisión de huir. Su mujer y su hijo recién nacido vivían en Checoslovaquia. Escondido en la parte trasera de un camión, con matrícula soviética falsa y disfrazado de soldado ruso, cruzó junto a otros cuatro compañeros de equipo y otras personas la frontera con Austria, llegando a la zona administrativa de Estados Unidos».

Escojo este párrafo tan significativo (página 91) para que el lector vaya haciéndose una idea de las características del libro que traigo hoy a esta sección literaria: Hogar fútbol, de Gabino Sánchez Llamazares (La Moderna, 2024). El jugador retratado es, nada más ni menos, que Ladislao Kubala, leyenda del FC Barcelona y uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.

Olvidémonos, pues, de coches caros, viviendas de lujo, aviones privados, mansiones espectaculares e inversiones millonarias. Hogar fútbol no abunda en los privilegios terrenales de los Messi, los Cristiano Ronaldo o los Mbappé de turno. Muy al contrario, este libro analiza la existencia truncada de un grupo de futbolistas que tuvieron que sobrevivir en circunstancias sociales y políticas muy duras, a veces cuando aún eran niños. El propio Kubala, cuya familia no nadaba precisamente en la abundancia, dio sus primeros pasos en el ámbito del fútbol como recogepelotas y como encargado de limpiar con betún las botas de sus ídolos.

Pero esta imagen dickensiana del joven recogepelotas, futuro galáctico del balompié, no es ni mucho menos lo peor que podemos encontrar en esta recopilación, tal como reza el subtítulo, de «historias de exilios, persecuciones, discriminación y fútbol».

Las convulsiones del pasado siglo –que alarga sus tentáculos hasta el presente– han sido retratadas hasta la saciedad en ensayos, novelas, películas y documentales, que podemos contar por miles. Hogar Fútbol lo que hace es examinarlas bajo la lupa de un deporte que atrae a las masas. Esta obra destaca por su originalidad a la hora de retratar la dureza de la vida a través de las experiencias de varios futbolistas que enfrentaron terribles dificultades.

El lector se acercará a las figuras, por citar solo algunos de los protagonistas de esta historia colectiva, de Ferenc Puskás, el ya nombrado Ladislao Kubala, Ricardo Zamora (superviviente de las sacas de la cárcel Modelo), Perico Escobal (que pudo ser fusilado hasta en cuatro ocasiones), Nadia Nadim (huida de Afganistán tras el asesinato de su padre), los hermanos Iñaki y Nico Williams, Fatim Jawara o nuestro queridísimo (no solo por quienes somos madridistas) Lukas Modric, que vio cómo mataban a su abuelo. Por no hablar del que más me ha impresionado, Justin Fashanu, estrella de la Premier, el primero en confesar públicamente su homosexualidad, sometiéndose así a una presión social que al final no pudo soportar. Todos estos hombres y mujeres tienen una trastienda personal dramática que Gabino Sánchez Llamazares expone, a modo de homenaje, en estas páginas de sabor agridulce.

Un libro que leemos como si fuera una síntesis de novelas o películas vibrantes, con guerras de por medio, viajes en barcos salvíficos, exilios, miedos, rencores, travesías por el desierto, fanatismos ideológicos, pasaportes falsos y certificados amañados para poder jugar al fútbol, campos de refugiados, etc. La realidad, como suele decirse, sobreponiéndose a la ficción, en este caso con las botas manchadas de barro y prejuicios.

Se echaba de menos un libro como Hogar Fútbol, bien documentado, curioso y amable de leer (su naturaleza anecdótica alivia el dramatismo de los hechos relatados), que hará las delicias de los amantes del deporte rey, de la historia y de la incomprensible condición humana, capaz de lo mejor y de lo peor, con y sin pelota.