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26 de abril de 2024

Julio Iglesias

Julio Iglesias en el Festival de Eurovisión de 1970, en Ámsterdam

La curiosa historia del primer éxito internacional de Julio Iglesias

Cincuenta años del triunfo de Un canto a Galicia, un clásico de accidentada gestación

Un canto a Galicia es la canción con la que Julio Iglesias dio el salto internacional en 1972, justo hace medio siglo. Fue número uno en varios países de Europa (Bélgica, Holanda, Alemania, Francia e Italia), Hispanoamérica, norte de África y Oriente Medio. Esconde varias historias curiosas, que reconstruiremos con testimonios de varios de sus protagonistas: una letra (mal) traducida en un mítico restaurante coruñés, su estreno mundial el día en que Ana Belén y Víctor Manuel se conocieron, una accidentada y sudorosa grabación en la que participó Pepe Domingo Castaño y, por último, un éxito mundial que hizo preguntarse a los alemanes quién era esa guapísima chica a la que ese artista tan moreno cantaba cosas tan bonitas. Vayamos por partes.

Los precedentes

En 1968, Julio Iglesias ganó el festival de Benidorm con La vida sigue igual. En 1970 fue cuarto en Eurovisión con Gwendolyne y viajó por primera vez a Latinoamérica. En 1971 sus álbumes llegaron al millón de copias vendidas.
El 12 de agosto de 1971, en plenas fiestas de María Pita, Julio Iglesias se anunció en el Palacio de los Deportes coruñés junto a Víctor Manuel, que era el cabeza de cartel. Actuaron en doble sesión: tarde y noche. Fue el día del estreno mundial de Un canto a Galicia.

El accidentado estreno

«Mi padre es gallego, tengo familia orensana, me encanta el mar, me encantan las gentes de esta tierra, me gusta Galicia y por eso les canto, como un homenaje pequeño, pero sentido», explicó Julio, recién llegado a la ciudad, a su amigo el crítico musical Nonito Pereira, el presentador del espectáculo.
Pero, ¿cómo se gestó la «traducción» de la canción? Hay dos versiones. Nonito Pereira escribió en el primer volumen de sus memorias musicales que la noche del 11 de agosto de 1971, Julio Iglesias, su padre y el periodista local Ezequiel Pérez Montes cenaron en el restaurante más antiguo de la ciudad, el Fornos, en la calle de los Olmos. Fue en ese local, magníficamente decorado con obras del pintor Urbano Lugrís, en el que tradujeron la letra del castellano al gallego.
Pérez Montes contó otra historia hace unos meses en una entrevista publicada en La Hoja del Lunes. El lugar y los protagonistas son los mismos, pero varía el cuándo: «Lo entrevisté [a Julio] y comimos en el Fornos. En los postres salió en la conversación que esa noche estrenaba Un canto a Galicia. Me enseñó una letra que... En vez de 'pai' decía 'pae'. Le tomaron el pelo en el primer pase del concierto y hubo que rehacerla y lo hice yo. De hecho, por Navidades me manda un dinerillo de derechos de autor».
Seguramente, la memoria traicione a Pérez Montes, porque no consta en las crónicas que Julio Iglesias cantase en el primer pase Un canto a Galicia. Solo lo hizo en el segundo. De hecho, fue tras la actuación de la tarde cuando pidió a Nonito Pereira que mediase con Víctor Manuel para que este actuase en primer lugar en la sesión nocturna, con el argumento de que él iba a estrenar una canción muy significativa para el público local. Unas horas antes, el crítico había presentado al asturiano a una joven actriz llamada Ana Belén, quien estaba representando en la ciudad una obra teatral, Sabor a miel. Víctor Manuel no puso objeción alguna, sino que aceptó entusiasmado: «¡Por mí, encantado! Ningún problema, así acabamos antes y me voy a buscar a Ana Belén», le dijo a Nonito, quien transmitió la buena nueva a Julio.
Así fue como el hijo del doctor Iglesias, con un traje blanco, cerró la noche musical. Subió al escenario decidido, pero se comió el último escalón. El espectacular tropezón asustó al público, pero Julio supo recuperar la compostura. Y fue aclamado tras interpretar por primera vez su nueva canción. Aún no sabía cuántas alegrías le traería.

La grabación

Quedaba grabar la canción, para que llegase a todos los rincones del mundo vía vinilo. Y ahí tuvo mucho que ver el periodista gallego Pepe Domingo Castaño, según cuenta en Hasta que se me acaben las palabras, su libro de memorias recientemente publicado.
Todo empezó con un telefonazo de Gabriel González, de Columbia Records. «Te llamo de parte de Julio Iglesias para ver si nos puedes echar una mano. Estamos grabando un tema en gallego en el estudio y a Julio le gustaría que le asesorases con la letra, porque no está muy seguro de que lo que ha escrito. ¿Te puedes pasar por aquí esta tarde?».
Allá se fue Pepe Domingo Castaño. Se encontró a un Julio inusualmente sudoroso, nervioso, «escribiendo palabras en un atril colocado delante del micrófono de grabación». El cantante le confesó que estaba atascado en la parte que decía «eu quéroche tanto, terra do meu pai» («yo te quiero tanto, tierra de mi padre»). El periodista le propuso de entrada añadir «eu quéroche tanto, miña terra nai» («yo te quiero tanto, mi tierra madre»). Trabajaron durante horas, quitando y poniendo palabras. Moviendo estrofas. Al final, «miña terra nai» se incorporó a la canción, nada menos que en el estribillo: «Un canto a Galicia, hey / Terra de meu pai / Un canto a Galicia, hey / Miña terra nai».
Cuenta Pepe Domingo que hubo un cambio al que Julio se negó. En gallego, «lejos» se dice «lonxe», no «leixos». Su amigo le explicó que alguna gente se enfadaría con él por ese error. No cedió: «Me dijo que ya estaba acostumbrado a decirlo de esa manera», apunta en Hasta que se me acaben las palabras.

El éxito

El éxito internacional de Un canto a Galicia se produjo en 1972, cuando se incluyó en el disco Por una mujer y se publicó como sencillo en Ángola, Alemania, Bélgica, Turquía, Francia, Países Bajos. Tal es la repercusión que llegará a grabar la canción en otros dos idiomas. Aquí la tenemos en versión alemana.
Aquí, en italiano:
El éxito en el país germano es tal que la distribuidora de allá contactó con la discográfica de acá, y le pidió que le enviase, con la mayor urgencia posible, unas fotografías de esa muchacha llamada Galicia, que suponían muy guapa, a la que Julio Iglesias le decía esas cosas tan bonitas. En la ciudad coruñesa se puso en marcha Nonito Pereira, que envió «ipso facto» para Madrid una bucólica panorámica gallega en la que un par de vacas pastaban en unos hermosos prados.
La reacción de los alemanes tuvo que ser digna de ver. Como es digna de ver la reacción del propio Julio en una actuación en Chile en 1977, ante más de 100.000 personas, cuando su padre irrumpe en el escenario mientras él entona Un canto a Galicia: interrumpe el tema para abrazar a su progenitor y después sigue, pero ya con lágrimas en los ojos.
Gracias en gran parte al éxito de Un canto a Galicia, Columbia Records entregará a Julio Iglesias el premio al mayor vendedor de discos en el mundo durante 1972. Ese año se convierte en «el artista español más internacional». Y no ha dejado de serlo hasta hace bien poco, y por una combinación de factores: su semiretiro por problemas de movilidad y la irrupción fulgurante de Rosalía. Pero que le quiten lo bailao –y cantao, a Galicia y a muchas otras– durante medio siglo.
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