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04 de mayo de 2024

Plafón de Sant Jordi en la Casa de les Punxes

Plafón de Sant Jordi en la Casa de les Punxes

'Sant Jordi', la tradición local que en realidad es una copia del San Jorge universal

El origen de la festividad es simplemente una versión de la leyenda de San Jorge y el dragón, adaptada por infinidad de pueblos y culturas

Cualquier cultura o celebración se deshace con solo descubrir que en realidad es una copia. Halloween es ya hoy una fecha global invasiva desprovista de todo significado. Hay tradiciones y tradiciones. Halloween ya no lo es, trasladada primero más allá de Irlanda y segundo trasladada más allá de las películas estadounidenses de los 80. Una película, precisamente, es el Sant Jordi catalán, que es el San Jorge internacional, una de las festividades más importantes y menos originales del mundo.
Todo el mundo tiene su San Jorge. También Cataluña, sobre todo la separatista, que en su obsesivo deseo de obtener pedigrí nacional colecciona mitos ajenos con orgullo patriótico como aquel publicista de Mad Men incluía con orgullo de autor anuncios ajenos en su currículum. La leyenda medieval cuenta que un dragón hizo un nido en la fuente de una ciudad y sus habitantes tenían que hacerle ofrendas para poder beber. Cuando se acabó el ganado empezaron los sacrificios humanos, hasta que le llegó el turno a la princesa.

Sant Jordi es San Jorge

Fue cuando apareció el caballero, Jorge, quien luchó contra el dragón y lo mató, salvó a la princesa y después el pueblo abrazó la fe cristiana. El cuento se repite por todas partes con las variaciones y peculiaridades de cada lugar, incluida Cataluña. La leyenda de Sant Jordi es exactamente igual que la leyenda de San Jorge, pero ubicada en la pequeña ciudad tarraconense de Montblanc.
La única diferencia es que no vino San Jorge sino Sant Jordi a matar al dragón, y que de la sangre del animal mitológico surgió un rosal del cual le regaló una rosa a la princesa, la flor que se regala en este día como «tradición», que más bien es otra festividad global, como Halloween, que Cataluña hace propia. No es la mentira de 1714 y la guerra de sucesión convertida en guerra de secesión, pero sí una simple copia local, como tantas otras, de una celebración mundial.
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