El Barça tumba al Real Madrid y se lleva la Copa en una final memorable

No defraudó el mejor partido que existe en el fútbol español. La final de la Copa del Rey entre Real Madrid y FC Barcelona fue una oda el fútbol pero no era posible que ganaran los dos. La tuvo primero el equipo culé en su mano, después el conjunto merengue, pero finalmente todo se decidió en una prórroga a la que llegó con más energía el conjunto de Hansi Flick y en especial Jules Koundé, que fue quien puso el 3-2 definitivo.

Pagó caro el Real Madrid el esfuerzo físico de la segunda mitad, pero esta vez no se le puede reprochar nada. Lo intentó de todas las maneras, dejó todo en el campo y fueron dos errores individuales los que le costaron una final que a quien más tocado deja es a Carlo Ancelotti, aunque sus cambios fueron decisivos para que el equipo estuviese cerca del título.

Es evidente que llegaba mejor el Barça que el Real Madrid a esta final y poco tardó en evidenciarse en el campo. Como había sucedido en los dos clásicos previos de la presente temporada, el conjunto de Flick se adueñó de la pelota desde el minuto 1 y embotelló a los hombres de Ancelotti. Estaba incómodo el equipo blanco y más aún cuando a las primeras de cambio Mendy se echó al suelo y se tuvo que retirar lesionado.

Más problemas para el Real Madrid que perdía a su antídoto para frenar a Lamine Yamal. Le tocó esa responsabilidad a Fran García y el joven de 17 años trató de aprovechar que estaba frío para probar suerte con un zurdazo mordido que se marchó pegado al poste. Antes el equipo azulgrana había pedido un penalti por mano de Valverde aunque la tenía en dirección al suelo y el reglamento es claro.

El Barça buscaba el gol

Lo intentaba una y otra vez el Barça aunque sin ocasiones claras mientras el Real Madrid trataba de cazar alguna contra. Curiosamente fue en un intento de contragolpe cuando se lanzó Cubarsí al corte en el centro del campo, cedió la pelota a Pedri y este le mandó el balón a Lamine esperando que inventara algo. Pensó el internacional español que lo mejor era esperar de nuevo al canario para sacar del área la pelota y que este la mandara a la escudara, imposible para Courtois.

Trató de reaccionar el Real Madrid tras el gol y Bellingham encontró el empate, pero la jugada quedó invalidada por fuera de juego. Lo mismo ocurrió con un penalti señalado sobre Vinicius que no se llegó a señalar por posición antirreglamentaria. Apretaba el Madrid, aunque la más clara la tuvo el Barça con un intento de gol olímpico de Dani Olmo que se estrelló en el palo largo.

Mucho, pero mucho, cambió la historia en la segunda mitad. Si en los últimos tiempos se había criticado a Carlo Ancelotti por tardar en reaccionar, esta vez fue todo lo contrario. Arriesgó y le salió cara. Dio entrada a Mbappé y sentó a un flojo Rodrygo y el Madrid cambió el rumbo del choque. Una presión asfixiante para que los culés no saliesen cómodos con el balón jugado.

El primero en avisar fue Vinicius pero Szczesny lo evitó con una doble parada poco ortodoxa. No obstante, la carta de presentación de que estos segundos 45 minutos iban a ser diferentes ya la había enseñado el equipo merengue y más cuando Mbappé entró en contacto con el balón, que también estuvo cerca de empatar aunque le achicó bien espacios el meta polaco. Ahora era el Barça el que salía a la contra, pero Dani Olmo y Raphinha desaprovecharon las opciones.

El premio al esfuerzo

Presionaba y presionaba el Real Madrid y al final llegó el premio. Tuvo que ser de falta directa, la primera en la carrera de Mbappé, que aprovechó una falta donde De Jong se jugó la roja para reventarla al palo de Szczesny y que se metiese en la jaula después de tocar la madera. Empataron los blancos, que no se contentaron con eso y siguieron con todo aprovechando que el Barça estaba tocado.

Aprovechó bien su momento el equipo de Ancelotti y otra vez a balón parado, en un córner que puso con música Arda Güler, lo cabeceó Tchouaméni para dar la vuelta a la final y acercar la Copa al Real Madrid. Parecía que lo tenía en su mano, pues estaba mucho más vivo, pero un balón largo de Lamine Yamal a la espalda de Rüdiger y una mala salida de Courtois sirvió para que Ferran empatara de nuevo el choque a pocos minutos del final.

Todo parecía ya encaminado para irse a la prórroga, pero una final rodeada de tanta polémica no podía estar 90 minutos sin que apareciese el VAR. De Burgos Bengoetxea pitó en los últimos instantes del descuento un penalti de Asencio sobre Raphinha que habría decidido el título. Lo apreció en directo, pero González Fuertes le mandó a ver la acción porque el canterano blanco no tocó al brasileño, que de hecho tras la revisión fue amonestado.

Una prórroga sin fuerzas

Llegaron sin apenas energía los dos equipos a la prórroga y, aunque el Barça tuvo más el balón, lo cierto es que tampoco hubo ocasiones claras. Tímidos acercamientos de Ferran y Fermín buscando el gol de la victoria, aunque sin descuidar la defensa. Ningún equipo firmaba los penaltis, pero el miedo a perder era más grande, ya que ambos sabían que encajar en el tiempo extra era una derrota segura.

Así transcurría la prórroga y el Barça, que lo intentó más, se aprovechó de un error de Brahim. Koundé fue el más listo de la clase y, tras un pase de Modric donde el internacional marroquí se quedó esperando el balón, se anticipó y sacó un latigazo imparable para Courtois y que terminó por decidir la final de la Copa del Rey. El Barça es campeón y con esta son ya 32 Copas.