Ilustración Mbappé

Paula Andrade

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Mbappé, el heredero de Pelé que no se atrevió a vestir de blanco

La era de Messi y Cristiano Ronaldo está llegando a su fin. Ambos han disputado en Qatar su último Mundial y el fin de sus carreras abre paso a una nueva generación. Argentino y portugués batieron todos los récords, pero un chico de París viene echando la puerta abajo: Kylian Mbappé. Está llamado a ser la referencia de la nueva hornada de futbolistas, es ya campeón del mundo y aspira a hacer algo que solo ha hecho Pelé hasta ahora.
Ser precoz, a veces, es bueno. En fútbol por lo menos. Un gol en los primeros minutos, cuando muchos aficionados no han ocupado su asiento, o un joven jugador que desborda talento por sus venas antes de poder conducir. Cada vez más, los grandes equipos –normalmente europeos– pagan millonadas por futbolistas que no han acabado ni el bachiller y cuyo futuro todavía una incógnita. Prometer es una cosa, pero luego puede quedarse en intento o romper todos los moldes. Y Mbappé es de los segundos.
Pese a su juventud, la estrella del PSG es ya uno de los grandes cracks mundiales. Ha cargado sobre sus hombros el peso de las expectativas que ha creado con su fútbol, con sus galopadas por la banda, con sus potentes disparos, con sus goles y con sus récords continuos. Todavía sin cumplir los 24, podría ser campeón del mundo por segunda vez, algo solo a la altura de Pelé.
La comparación con el brasileño es casi involuntaria. El astro se ve reflejado en el joven jugador y a menudo le regala halagos a los que Mbappé contesta humildemente: «El rey será siempre el rey». Ante una leyenda como Pelé, el francés se siente inferior, pero mira de tú a tú –y por encima– a sus contemporáneos. El control de su ego es, quizás, su mayor debilidad, aunque él lo defiende como una fortaleza. El 10 de los bleus lo entiende como positivo porque nadie le va a impulsar más que él mismo a ser mejor.
Mal no le ha ido con esa actitud. En breve se convertirá en el máximo goleador de la historia del PSG –le faltan diez goles– y no tardará en arrebatarle tal honor a Giroud en la selección francesa. Defendiendo su país ha marcado 33 goles y nueve de ellos en los Mundiales, lo que hace pensar que el récord de Klose en la Copa del Mundo tampoco durará mucho tiempo.
Mbappé es un jugador obsesionado con las marcas personales. Criticado habitualmente por su individualismo, sus compañeros de selección han salido en su defensa alabando su comportamiento en Qatar. Griezmann aseguró que ahora hablaba más con los compañeros y Deschamps negó que se moviera por egocentrismo.
Puede que ese carácter de estrella individual fuese la que le hiciera echarse para atrás a la hora de fichar por el Real Madrid el pasado verano. Eso y los millones. En el PSG, Mbappé sería el dueño y señor mientras que en el Bernabéu sería uno más que trabajase para el equipo. En París sería la estrella y en Madrid la estrella es el Madrid.
No se atrevió a dar el salto, aunque la versión oficial es que sueña con llevar la Copa de Europa a su ciudad natal. Pelé tampoco quiso cambiar de aires en su día y nunca jugó en Europa, pero acabó siendo uno de los grandes de la historia del fútbol. A su heredero todavía le queda mucha carrera por delante, pero promete. Y mucho.
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