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Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI)AFP

El FMI acusa el desgaste de 14 años de escándalos

Kristalina Gueorguieva, directora gerente de la institución internacional, protagoniza el último escándalo de la que el FMI es una víctima colateral. Sus tres antecesores en el cargo han sido acusados o condenados por la Justicia. Sólo Christine Lagarde, ahora al frente del BCE, ha esquivado la prisión

Quizá sea uno de los sillones más peligrosos de ocupar. No por el riesgo que empeña el cargo, que también, sino por la maldición que persigue a todos los que se han sentado en él. Durante los últimos 14 años, el FMI ha ido sufriendo el desgaste de los escándalos protagonizados por sus últimos cuatro directores gerentes.
La última en ocupar el puesto, la búlgara Kristalina Gueorguieva, gobierna la institución cuestionada por su papel en el supuesto trato de favor a China, durante su etapa al frente del Banco Mundial. El FMI, ha tenido que salir a respaldarla. No obstante, de puertas para dentro, el debate sobre la conveniencia de mantener a la búlgara no ha terminado.
En 2018, el Banco Mundial cerraba con éxito la primera ampliación de capital lanzada por la entidad desde 2010. Lo cierto, es que la operación peligró. Estado Unidos, bloqueó inicialmente la operación, ante el temor de que China aprovechara la venta de participaciones, para incrementar su poder dentro de la organización. Finalmente, el expresidente Donald Trump, aceptó, pero con varias condiciones.

Trump consiguió poner a David Malpass al frente del Banco Mundial

El Banco Mundial elevó en 13.000 millones su capital. Y tal y como predijo Washington, China elevó su poder dentro de la entidad. Alcanzó el 5,7 % de la capacidad de voto, lejos aún del 16% que acumula EE. UU. En 2019, Trump consiguió colocar a un exasesor suyo como presidente: David Malpass.
El papel de Gueorguieva, exconsejera delegada del BM, fue clave para el éxito de la operación. Una auditoría desvelada hace unas semanas, apunta a que Kristalina Gueorguieva habría utilizado su puesto al frente de la organización, para inflar artificialmente la clasificación de Pekín dentro del informe Doing Business Report, el índice de facilidad para hacer negocios elaborado por el propio Banco Mundial. El principal responsable de este índice era el también búlgaro, Simone Djankov, ahora en la London School of Economics.
De momento, y a pesar de las informaciones que socavan el prestigio de la máxima dirigente del FMI, la institución creada tras el final de la II Guerra Mundial defiende la continuidad de Kristalina Gueorguieva. Sin embargo, según el Financial Times, la administración Biden habría apostado por apartar a la búlgara, pero las presiones de Francia, Alemania y Gran Bretaña suavizaron la posición estadounidense, que de momento da oxígeno a la directora del FMI.

Dos de los últimos cuatro directores han pisado la cárcel

Cuando Camille Gutt, se sentó por primera vez en el sillón de director gerente del FMI (en mayo de 1946) con el enorme reto de recomponer la estabilidad del Sistema Monetario Internacional, no imaginaba que en ese mismo cargo se sentarían un francés acusado de violación (Dominique Strauss-Kahn), un español encarcelado por delitos fiscales, blanqueo y corrupción (Rodrigo Rato); u otra francesa condenada por negligencia en el desvío de fondos públicos (Christine Lagarde).
De ellos tres, sólo Lagarde sobrevivió a los escándalos que la rodearon. Strauss-Kahn y Rato, llamados a liderar sus respectivos países, acabaron en prisión condenados por el peso de sus propias maldiciones.