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26 de abril de 2024

El canciller alemán, Olaf Scholz

El canciller alemán, Olaf ScholzEFE

Crisis energética

Por qué Alemania es el lastre que impide que Europa se independice de la energía rusa

La falta de inversión en el pasado, y su entrega a los gasoductos rusos, pasan factura a la Unión Europea que no podrá romper sus lazos con Moscú. España jugará un papel protagonista en la estrategia

La guerra en Ucrania ha sacudido las alfombras de una Unión Europea en la que –por primera vez– Alemania es el miembro señalado, el rezagado país que provoca el dolor de cabeza que padece Bruselas. El canciller, Olaf Scholz, sufre el mal trago de ser el lastre que impide que –hoy por hoy– Europa no pueda romper el contrato que une a la UE con el Kremlin. Un acuerdo de compra de gas y petróleo, con el que Vladimir Putin financia una parte de su invasión de Ucrania.
Cuando en noviembre de 2011, Angela Merkel y el expresidente ruso, Dmitri Medvédev, inauguraban Nord Stream, la alemana no imaginaba que este gasoducto –por el que el país recibe la mayor parte del gas natural que consume– terminaría siendo el arma más efectiva de una guerra que 11 años después estallaría en Europa. La tubería, construida en tiempo récord, ha hecho de Alemania un rehén de Moscú, y de la Unión Europea una víctima de la estrategia que el Kremlin ha forjado a lo largo de los últimos años.
Angela Merkel junto al -por entonces- presidente ruso, Dmitry Medvedev, en un encuentro en Hanover en 2011

Angela Merkel junto al -por entonces- presidente ruso, Dmitry Medvedev, en un encuentro en Hanover en 2011©GTRESONLINE

La fuerte dependencia que la locomotora europea tiene sobre el gas ruso ata las manos del Ejecutivo comunitario, que no puede permitirse aplicar la más dura de las sanciones contra el Moscú. El pasado martes, los líderes de la Unión debatieron la posibilidad de cortar lazos con Rusia, España –ajena al gas ruso– Francia –gran valedora de la energía nuclear– o Italia –con una buena conexión con los exportadores del sur– pagaron ayer la total entrega de Berlín al gas ruso.
Junto con un puñado de países del centro de Europa, Alemania priorizó la construcción de gasoductos a la instalación de regasificadoras con las que convertir y almacenar gas natural licuado (GNL). El país que hoy gobierna Scholz no cuenta con ninguna planta que le permita procesar energía procedente de otros países en barcos metaneros. En su lugar, el país busca levantar «al menos dos» de ellas a contrarreloj. Una vez terminadas, podrá procesar el GNL enviado desde EE.UU. y rebajar sus compras a Rusia. El gran problema es que no será inmediato, el país «podría tardar un año en construirlas», dice Alberto Carbajo, ex director general de Operación de Red Eléctrica.
La estrategia de Alemania es combinar la ampliación de sus reservas de gas alternativo, con sus planes de transición ecológica. «El suministro de energía debe sostenerse sobre pilares más sólidos y reducir constantemente la dependencia de las importaciones de Rusia y seguir adelante con la expansión de las energías renovables», apunta un informe desarrollado por los ministerios de Economía y Medio Ambiente alemanes.

España, la pieza clave de la independencia de Rusia

Algo más lenta será la segunda parte de la estrategia que la UE ha desplegado para minimizar su exposición a Rusia. En ella, España jugará un papel protagonista. Europa prevé desempolvar el proyecto MidCat, el gasoducto capaz de trasladar gas natural de España a Francia. Sin embargo, la burocracia, y sobre todo los tiempos, hacen que esta opción se valore a medio o largo plazo. La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha solicitado financiar la obra como proyecto europeo, para agilizar su puesta en marcha.

MidCat, el gasoducto capaz de rebajar la dependencia de Rusia, quedó aparcado en 2018

Desde LLYC recuerdan Europa podría haber recortado hace tiempo su supeditación al gas ruso. «MidCat fue presupuestado en 3.000 millones de euros de los que 400 serían destinados a la interconexión. Se construyó un pequeño tramo del lado español de la frontera. Llegó incluso a figurar en la lista de proyectos de interés común elaborada por la Comisión Europea, pero quedó aparcado en 2018», afirma un informe remitido por la consultora.
La tubería, cuenta con una capacidad total de 7.000 millones de metros cúbicos y permitiría distribuir por el viejo continente todo el gas retenido en las plantas españolas. España podrían procesar hasta 76.000 millones de metros cúbicos al año, a los que habría que añadir otros 10.000 que suministra Argelia a través del Medgaz, el único gasoducto hoy en día en funcionamiento. Argel cerró el 31 de octubre el Magreb-Europa que, tras atravesar Marruecos, desembocaba en la provincia de Cádiz. Con las plantas de regasificación a pleno rendimiento, si existiera un MidCat de gran capacidad y si Argelia reabriese el MagrebEuropa -recuerda LLYC en su informe- España podría aliviar la dependencia energética de Rusia de Alemania y Austria.
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