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12 de mayo de 2024

La herencia puede convertirse en una ruina. Conviene estar bien asesorado para gestionarla.

La herencia puede convertirse en una ruina. Conviene estar bien asesorado para gestionarlaEduardo Parra - Europa Press

El drama de las herencias: guía básica para que no se conviertan en una pesadilla

Tan solo no haber hecho el testamento ya complica considerablemente las cosas

Solo un 13 % de los españoles hace testamento. La cifra es cinco puntos superior a la que había antes de la pandemia, pero sigue siendo insuficiente. No haber hecho el testamento es una fuente inagotable de problemas.
Cuando el fallecido no ha hecho testamento y no hay acuerdo entre sus beneficiarios para el reparto de los bienes, un juez decide cómo se distribuyen, y ahí puede pasar de todo.
Por eso empresas de inversión como Abante Asesores recomiendan a las familias que hablen todo mucho antes. En general a nadie le gusta tratar sobre la muerte, pero dejando las cosas claras por anticipado pueden ahorrarse muchos problemas.
El trabajo que desarrollan en esta firma de inversión puede dar alguna idea. Gestionan con 400 clientes al año su plan global de inversiones, que incluye el destino de la herencia. Se reúnen con ellos, les preguntan qué objetivos tienen en la vida para sí mismos y para su familia y les ponen números para estudiar cómo pueden llegar a ellos. El Plan Futuro Completo, como le llaman, abarca desde el dinero que destinan a los fondos de inversión y el empleo que en general pueden dar al dinero para pagar sus gastos y los de sus hijos a la gestión de la herencia. Los clientes preparan un plan como si fueran a vivir 100 años, y entre esa planificación deben tener en cuenta que no deben desprenderse antes de tiempo de lo que vayan a necesitar: por ejemplo, de su casa.
En esta compañía ponen énfasis en que el cliente sepa lo que está haciendo, algo que es particularmente importante en el caso de las herencias: «A menudo han venido clientes diciendo que el notario les había incluido en su testamento un usufructo universal con cláusula socini. Al preguntarles si sabían lo que significaba, decían que no», afirma Belén Alarcón, socia y directora de Asesoramiento Patrimonial de Abante.
Alarcón les explica que la expresión significa que se quedan con el usufructo vitalicio de toda la herencia y que están gravando la parte de la legítima de sus hijos con el usufructo vitalicio: la cláusula dice que si no aceptas esa condición te quedas solo con la legítima, sin recibir el resto. Ha sido la fórmula tradicional para proteger al cónyuge. Al pintar los números el cliente se da cuenta de qué fórmula puede interesarle más: si dejar al cónyuge un tercio de la herencia a su libre disposición, u otra.
Además de explicarles cuestiones técnicas de este tipo, en Abante se reunen con el matrimonio y hablan con ellos de lo que quieren dejar a lo que les une: sus hijos. Aclarado este punto, le ponen números, les entregan un borrador y más tarde les acompañan al notario, que también les entrega un borrador que al final es el que firman.
La distribución suele ser sencilla si solo hay que repartir activos financieros: pueden dividirse a partes iguales entre los perceptores. Si el matrimonio está en régimen de gananciales (los bienes adquiridos durante el matrimonio pertenecen a los dos cónyuges por partes iguales), el reparto es más sencillo: el 50 % de la herencia va para el otro cónyuge. Si tiene separación de bienes, todo son proindivisos (la propiedad de los bienes es compartida) y no hay testamento, la situación se complica: tiene que ponerse de acuerdo en si venden o no, a qué precio, uno bloquea...
Si hay cuadros, casas u otro tipo de bienes susceptibles de crear conflictos, en Abante recomiendan reunir a la familia y decidir entre todos con qué se queda cada uno. Para estos casos también recuerdan la posibilidad de acudir a la figura del contador partidor, que decide cómo se reparten los bienes. En principio es un modo de evitar que el dinero se lo lleven los abogados o que la herencia se eternice cuando el fallecido no ha dejado clara la distribución de los bienes.
Entre los bienes suele además haber distintos puntos de vista. Una vivienda que se puede alquilar y de la que se recibirán unos ingresos, será bien acogida. Una finca que hay que mantener y que representa un gasto, no será bien acogida.
Sobre la vivienda hay que recordar los grandes problemas que ha originado en los últimos años: «Heredabas el inmueble y tenías que pagar una plusvalía municipal, que ha subido muchísimo. Llegaba a representar el 10 % del valor inmueble, que era muy elevado (hay inmuebles hoy que no tienen el precio que mostraban en 2008), y heredabas también la hipoteca. Durante muchos años el valor de la hipoteca ha sido superior al del valor del inmueble menos la plusvalía municipal. Esta circunstancia ha provocado muchas renuncias a la herencia», explica Belén Alarcón.
La renuncia a la herencia ha significado durante muchos años que el banco se quedaba con ella. Por otra parte, cuando se renuncia a la vivienda, se renuncia a toda la herencia, que pasa a repartirse entre los demás beneficiarios.
Desde Abante incitan también a estar atentos a otras cuestiones. Por ejemplo, a las diferencias entre la donación y la herencia. Las herencias tributan donde el fallecido ha residido durante los 2,5 últimos años. En regiones como Madrid y Andalucía no tributan. Las donaciones pagan impuestos en donde residen quienes las reciben. Se les imputan en el IRPF, algo que no ocurre con las herencias.
También llaman la atención sobre la importancia de tener un seguro de vida. Cuando alguien recibe una herencia, se le bloquea el patrimonio hasta que los beneficiarios se ponen de acuerdo para pagar los impuestos. Puede suponer una temporada larga, en función de cómo sea la familia, y mantener el patrimonio acarrea gastos. El seguro de vida va por otra parte: en cuanto se recibe el certificado de defunción, los bienes quedan liberados. Facilita pagar los gastos asociados al fallecimiento, mantener la herencia adyacente hasta que se produce el reparto... Si se sufre un ictus o alzheimer, por ejemplo, el patrimonio se queda bloqueado hasta que un juez decida quién lo administra. Durante la pandemia se han dado casos de bloqueo del patrimonio durante un año y medio. Aquí entra también la importancia de los poderes preventivos: designar a la persona que queremos que administre nuestro patrimonio si un neurólogo, por ejemplo, decreta que ya no podemos administrarlo.
Como pueden comprobar, son muchas las cuestiones que hay que tener en cuenta para que la herencia no se convierta en una pesadilla. Si se hacen las cosas bien, no tiene por qué pasar.
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