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19 de septiembre de 2024

La educación en la encrucijadaJorge Sainz

Países Bajos e Inglaterra han acabado con las becas. ¿Debería España?

El uso de préstamos contingentes puede ser una opción equitativa y eficiente de ofrecer educación universitaria, pero es difícil de llevarla a cabo

Actualizada 04:30

Henri Poincaré (1854-1912) fue un matemático francés cuyas aportaciones a la ciencia, fundamentalmente las matemáticas, la física y la filosofía de la ciencia, más han favorecido al desarrollo científico del siglo XX y XXI. Contribuyó a la creación y desarrollo de teorías que han supuesto la base de campos como la teoría del caos, la topología, o la filosofía matemática. Su capacidad para conectar ideas aparentemente dispares y su énfasis en la importancia de la intuición y el descanso lo convierten en una figura inspiradora para cualquier científico.

Poincaré concedía una gran importancia a la creatividad y a la intuición en el proceso matemático. Y, como excusa para justificar mis vacaciones, siempre utilizo una de sus anécdotas más famosas. En ella, desesperado por no encontrar solución al problema matemático en el que entonces estaba trabajando, decidió tomarse unas vacaciones. En el viaje en autobús hacia sus días de descanso se le ocurrió la solución del teorema. Para él, descanso y actividades recreativas desempeñaban un papel fundamental en el proceso de creación científica. Durante sus días de asueto, o cuando se encontraba relajado, su mente era libre de vagar y establecer nuevas conexiones entre conceptos.

Pero, como la mayor parte de los académicos que no somos Poincaré, yo utilizo el verano para ponerme al día con la montaña de artículos científicos que voy acumulando a lo largo del curso. Entre ellos he encontrado un reciente estudio publicado en Economics of Education Review que analiza los efectos del cambio de las becas tradicionales en la educación superior por préstamos contingentes a la renta en los Países Bajos. La investigación, llevada a cabo por Jonneke Bolhaar, Sonny Kuijpers, Dinand Webbink y Maria Zumbuehl, parte de las diferencias que existen en los países occidentales sobre cómo financiar los estudios universitarios, así como de las dificultades de que sus presupuestos aumenten. Mientras que países como el Reino Unido, Australia y Estados Unidos fijan matrículas elevadas a los universitarios, otros, como España, Francia, Alemania o los Países Bajos, en pos de la equidad, prefieren subvencionar mayoritariamente la educación terciaria frente a la contribución de las familias.

En 2015, tras un intenso debate político, el Gobierno holandés implementó un sistema de préstamos contingentes a la renta, eliminando las becas básicas universales y aumentando las becas suplementarias para estudiantes de bajos ingresos. Esta reforma fue introducida para todos los nuevos estudiantes a partir de septiembre de 2015. El sistema es similar al inglés, donde en lugar de becas, el gobierno de la Pérfida Albión otorga préstamos a los estudiantes para cubrir los costes de matrícula y manutención. Los estudiantes, una vez egresados, comienzan a reembolsar los préstamos cuando superan un determinado umbral de ingresos, por debajo de la cual no tienen que pagar nada. Parte de la deuda puede ser cancelada después de un determinado período de tiempo o si el graduado trabaja en ciertas profesiones.

La filosofía detrás de este modelo se basa en garantizar que todos los estudiantes, independientemente de su origen socioeconómico, tengan la oportunidad de acceder a la universidad, mientras que se aumenta la responsabilidad individual. Los estudiantes asumen una parte de la responsabilidad financiera de su educación, lo que fomenta una mayor valoración del estudio. El sistema, que se adapta a las diferentes circunstancias de los estudiantes, ofrece opciones de reembolso flexibles que permiten que los titulados devuelvan los préstamos con los ingresos obtenidos en su vida laboral, convirtiendo la educación en una inversión a largo plazo.

Los resultados de la investigación muestran que la reforma no tuvo un efecto negativo en el acceso a la educación superior. La cantidad de matriculados se mantuvieron estables o incluso aumentaron ligeramente tras la reforma, lo que indica que un sistema de préstamos contingentes, diseñado cuidadosamente, puede aumentar la equidad sin afectar al acceso a la Universidad. Que no haya un efecto negativo en la matrícula indica que los estudiantes esperan que los beneficios de la educación superior superen los costes adicionales a corto plazo impuestos por los préstamos.

¿Tendría sentido en España un sistema de préstamos contingentes? En 2019, Antonio Cabrales, Maia Güell, Rocío Madera y Analía Viola publicaron en la revista Economic Policy un estudio donde diseñaban un modelo de préstamos contingentes aplicado a España.

El estudio demuestra que el sistema de préstamos contingentes es más progresivo (es decir, más equitativo, ya que los que menos tienen pagan menos) que el sistema actual, con el cuartil superior de la distribución de ingresos pagando casi la totalidad de la matrícula, mientras que el 10 % inferior no paga casi nada. Además, el gobierno podría reinvertir en la mejora de la calidad de la educación universitaria entre 16 y 56 puntos porcentuales en comparación con el sistema actual. Su análisis indica que los préstamos son una alternativa viable y equitativa al sistema de financiación actual, permitiendo aumentar la contribución privada sin sacrificar el acceso a la educación superior. Los resultados sugieren que los graduados con mayores ingresos pueden asumir una mayor carga financiera, lo que libera recursos públicos para mejorar la calidad de la educación que reciben los estudiantes, haciéndolos más competitivos en una economía global.

La siguiente pregunta es obvia: ¿es políticamente aplicable? La experiencia que hubo en España con los préstamos universitarios ha sido realmente devastadora. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ideó un sistema de financiación a través de préstamos para los programas de máster de Bolonia recién creados. La confluencia de un diseño fallido, la crisis financiera de 2012 (aquella que no existía) con la falta de cultura en este país de pagar por la educación superior hizo que el resultado fuese un desastre. Esto hace que, a día de hoy, cualquier reedición del sistema sea mirada por las entidades financieras con suspicacia.

Parafraseando a Poincaré, el objetivo de la educación es conseguir abrir la mente. El uso de préstamos contingentes puede ser una opción equitativa y eficiente de ofrecer esa educación a nivel universitario, pero es difícil de llevarla a cabo tanto por dificultades técnicas en la implementación cómo por la dificultad en su aceptación social.

  • Jorge Sainz es catedrático de Economía Aplicada el la Universidad Rey Juan Carlos

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