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26 de abril de 2024

Ayuso, Mañueco, Casado y Feijóo en el cierre de campaña en Valladolid

Ayuso, Mañueco, Casado y Feijóo en el cierre de campaña en ValladolidDavid Mudarra

La campaña echa el telón

El 13-F pone a prueba el cambio de ciclo anunciado por el PP y la resistencia de Sánchez

El pasado 20 de diciembre, día en que Alfonso Fernández Mañueco anunció la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para el 13 de febrero, Pablo Casado declaró que la decisión la había tomado el presidente castellano y leonés. Enteramente él. Desde entonces y hasta ahora, tanto Génova 13 como el PPCyL han desmentido insistentemente que éste sea un adelanto inducido desde la dirección nacional. Pero con escaso éxito.
«Aquí el que se la juega soy yo, no Pablo Casado», afirmó el candidato popular el miércoles durante el segundo debate televisivo. Y sí, se la juegan él y también Luis Tudanca, Juan García-Gallardo, Francisco Igea y Pablo Fernández, todos ellos candidatos. Pero también Pablo Casado, Pedro Sánchez, Santiago Abascal, Inés Arrimadas y Ione Belarra, líder de Podemos aunque no lo parezca.
Abascal junto a García-Gallardo este viernes en Valladolid

Abascal junto a García-Gallardo este viernes en ValladolidEfe

Es evidente el componente nacional de estas elecciones en tierras comuneras, y su repercusión en el alocado ciclo político que vive España, saltando de elección en elección. «Aquí estamos todo el partido, como una piña. El PP, con Alfonso Fernández Mañueco, va a ganar las elecciones y va a gobernar, ¡basta ya de las fake news!», señaló Casado en el multitudinario mitin de cierre de campaña en Valladolid. «Quien va a perder va a ser Sánchez y el partido sanchista, ¡cuánta manipulación», añadió, en alusión al supuesto vuelco que viene filtrando el PSOE.
El PP quiere que el 13-F sea un clavo más en el ataúd político de Sánchez, pero también un espaldarazo al liderazgo de Casado, que de momento se ha tenido que conformar con compartir las victorias de sus barones frente a sus dos derrotas en las elecciones generales de abril y noviembre de 2019.
A veces, ni eso. La apabullante victoria en la Comunidad de Madrid la capitalizó en exclusiva Isabel Díaz Ayuso. Casado salió al balcón con ella aquella noche del 4 de mayo, pero poco más. En las elecciones gallegas de julio de 2020, la cuarta mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo fue vista como eso: de Feijóo y no de Casado.
Esta vez el presidente del PP ha hecho su propia campaña en la región que le vio nacer y de la que fue diputado por Ávila. En su entorno aseguran que es él quien se ha puesto a las órdenes de Fernández Mañueco y no al revés. Y que, de hecho, fue el PPCyL el que le pidió que centrara la primera semana en el campo y la segunda, en la industria castellana y leonesa. También fue la dirección regional del partido la que solicitó los servicios de José María Aznar. No lo mandó llamar Casado.
La tensión habitual de cualquier campaña deja en esta ocasión algunas heridas entre la dirección nacional y la regional. Sobre todo, en vista de que los pronósticos del final no son, ni mucho menos, los del principio. A finales de diciembre, y durante las primeras semanas de enero, se habló de una victoria similar a la de Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. Ahora los populares confían en ganar y sumar mayoría absoluta con Vox, pero no tienen tan claro que Fernández Mañueco saque por sí solo más escaños que la izquierda.
¿Quién puso las expectativas tan altas, que han acabado siendo una pesada losa? En Valladolid culpan a Madrid y en Madrid, a Valladolid. Forma parte de la guerra de relatos que ya ha comenzado esta semana y que evidencia los nervios y la sensación de vértigo entre los populares. Estos días se preguntan si acaso el adelanto electoral no acabará beneficiando solo a Vox, un partido que pase lo que pase saldrá ganador.
«Los del domingo será unos resultados importantísimos para Castilla y León y para España. Adelante españoles de Castilla la Vieja, adelante españoles de León», arengó Abascal a los suyos en el último mitin.
Sánchez acompañando a Tudanca en el cierre

Sánchez acompañando a Tudanca en el cierreEfe

Si se confirma la derrota de Tudanca, el PSOE tratará de desplegar el mismo argumentario que desplegó tras su debacle en las elecciones madrileñas: lo que pasa en las urnas de Castilla y León, se queda en Castilla y León. «La derecha ha empezado la campaña hablando de Sánchez y la termina hablando de Vox», ironizó el presidente del Gobierno en su última intervención.
Prueba de que ni ellos mismos se lo creyeron entonces es que Pedro Sánchez indultó a los presos del procés, remodeló a fondo su Gobierno y destituyó a Iván Redondo como jefe de Gabinete. Ahora se enfrenta a su posible segunda derrota desde que empezó la legislatura, y a una suerte de reválida en medio de la subida desorbitada de la electricidad, los carburantes y la cesta de la compra en general. También en mitad del despliegue de los fondos europeos y tras la aprobación de la reforma laboral.
Que, para la izquierda, deberías ser motivo más que suficiente para decantar la balanza a su favor en estas elecciones. «¡Quién demonios puede votar y acompañar un proyecto político que se coloca enfrente de la gente trabajadora y a favor de los que más tienen!», se preguntó el jueves Yolanda Díaz desde la localidad vallisoletana de Castronuño, en su única aparición en toda la campaña.
Unidas Podemos se puede dar por satisfecho si suma un escaño más -de dos a tres- después de la mano al cuello que le echó Alberto Garzón al candidato Pablo Fernández. El ministro de Consumo estuvo este viernes en el cierre de campaña. «Yo quiero hacerle una sugerencia al candidato de las macrogranjas: que mañana vaya a alguna macrogranja porque estamos todavía esperando que Pablo Casado, su líder, vaya a una macrogranja porque lo prometió y no lo ha cumplido», insistió.
Garzón, Belarra y Moreno acompañaron a su candidato en el cierre

Garzón, Belarra y Moreno acompañaron a su candidato en el cierreEfe

En Ciudadanos quieren mantener con actitud numantina al menos un escaño por Valladolid, el de Francisco Igea. Arrimadas confía en que el hecho de que Cs fuera un partido clave para la aprobación de la reforma laboral sin los independentistas puntúe ante su electorado. Está por ver. Si Cs queda como fuerza extraparlamentaria, como ya lo es en la Comunidad de Madrid, la herida será mortal de necesidad.
Con todo, si en las sedes nacionales estarán muy atentos del resultados del domingo, no menos en las de los partidos en Andalucía. Juanma Moreno está en el túnel de vestuarios para saltar el próximo al terreno electoral. De lo que ocurra el 13-F y en las negociaciones posteriores dependerá el próximo capítulo.
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