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25 de abril de 2024

Pere Aragonès y Laura Borràs durante la campaña electoral de 2021

Pere Aragonès y Laura Borràs, durante la campaña electoral de 2021EFE

Ni unidad ni consensos en la hoja de ruta independentista

Un año después de que ganara las elecciones el llamado «bloque del 52 %», las discrepancias entre Junts y ERC y el alejamiento de la CUP aumentan la grietas entre los secesionistas

Esta semana se ha cumplido un año de las elecciones catalanas, aquellas en las que como no se ha cansado de repetir los partidos secesionistas, consiguieron por primera vez la mayoría de votos, un 52 %, aunque también es cierto que estuvieron marcadas por una alta abstención. En cualquier caso, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès quiso hacer balance de estos meses en una conferencia en la que por enésima vez pidió la «unidad» del independentismo y fortalecer los «grandes consensos» de país.
Y es que un año después, esa unidad y esos consensos brillan por su ausencia, no hay una hoja de ruta unitaria. Y esta situación la está aprovechando el gobierno central, que va dando largas a la celebración de la llamada «mesa de diálogo», prevista para principios de este año, pero que todavía no tiene una fecha fijada y tampoco hay previsión de celebrarla, al menos, a corto plazo.
Una mesa de diálogo que precisamente ha provocado algunos de los enfrentamientos más sonados entre Junts y ERC. De hecho, desde un principio, Junts ha rechazado de plano este organismo, y lo demostró a las primeras de cambio: no asistieron a la primera reunión porque no dejaron que formara parte de la «delegación» catalana dos de los indultados del procés, Jordi Sánchez y Jordi Turull ni tampoco la portavoz del partido en el Congreso, Míriam Nogueras. Pere Aragonès dejó claro que en esa mesa de diálogo iban a participar miembros del Govern, y ninguno de estas tres personas lo eran.
El exconsjero de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat Josep Rull; el expresidente de ANC Jordi Sànchez, y el exconsejero de Presidencia, Jordi Turull, en una imagen de archivo

El exconsjero de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat Josep Rull; el expresidente de ANC Jordi Sànchez, y el exconsejero de Presidencia, Jordi Turull, en una imagen de archivoEuropa Press

Desde entonces, desde Junts, se cuestiona una y otra vez la utilidad de esta mesa. De hecho, al día siguiente de la conferencia del presidente de la Generalitat, se insistió desde esta formación en que esta vía de diálogo con el gobierno central no conduce a ninguna parte e insistían en conocer qué mecanismos de presión iba a utilizar el presidente de la Generalitat para obligar al Gobierno a reactivar la mesa de diálogo: ¿recuperar las movilizaciones populares? ¿recordar que los votos de ERC son decisivos en el Congreso de los Diputados? Son algunas de las cuestiones que ha planteado Pere Aragonès en los últimos días.
De la conferencia de Aragonès también surgió otra polémica: ¿se negoció el indulto a los presos independentistas? Desde Junts también han pedido explicaciones por esta cuestión, porque al menos, de cara a la galería, los condenados por el 1 de octubre rechazaron el indulto. El secretario general de Junts y el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, también han pedido a Aragonès que no les utilice para negociar con Pedro Sánchez. El presidente de la Generalitat ha tenido que salir al paso para negar que negociara los indultos.
Lo cierto es que la convivencia entre Junts y ERC es complicada desde el principio, desde que se formó el gobierno de la Generalitat. «Son un matrimonio de conveniencia», nos dice un diputado, que en cualquier caso, no ve una ruptura en el seno del Govern, ni mucho menos. «Hay muchos cargos que mantener», precisa, y aguantarán lo que sea necesario. De hecho, los problemas ya empezaron en la misma investidura de Pere Aragonès: Junts obligó al dirigente republicano a ir a un segundo debate, y apurando plazos.
Pau Juvillà, junto a Laura Borràs

Pau Juvillà, junto a Laura BorràsEFE

Y ante el permanente cuestionamiento de Junts a la figura, a la autoridad y al liderazgo de Pere Aragonès y a la hoja de ruta de los republicanos, desde ERC aprovechan también la mínima oportunidad para meter el dedo en el ojo de sus socios. La presidenta del Parlament, Laura Borràs, se lo ha puesto en bandeja en las últimas semanas. Primero, por el caso Juvillà. No ha habido desobediencia de la cámara catalana a la Junta Electoral Central, a pesar de las proclamas de Borràs, que una y otra vez recordaba el precedente de la inhabilitación de Quim Torra como presidente de la Generalitat, y el hecho de que el entonces presidente del Parlament, Roger Torrent, de ERC, no defendiera el escaño de Torra. Pues bien, los republicanos han exigido explicaciones a Borràs, a quien recuerdan que Torrent cumplió cuando ya había una sentencia firme, mientras que la presidenta del Parlament ha dado marcha atrás a las primeras de cambio.
Otro motivo de polémica: la presencia de Borràs en el corte independentista de la Meridiana, a pesar de que estaba prohibida por el Departamento de Interior. Desde Esquerra calificaron de «sorprendente» esta actitud de la presidenta de la cámara catalana, y le reprocharon que actúe en contra de las decisiones del Govern del que también forma parte el partido de Borràs, Junts.
Y en medio de este panorama, está el alejamiento de la CUP, que denuncia que ni mucho menos se está cumpliendo el acuerdo de investidura firmado con ERC y quieren una actitud más beligerante en lo relativo «a la cuestión nacional» . Quieren ir al choque con el Estado. Esa fue una de las razones por las que los antisistema no apoyaron los presupuestos de la Generalitat para este año, que sí apoyaron los comunes. Por cierto, este socio inesperado, provocó el enfado de Junts, que alegaba que así se había roto «el bloque del 52 %».
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