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26 de abril de 2024

Juan Gonzalo Ospina, abogado penalista, durante su entrevista en la redacción de El Debate

Juan Gonzalo Ospina, abogado penalista, durante su entrevista en la redacción de El DebatePaula Argüelles

Entrevistas jurídicas

Juan Gonzalo Ospina: «La Ley de Violencia de Género se instrumentaliza, a veces, en los divorcios»

El joven abogado penalista y diputado del Colegio de la Abogacía Madrileña (ICAM) analiza para El Debate el estado de la profesión y las leyes más polémicas

Juan Gonzalo Ospina (Bogotá, 1986). Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE), acumula un título de especialización en el Programa Ejecutivo de Negociación en la Universidad Harvard Law School, Boston; posgrado en el Programa de Liderazgo y Gestión Pública del IESE y máster en Derechos Fundamentales por la UNED.
¿Cómo valora el nivel de la Justicia en España?
- Tenemos magistrados que dotan a nuestro sistema de una jurisprudencia de alta calidad. Las sentencias están muy bien motivadas, y lógicas, sobre todo, en las altas instancias como son el Supremo y el Constitucional. Sin embargo, hay mucho trabajo por delante también en las instancias inferiores, en donde tenemos que garantizar y fortalecer la seguridad jurídica. Y, esto, no es solamente una labor de nuestros jueces y fiscales, sino que corresponde al legislador dotarnos de leyes más claras, más concisas y que, al fin y al cabo, den una mayor seguridad jurídica al justiciable.
¿Se legisla demasiado en España?
– Se legisla demasiado y no siempre de manera adecuada. Yo creo que se debería de escuchar más a los actores que participan en el día a día de la Justicia, a la Judicatura, Fiscalía, a los inspectores de Hacienda y, cómo no, a la Abogacía para que las leyes tuviesen un mejor recorrido y se adaptasen mejor a la realidad social. España necesita una reforma estructural de la Administración de Justicia, de la Ley de Enjuiciamiento Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para asegurar procedimientos penales más ágiles y eficaces. El delito en el siglo XXI está actuando prácticamente con impunidad. Los delitos económicos, a diario, producen auténticas tragedias familiares.
¿Funciona la Ley de Violencia de Género?
– Que existe violencia de género es una realidad indiscutible. Existen actuaciones y situaciones machistas en donde se golpea o agrede a una mujer por su género, pero la Ley de Violencia de Género necesita una reforma estructural, para proteger más y mejor a las víctimas. También hay que fortalecer esta ley para que el inocente lo sea siempre. Es decir que no se instrumentalice porque esto es una verdad y una realidad objetiva que, por desgracia, algunas mujeres utilizan.

En un divorcio, con una denuncia falsa se consigue que en 24 horas el hombre salga de su casa. Por desgracia, esto ocurre y hay que corregirlo.

Cuando un hombre y una mujer están en una situación de divorcio, si van a un procedimiento ordinario, normal y habitual, pueden tardar entre seis meses y un año hasta que haya una resolución que ponga fin a la convivencia. La otra alternativa es presentar una denuncia falsa, una denuncia espúrea que en 24 horas consigue que el varón salga de la casa. Por desgracia, esto ocurre y hay que corregirlo con el consenso de todas las ideologías y de todos los partidos políticos.
¿Cuál es el porcentaje por tipología de delito que se da más ahora mismo en nuestro país?
– Los delitos económicos, los delitos informáticos, los delitos relacionados contra el patrimonio están disparados. Hay un auge exponencial en las estafas informáticas de todo tipo, desde mensajes spam en un teléfono móvil en donde roban las claves de acceso a una entidad financiera, a supuestas inversiones falsas que ocurren en Internet a través de supuestos activos digitales como criptomonedas o inversiones que nunca tienen lugar. Y es muy difícil perseguirlos porque la Ley de Enjuiciamiento Criminal no permite actuar con agilidad y con rapidez cuando detecta estos ilícitos.
Por otro lado, es cierto que ha habido un repunte en los delitos contra la libertad sexual que, lamentablemente, en nuestro despacho son ya el 50 % del volumen del negocio. En estos casos la clave del éxito de una buena investigación penal pasa por reforzar el papel de la Policía y de la Guardia Civil que hoy hacen un trabajo encomiable, pero que no tienen los suficientes recursos –ni materiales, ni legales– para desempeñar con mayor éxito su trabajo.
¿Se ha invertido la carga de la prueba en los delitos de agresión sexual?
–Los delitos contra la libertad sexual merecen un análisis bastante amplio a la hora de determinar cuándo la declaración de la víctima puede enervar la presunción de inocencia con su mera declaración. Los tribunales condenan en España en base al 'Yo sí te creo' y así lo hemos visto en diferentes sentencias condenatorias. Cuando una mujer denuncia una agresión o un abuso sexual, el tribunal entiende que este hecho ha tenido lugar porque es tan grave, tan atroz, que no entiende un tribunal que una persona haya podido inventarse algo así. Sin embargo, el Supremo ha acotado los requisitos para que la declaración de la víctima basada en hechos claros, objetivos y concisos, corroborada con prueba periférica, sirve para condenar.
- Usted acaba de ganar un caso muy mediático que obligó a un diputado de Vox a renunciar a su escaño aunque ahora ha sido absuelto...
- El tribunal ha sido muy valiente. Ante lo fácil que, por el tipo de delito, hubiera sido condenar, ha optado por analizar prueba a prueba, declaración por declaración, informe pericial tras informe pericial y escuchar, por igual, todos los testimonios hasta llegar a una sentencia absolutoria.
¿Cuál es la salud de la Abogacía en general?
– Tenemos abogados de mucho prestigio que creen en la Justicia y aman su profesión en todo el amplio abanico de especialidades. Quienes se dedican al turno de oficio, por ejemplo, desempeñan una labor de manera totalmente desinteresada económicamente y con un fin social para ayudar a los más vulnerables. Yo he estado ejerciendo de oficio casi diez años y los clientes no son los mismos que llegan a la puerta de tu despacho, te ponen en contacto con una realidad social muy diferente que hay que entender y acompañar.

Hay un auge exponencial en los delitos económicos y en las estafas informáticas de todo tipo

¿Cuál es el futuro de la profesión?
– Uno de los retos primordiales es adaptarnos al futuro de la profesión laboral, las nuevas tecnologías que ya están, la inteligencia artificial, los activos digitales, los juicios telemáticos... con garantías procesales para los acusados. Hace unos días teníamos una vista en la que una persona salió absuelta tras mostrar al juez, en el momento del juicio, la geolocalización de su teléfono móvil. Esto es lo que se está haciendo ahora y es un gran reto del que la Abogacía tiene que ser protagonista. España tiene una Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882 que hay que agilizar y fortalecer.
Pero, también tenemos que mejorar en el respeto a la profesión. La Abogacía es la única profesión que aborda prácticamente todos los ámbitos laborales de la sociedad civil y es el movimiento al que menos se escucha. Eso es culpa nuestra. Hemos perdido liderazgo porque hemos perdido protagonismo.
Se refiere a lo asociativo... ¿no es suficiente con la labor del Colegio de la Abogacía?
–Todos estamos muy ocupados con nuestro día a día. Por lo tanto, creo que los colegios profesionales hacen una gran labor en España pero hay que mejorarlo. Creo que lo que está nos ha traído hasta aquí y toca continuar sin dejar de mirar hacia el futuro con determinación e ilusión. El Colegio de la Abogacía Madrileña tiene por delante mucho trabajo para recuperar nuestra posición como un líder que influya positivamente ante los retos que tenemos, que son muchísimos, desde un ámbito micro a macro, en lo económico y en lo social.
A finales de año habrá elecciones al ICAM, ¿qué hace atractivo para un abogado ponerse al frente de una institución como su Colegio?
–Ser el decano del Colegio de Abogados de Madrid es un honor y es un privilegio, el de representar a los compañeros, porque significa que el colectivo de la Abogacía madrileña deposita su confianza en una persona para que les defienda, les proteja y, en definitiva, lidere durante los cinco años que dura el mandato. También es cierto que es un sitio de mucho poder, para hacer el bien o el mal. Con esto quiero decir que el Colegio de la Abogacía tiene recursos económicos e influencia para poder dar un golpe encima de la mesa cuando las cosas no funcionan. La mayoría de los abogados sufrimos retrasos judiciales. Ayer en Arganda estuve 90 minutos esperando a que me atendiera el juez. Y no es culpa de su señoría, pero es culpa de alguien. Esto tiene que cambiar. Por eso creo que el Colegio de Abogados llama la atención porque se pueden hacer muchas cosas, porque es un honor ser su dirigente y, en definitiva, porque en la Abogacía madrileña a todos los abogados que formamos parte de ella nos gustaría servir para ayudar a los demás.

Ser el decano del Colegio de Abogados de Madrid es un honor y el privilegio de representar a los compañeros que depositan su confianza en una persona para que les defienda y les proteja durante los cinco años que dura el mandato

Usted ya fue el presidente de los Jóvenes Abogados de Madrid. ¿Se ve como futuro decano del Colegio de la Abogacía?
–Es una decisión de futuro que no he descartado pero que hay que tomar con mucha mesura y responsabilidad. Actualmente ya soy diputado de la Junta de Gobierno y fui presidente de los Jóvenes Abogados en el año 2013, luego posteriormente formé parte de la Junta de Gobierno de Alberto Cabello y he sido diputado de la Junta de Gobierno cuatro años, más. Se han hecho muchas cosas, pero hay que seguir trabajando de cara al futuro. Si lo hiciese sería porque creo que se puede presentar un proyecto ganador y transversal que no nos enfrente entre pequeños y grandes despachos, que no enfrenten turno de oficio y pymes, sino que hable de Abogacía. Los retos son muy graves: la precariedad laboral, la conciliación, los techos de cristal y la igualdad para las mujeres. Necesitamos una abogacía de presente, de futuro. Así que dar un paso al frente implica tener el apoyo de mis compañeras y de mis compañeros para ser el futuro.
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