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26 de abril de 2024

Isabel Díaz Ayuso, en el foro de El Debate

Isabel Díaz Ayuso, en el foro de El DebatePaula Argüelles

Ayuso contra los pianistas

Parece que le toca ser el poli malo del nuevo PP, el brazo ideológico de un partido que intenta conciliar la gestión con las ideas (si es que no son lo mismo)

Si el liderazgo o la valía política se midieran por el número de cámaras que te esperan en cada acto de agenda, Isabel Díaz Ayuso ganaría las elecciones con una mano cosida a la espalda. En las madrileñas de hace un año ya barrió y habrá que esperar para ver si esa atracción es extrapolable al conjunto de España –«a mí con Madrid me basta», asegura–. La vida y la política, que a veces tienen normas distintas, han dictado que su sitio siga siendo la capital durante algunos años más.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha protagonizado el segundo foro de El Debate con..., el espacio que este periódico inauguró hace tres semanas para el intercambio de ideas y la conversación de altura. El primero lo encabezó Alberto Núñez Feijóo el pasado 4 de mayo, y ese día no se movió un folio en el Hotel Four Seasons hasta que la presidenta apareció por la puerta, bajando calle Sevilla con una pausa como de anuncio de champú. Aquel miércoles se le esperó pacientemente, como a las novias, porque tenía una entrevista en la radio. Hoy no hizo falta.
Puntual a su cita en el Palace, Ayuso ha ejercido como nueva presidenta del PP madrileño y brazo ideológico de ese nuevo partido que intenta conciliar la gestión con las ideas (si es que no son lo mismo). Mientras a Alberto Núñez Feijóo no se le espera en grandes pugnas ideológicas, a la presidenta de Madrid no le cuesta remangarse y asegurar que está en juego la supervivencia de nuestra civilización.
«España está en una situación muy delicada y el camino por el que nos están llevando es la quiebra», respondió cuando le preguntaron justamente por si había pactado un reparto de papeles con el presidente del partido. «Por eso la economía es fundamental y es lo primero, pero no puede ser lo único. Una cosa y la otra se necesitan porque no se trata de dinero, sino de una forma de entender la vida».
Ayuso es hoy por hoy la única en su partido que ejerce de sordina ante el ideario de izquierda. No tiene un pianista como Rhodes ni a los trompeteros del actual reparto de medios, pero se le entiende bien. Dice lo que piensa y piensa lo que dice, algo que se le resiste a buena parte de nuestra clase política: «Ya no es una batalla de ideas, sino una defensa de nuestra cultura. Se trata de ir combatiendo ideas que a mi juicio son tóxicas (...). Para mí, la verdadera igualdad es ante la ley y ante las oportunidades, pero yo no creo en el colectivismo por el que todos somos iguales y tenemos que ser tratados como rebaño».
Ayuso conjugó en su discurso el elogio del esfuerzo con la atención al necesitado y el orgullo de ser madrileño con una visión cosmopolita. También incluyó un halago a los atascos al estilo de «la arruga es bella», algo que fue muy criticado en sus inicios: «Somos esa España con ganas que muestra al resto del país el camino de la convivencia, el respeto y la libertad», señaló. «Vivimos juntos, cómodamente incómodos en el tumulto, al primer rayo de sol estamos todos en la calle (...). Colas en los museos, colas en el cine, colas hasta en los semáforos de la Gran Vía».
Elías Bendodo, en el foro «El Debate con... Isabel Díaz Ayuso»

Elías Bendodo, en el foro «El Debate con... Isabel Díaz Ayuso»

Es ese ideario versátil el que le ha permitido ensanchar su base electoral cuando no llevaba ni dos años en el cargo, y el que le ha permitido juntar en una misma sala a ministros de Rajoy (Ana Pastor o Rafael Catalá) con miembros de la actual directiva, como Elías Bendodo.
Tampoco faltó Esperanza Aguirre, que siguió su discurso con un punto de arrobo materno.
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