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Panorámica de La Albufera de ValenciaEl Debate

Comunidad valenciana  El «ecologismo de salón» de Puig y Compromís pone en riesgo la Albufera de Valencia

La falta de dragado ante el aumento de sedimentos está poniendo en peligro la fauna y flora del Parque Natural

El Parque Nacional de la Albufera es uno de los lugares más icónicos de la Comunidad Valenciana. Locales y visitantes no dudan en acercarse al lago para dar un paseo en barca ataviados con el clásico sombrero de paja entre los arrozales para terminar degustando cualquier tipo de arroz de la Denominación de Origen Albufera o el típico allipebre, una 'caldereta' de pescados en cazuela de barro donde no puede fallar la anguila autóctona.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce; la situación que atraviesa la Albufera ha pasado de ser preocupante a límite. La estampa idílica de postales y selfies dista mucho del día a día que viven agricultores, cazadores y pescadores de la zona.
Uno de ellos es el responsable de la sectorial del arroz de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-AVASAJA), José Pascual Fortea. Para él, el principal problema de la Albufera radica en la falta de dragado de las aguas.

Sedimentos acumulados

Al respecto, el agricultor explica que con el paso de los años se han acumulado «gran cantidad de sedimentos» que han hecho que el nivel del agua «suba mucho», lo que está afectando a la flora y a la fauna de la zona. «No tanto en la calidad, pero sí nos estamos viendo perjudicados porque tenemos menos cantidad de superficie para sembrar el arroz», apunta Fortea.
Asimismo, el responsable de AVA-ASAJA señala que como consecuencia de esa falta de dragado también se ven perjudicados los pescadores de la zona de El Palmar, donde está ubicada la Albufera. «En varias zonas hay tantos sedimentos que las barcas no pueden salir y se han de quedar paradas», lamenta Fortea.

Atardecer en La AlbuferaGordonK

En el mismo sentido, el arrocero indica que el aumento de los sedimentos conlleva un detrimento importante para la flora y la fauna, puesto que 'ahoga' a las plantas y a los peces al dejarlos «sin oxígeno», lo que es sinónimo de una importante «mortandad de la biodiversidad». A este fenómeno se le conoce como anoxia.

«No consultan a los expertos»

En el ámbito político, la situación de la Albufera tampoco es sinónimo de felicidad. De este modo, la portavoz de Medio Ambiente del Partido Popular en las Cortes Valencianas, Elisa Díaz, coincide con Fortea en el problema que supone la enorme cantidad de sedimentos que se agolpan y aboga por el dragado como solución.
No obstante, Díaz reprocha al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y a su consellera del ramo, Mireia Mollá (Compromís) su «dejadez» a la hora haber permitido que se haya llegado «a esta situación». Si bien reconoce que hay zonas que contienen sedimentos «contaminantes», la diputada popular asegura que se sabe «perfectamente dónde y cómo actuar».

El nombre de la Albufera proviene del árabe al-buhayra, que significa «el pequeño mar»Europa Press

Además, Díaz y Fortea advierten de que la subida de estos sedimentos también está teniendo efectos perjudiciales en la fauna de la Albufera. Al respecto, señalan que el «descontrol» sobre las especies de la zona puede hacer que lleguen otras «que puedan ser peligrosas para las autóctonas».

Sánchez y Puig

Curiosamente, Díaz también indica que la «superpoblación» de dichas especies autóctonas «también puede ser perjudicial» y pone el ejemplo de las cabras montesas y la importancia de los cazadores: «Siempre ayudan al control y no lo están permitiendo, lo que, entre otras cosas, está haciendo que muchas aves se comen las semillas y se están perdiendo cosechas enteras», dice Díaz.

Muchas promesas, pocos euros

El impacto medioambiental está íntimamente unido a la derivada política. Fue el propio Puig quien entre 2020 y 2021 se comprometió a realizar una inversión en la Albufera de Valencia de seiscientos millones de euros de los casos, únicamente habría ejecutado cinco. Es decir, ni el uno por ciento de lo prometido y previsto. Es más, en las cuentas públicas para 2022, el presidente valenciano obvió por completo cualquier aportación al Parque. Como si no existiera.
En teoría, algunos de esos millones estaban dirigidos a dragar el Parque. Sin embargo, entró en escena el sectarismo. A partir de ahí, un partido que enarbola la bandera del ecologismo como es Compromís se ha negado «sistemáticamente» a fomentar el dragado en la zona: «No escuchan a los expertos ni a los agricultores; se creen que tienen la verdad absoluta», afirma Díaz.
Sin dejar de ser igualmente clarificador, Fortea no se queda atrás: «Nos prometen millones y que lo van a hacer, pero luego vemos cómo los millones de Europa se van para otras cosas cuando esto es necesario».
Versión similar tiene el diputado de Vox en las Cortes Valencianas, José Luis Aguirre: «La Albufera necesita más pronto que tarde un adecuado dragado de sus fondos que permita el desarrollo de nuestras especies propias».
Con tal de conseguirlo, Aguirre señala que el Parque ha de recibir «las inversiones que merece y que el Gobierno de Puig escatima a los valencianos».
Con todo, el parlamentario de Vox concluye asegurando que el gran problema de este gran paraje son las inversiones prometidas y no realizadas: «Es dejarlo a los pies de los caballos y destrozar el esfuerzo y los planes que cuidadosamente hemos estado llevando a cabo los valencianos», señala Aguirre.

Antecedentes con los burros

Para Díaz, la gestión en torno a la Albufera responde a la política de «ecologismo de salón» que lleva a cabo el tripartito de izquierdas que gobierna la Generalitat Valenciana.
Pero este caso no es el único en que el Gobierno valenciano se ha visto envuelto en polémica. En octubre de 2021, la consellera Mollá tuvo la idea de combatir los incendios forestales con burros.
Así pues, y aupada con el entusiasmo ecologista que caracteriza a Compromís, no tardó apenas nada en formalizar un programa mediante el que, sin consultar previamente a colectivos implicados, enviaba a cincuenta asnos a los montes de Castellón, abandonándolos a su suerte, como si de bomberos profesionales se tratara. El resultado fue que diez de ellos murieron de inanición y el resto se encontraron, al borde del fallecimiento, en claro estado de desnutrición.