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Cristóbal Montoro, perfil

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El Perfil

Montoro, el enemigo número 1 de casi todo el mundo

La mejor cortina de humo para Pedro Sánchez

Cristóbal Montoro Romero (Jaén, a punto de cumplir 75 años) se afilió al PP hace 27 años. Esta semana ha entregado el carné en Génova. Una investigación en el juzgado número 2 de Tarragona, sorprendentemente secreta durante ocho años, generó un titular con el que España se reencontraba con un viejo conocido: «Montoro, imputado por presuntamente aprovecharse de su cargo para aprobar leyes que beneficiaban a empresas gasísticas, clientes de un despacho de abogados que fundó», rezaba el urgente que llegó a nuestros teléfonos. Junto al jienense, imputado por siete delitos, el magistrado investigaba a miembros de sus equipos, que acompañaron al exministro en sus dos etapas como titular de Hacienda: entre 2000 y 2004 con José María Aznar y entre 2011 y 2018 en el Gobierno de Rajoy.

La resurrección de Montoro ha destapado el tarro de las peores esencias políticas, aquellas que recogen las supuestas malas prácticas de un servidor público, el ajuste de cuentas de antiguos compañeros de partido y una ejecutoria discutible, basada en usar un instrumento implacable como es la Agencia Tributaria contra aquellos a los que consideraba sus enemigos. Cuando todo el mundo le daba por amortizado y cerrada su carrera, el juez Rubén Rus guardaba un material radiactivo contra el enemigo número 1 de media España, que no solo ha hecho las delicias del gobierno para tapar su corrupción, sino que ha permitido a muchos compañeros del que fuera jefe de la Agencia Tributaria cobrarse cuentas pendientes.

El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro ante la comisión de Investigación sobre la denominada ‘Operación Cataluña’

El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro ante la comisión de Investigación sobre la denominada ‘Operación Cataluña’Europa Press

Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Autónoma, Montoro es el rostro más representativo, junto a Rodrigo Rato, de la política económica del Partido Popular durante dos décadas. En los años ochenta, siendo profesor especializado en Hacienda, fue nombrado director del Instituto de Estudios Económicos y se convirtió en un referente del pensamiento liberal para la CEOE, al igual que Luis de Guindos. El PP lo reclutó con el objetivo de reforzar su área económica. Montoro dio así el salto al Congreso en las elecciones de 1993. Cuando ganó Aznar pasó a ser secretario de Estado de Rato y en 2000, con la mayoría absoluta, ascendió a ministro, cargo que ocuparía cuatro años hasta que el PP perdió las elecciones ante Zapatero.

Dos años después de esa salida traumática del poder, Montoro funda una asesoría fiscal llamada Montoro y Asociados que, en 2008 —cuando el exministro la abandona porque vuelve a ser diputado—, pasa a denominarse Equipo Económico. Una vez pasados los dos años de incompatibilidad, el político andaluz se rodea de parte de su equipo en el Ministerio e inicia una aventura empresarial que hace saltar las alarmas. Eso sí, cuando en 2011 repite como ministro de Hacienda en el gobierno de Mariano Rajoy, ya lleva tres años desvinculado de ese despacho de asuntos públicos, que hoy es el origen de sus problemas. Pero la dirección de la empresa queda en manos de su hermano y más delante como CEO de las de Ricardo Martínez Rico, hermano de Felipe Martínez Rico, que había sido su primer jefe de gabinete y secretario de Estado. Hoy, el instructor cree que su presencia en el Gobierno puede haber sido crucial para beneficiar a las empresas que contrataron esa asesoría.

Montoro ha apuntado la necesidad de "ayudar fiscalmente" para mejorar la capacidad adquisitiva

Montoro ha apuntado recientemente la necesidad de «ayudar fiscalmente» para mejorar la capacidad adquisitivaEuropa Press

En esa segunda etapa política, su gestión estuvo marcada por la terrible crisis económica y los recortes, consecuencia del déficit dejado por Zapatero, con una prima de riesgo superior a los 700 puntos. Fue también Montoro el artífice de la polémica amnistía fiscal de 2012, que el TC anuló por defectos formales. Entonces, esta controvertida decisión le enfrentó a un grupo de ministros amigos personales de Rajoy, englobados en el llamado G-8, entre los que se contaban García Margallo, Fernández Díaz y José Manuel Soria, que mantenían discrepancias con los que entonces se conocían como «sorayos», los fieles a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría: Montoro a la cabeza. Tampoco se llevó bien con Luis de Guindos, con el que compartía la bicefalia económica. Sus polémicas fueron portadas de periódicos durante años. En 2015, en una entrevista en El Mundo, sacudió sin piedad a muchos de sus compañeros: De Aznar dijo que «no puedo admirar a quien se dedica al business y da lecciones desde fuera. Si quieres ayudar, entra al quirófano, si no, no molestes». A Rato le preguntó «¿cómo alguien de tu renta puede usar una black para ahorrarse unos miles de euros?» y de Margallo, insinuó que era «rehén de su propia arrogancia intelectual». No dejó títere con cabeza.

Eso sí, el que se convirtió en el ministro más todopoderoso del PP tuvo el acierto de aconsejar a Rajoy -contra la opinión de otros compañeros de Gabinete- que el Gobierno no pidiera el rescate a Europa y perdiera la soberanía económica como le pasó a países como Grecia, Portugal o Irlanda. Con el paso del tiempo, se demostró que aquella decisión, que evitó la intervención de los hombres de negro, fue la acertada para España. Pero Montoro pasó a ser el rostro impopular de las subidas de impuestos y los recortes, el que ajustó el sector público y liberalizó la economía. A cambio, se hizo con las riendas del control presupuestario, impulsó leyes de estabilidad y obligó a Ayuntamientos y autonomías a que cumplieran estrictas normas fiscales, lo que le procuró duras críticas por parte de los barones populares. Una de ellos, Esperanza Aguirre, denunció entonces que premiaba a las regiones que no cumplían y castigaba a Madrid, que sí era rigurosa. La expresidenta fue y es una vieja enemiga del hoy imputado. A él le culpa de filtrar para perjudicarla su expediente fiscal en plena campaña a las elecciones autonómicas de 2015. Ya en 2016 dijo que en un país anglosajón Montoro no sería ministro por la revelación de su declaración de la Renta o los datos fiscales de Aznar —que se filtraron con décimas, según Aguirre. La exdirigente madrileña también afeó al hoy investigado que subiera los impuestos a las clases medias, incumpliendo una promesa electoral del PP. No obstante, después de 2015, y con la crisis superada, Montoro intentó corregir esa política y rebajó el IRPF.

Las turbulencias económicas le llevaron, según sus fieles, a perder el buen talante y mostrarse crispado. De aquella época se recuerdan las amenazas del jefe del fisco a gremios de actores, cantantes, periodistas y políticos ante los que ostentaba su capacidad para hacerles daño gracias al acceso directo a sus datos tributarios. El periodista de ABC, Javier Chicote, ha contado cómo sobre él, que había destapado las irregularidades de la empresa hoy investigada, se hizo un informe en el que se investigó a toda su familia; el comunicador Carlos Alsina también ha referido un encuentro con el ministro en el que se vertieron amenazas. Y no son, ni mucho menos los únicos. Ahora, la Agencia en manos de María Jesús Montero ha puesto en conocimiento del juez de Tarragona una relación de correos remitidos por el exdirector tributario en tiempos de Montoro, Santiago Menéndez, con el contenido de esos datos legalmente protegidos. Entre ellos, los de Esperanza Aguirre, la baronesa Thyssen, Rafael Nadal y Josep Piqué.

Uno de los grandes problemas que tiene Montoro es que no cuenta con muchos amigos ni dentro ni fuera de su partido. Son poderosos y señalados los enemigos que se ha granjeado. El propio Rodrigo Rato es uno de ellos, que le acusa de ser el filtrador y el responsable de aquella célebre entrada y registro en su domicilio que precedió a su caída a los infiernos (y a una celda de Soto del Real). Ante el Supremo y en el último turno de palabra hace un año durante el juicio que se sigue contra él volvió a cargar contra Montoro al que sitúa en la filtración a la prensa y en aquel registro, con la imagen de los agentes obligándole a agachar la cabeza para que entrara en el vehículo. Para el expresidente de Bankia, todo está escrito en las comunicaciones intervenidas a Montoro, de las que se desprende que éste preparaba una investigación contra él. Habrá que ver, si finalmente se vuelca el contenido de un correo que aparece como «aromero» (segundo apellido del exministro), y que se especula con que sea del propio Montoro, si Rato tiene razón.

Acusado hoy de cohecho, fraude contra la Administración, prevaricación, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas, corrupción en los negocios y falsedad documental, el que fuera cerebro fiscal del PP se ha defendido esgrimiendo que es parte de una cruzada del Gobierno para ocultar sus propios casos de corrupción. Lo último que supimos de él, antes de que se levantara el secreto del sumario por el que se le investiga, es en abrir de 2024 cuando acudió al Congreso para testificar en la comisión de investigación sobre la denominada operación Cataluña, donde recordó a los nacionalistas que lo único que hizo el Gobierno al que pertenecía fue «pagar la factura de la sanidad, la educación y la protección social, pagar lo que no estaba pagado, porque había políticos en Cataluña que no tenían que preocuparse porque tenían unas cuentas abundantes en un país vecino, Andorra». Ahora todos sus enemigos quieren personarse en la causa contra él: desde los separatistas hasta Juan Carlos Monedero. Montoro es el enemigo número 1 de casi todo el mundo y la mejor cortina de humo para Pedro Sánchez.

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