El alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, durante el primer encierro de Sanfermines el pasado 7 de julio
El alcalde de Pamplona, de Bildu, multa a un hombre por increparle pese a tildar de «represión política» esas sanciones
Cuando miembros de la izquierda abertzale increparon al exregidor Enrique Maya, de Navarra Sumar, en 2022, Joseba Asirón acusó a este partido de «censurar la crítica política» y querer «abrir una caza de brujas»
El Ayuntamiento de Pamplona, que dirige Joseba Asirón, de EH Bildu, concretamente la Concejalía de Seguridad y Convivencia Ciudadana, ha incoado un expediente sancionador contra una persona que increpó al regidor durante la procesión de San Fermín, el 7 de julio, con una multa de 12.000 euros.
Tal como recoge el diario Navarra Confidencial, en la resolución se señala que dicha persona fue identificada y denunciada por los agentes municipales por estar «increpando e insultando al Alcalde, mostrando una actitud violenta, intentando romper el cordón policial de protección a la Corporación municipal para llegar a la persona del Alcalde», pero lo impidieron agentes de la Policía local, y se creó "una situación de tensión, riesgo y alteración del orden público en un acto de masiva afluencia de público».
Como recuerda el citado medio navarro, cabe recordar que Asirón habló en su día de estas sanciones como «multas políticas». Cuando numerosos simpatizantes de la izquierda abertzale en esa misma procesión increparon en 2022 al entonces regidor de Pamplona, Enrique Maya, de Navarra Suma (la coalición de Unión del Pueblo Navarro, Ciudadanos y PP), y a la corporación municipal, llegándoles a lanzar objetos, el representante de Bildu acusó a esta coalición de «activar la máquina de la represión política al calor de la ley mordaza».
«Tenemos que denunciar por tanto que estas son unas multas políticas, al dictado de Navarra Suma, una actitud que se aleja completamente del deseo general de mejorar las condiciones de convivencia y que quiere sancionar y censurar la crítica política», continuó, y expresó que veía inadmisible «aprovechar lo sucedido» con esos incidentes para «abrir una caza de brujas» con unas multas que describió como «exorbitadas y provocadoras» y de las que dijo que solo satisfacían «las ansias de venganza política».