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Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, con el empresario Juan Carlos BarrabésEdición: Ángel Ruiz

Investigación

Cenas en Benasque y vacaciones en los Pirineos: así nació la amistad de Sánchez y su mujer con Barrabés

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, forjó su amistad con el empresario Juan Carlos Barrabés hace más de una década. El libro La Sagrada Familia de Alejandro Entrambasaguas revela que ese vínculo personal se gestó en una cena en un chalet en Benasque (Huesca), un enclave del Pirineo conocido por el esquí y la montaña. Allí, entre almuerzos en un chalet de lujo, cenas en restaurantes de prestigio y vacaciones, comenzó una relación que pasaría de lo privado a lo político. A raíz de la carta de recomendación redactada por Begoña Gómez, esposa del presidente, varios ministerios le adjudicaron contratos por más de 15,6 millones de euros.

La conexión se produjo en la temporada de esquí de 2014. Sánchez y su mujer pasaban sus vacaciones navideñas en Cerler y, a través de Félix Jordán de Urríes, dirigente socialista aragonés al que el presidente nombró después director de la Fundación Deporte Joven, tal y como desveló El Debate hace dos años, conocieron a Barrabés. «El almuerzo se celebró en una casa de la urbanización Linsoles, una de las más exclusivas de la zona, y desde el primer momento hubo química», relata el libro. La conversación giró en torno a la digitalización y el emprendimiento, marcando el inicio de una relación que pronto trascendió lo personal.

La afinidad se reforzó días después. «Unos días después de esa comida, Sánchez, su esposa y Barrabés volvieron a reunirse en un restaurante local de referencia en Benasque, donde cenaron con complicidad». Desde entonces, las reuniones en el Pirineo se hicieron habituales. Paseos por el valle, sobremesas y cenas largas cimentaron una amistad que pronto se trasladó a los despachos del poder. Aquella cercanía tuvo reflejo en la política. Según el libro, «el nombre de Barrabés empezó a aparecer en adjudicaciones y en foros organizados por la administración, siempre vinculado a proyectos de innovación digital». En julio de 2020, cuando Gómez firmó la carta en favor del empresario, esa amistad ya llevaba años forjada en los Pirineos.

Uno de los episodios más reveladores ocurrió el 2 de julio de 2020, el mismo día en que Begoña Gómez firmaba la carta de recomendación que permitiría a Barrabés presentarse con ventaja a concursos de Red.es. Ese día, Barrabés publicó en Twitter una fotografía desde su casa en Benasque con el mensaje: «En Benasque, con fresco y verde. La naturaleza sigue enorme ahí fuera». El comentario fue respondido por David Cierco, entonces director de Red, la entidad que debía decidir la adjudicación de los contratos. Cierco contestó públicamente: «Wow, qué recuerdos, Carlos. A ver si me organizo para volver. Abrazo fuerte». La interacción reflejaba una relación personal entre el decisor de los contratos y el empresario que finalmente resultó adjudicatario de 10,2 millones de euros.

La red de amistades benefició directamente a Jordán de Urríes, monitor de esquí de Sánchez, al que el jefe del Ejecutivo nombró director de la Fundación Deporte Joven, dependiente del Consejo Superior de Deportes (CSD). Desde allí gestionó, entre otros, un contrato de un millón de euros adjudicado a la empresa de Barrabés para un programa de innovación deportiva. En cambio, su carrera política terminó de forma abrupta. El pasado 18 de septiembre, presentó su dimisión tras volver de vacaciones. La razón fue el informe remitido por la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) a la Fiscalía Europea que documentaba irregularidades en los contratos de 10,2 millones otorgados a Barrabés tras la carta de recomendación de Gómez.

Según fuentes de su entorno, Jordán había recibido el chivatazo desde Hacienda de que el informe sería «demoledor» y trasladó a los suyos que quería irse «antes de que estallara la bomba». Aunque le pidieron resistir unas semanas más, acabó dimitiendo en la tercera semana de septiembre, temeroso de quedar atrapado en el escándalo. La cercanía entre Sánchez y Barrabés se evidenció en 2021, durante un acto en Zaragoza, cuando el presidente citó al empresario como referente de la innovación digital en España. Para Sánchez, representaba la modernización que su Gobierno quería proyectar, un gesto que consolidaba la visibilidad de Barrabés como interlocutor privilegiado.

No todos en el círculo presidencial compartían esa cercanía. El libro recuerda la figura de Iván Redondo, exjefe de Gabinete de Sánchez, que conocía a Barrabés desde su etapa en Extremadura. «Redondo desconfiaba de la relación entre Begoña Gómez y Barrabés y advirtió del riesgo que suponía mantenerlo tan cerca de La Moncloa», señala. Consideraba que aquella relación podía convertirse en un problema político de primera magnitud, pero sus advertencias fueron ignoradas. Finalmente dimitió.

Los años y la investigación judicial trasladaron aquella amistad al terreno de la sospecha. Cuando Barrabés declaró ante el magistrado Juan Carlos Peinado, titular del Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid, su testimonio estuvo plagado de evasivas. «No lo sé. Ahora mismo no me acuerdo de eso. Me extraña mucho», respondió en varias ocasiones al ser preguntado por sus visitas a Moncloa o por sus reuniones con Gómez, que tuvieron lugar en, al menos, seis ocasiones. El libro remarca que «el contraste entre la cercanía de las cenas en Benasque y la amnesia en sede judicial resulta evidente». Y concluye: «La relación entre Sánchez, Begoña Gómez y Barrabés comenzó como un vínculo personal en los Pirineos pero derivó en un caso de Estado marcado por contratos públicos, cartas de recomendación y sospechas de corrupción».

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