Pedro Sánchez y María Jesús Montero, sonriendo al final del Pleno
Alivio en la Moncloa
Podemos se deja las garras en Galapagar y regala una doble victoria al Gobierno con un toque surrealista
Los morados salvan el embargo de armas a Israel y la Ley de Movilidad Sostenible. En el primer caso, a cambio de nada. En el segundo, a cambio de un acuerdo con Puente que éste descafeinó a la salida
El Gobierno salvó este miércoles un Pleno que se le había puesto a cuesta arriba gracias a que Podemos aflojó y permitió la convalidación del real decreto ley del embargo de armas a Israel y la Ley de Movilidad Sostenible. Dos de dos. María Jesús Montero salió del hemiciclo con una sonrisa de oreja a oreja, como el resto de los diputados del PSOE. «Vamos sacando todo», se felicitó, con gesto de alivio.
A la votación incluso acudió Pedro Sánchez, que no había estado en ninguna desde que comenzó el nuevo periodo de sesiones. Porque esta vez sí tenía una medalla que colgarse, no como cuando en septiembre cayeron la reducción de la jornada laboral y la proposición de ley del PSOE y Junts para delegar las competencias en materia de inmigración a Cataluña.
Se suponía que los morados iban a enseñar las garras y, sin embargo, se las dejaron en Galapagar. Votaron a favor del real decreto ley del embargo a cambio de nada, más allá del compromiso de que se tramitará como proyecto de ley. Una engañifa del Ejecutivo que nadie -empezando por Podemos- se cree, puesto que actualmente hay otros 19 decretos leyes durmiendo ese mismo sueño de los justos, sumidos en una espiral infinita de ampliaciones del plazo de enmiendas. De hecho, bastaba con que se abstuvieran, y aun así votaron a favor porque no querían arriesgarse a que la norma fuera derogada por alguna ausencia de última hora en el hemiciclo, según fuentes de la dirección consultadas por El Debate.
En la Ley de Movilidad Sostenible, los cuatro diputados de Podemos se abstuvieron. Ello después de que Ione Belarra llegara a un acuerdo in extremis con el ministro de Transportes, al margen del contenido de esta ley, que la propia líder de Podemos vendió como un gran triunfo político, pero que Óscar Puente se encargó de descafeinar.
Según Belarra, gracias a ellos las obras de ampliación del aeropuerto de El Prat se aplazarán hasta, al menos, 2031. Sin embargo, el ministro compareció después del Pleno para aclarar que el acuerdo con Podemos no cambia nada los plazos, porque ya estaba previsto que la ampliación no empezara antes de ese año y ahí seguirá siendo. El Documento de Ordenación y Regulación Aeroportuaria (Dora III) para el periodo 2027-2031, que está elaborando Transportes, recoge únicamente para ese periodo actuaciones de naturaleza ambiental y de otro tipo previas a la ampliación, no las obras en sí. ¿Entonces? «Para Podemos era muy difícil decir que no a esta ley y han buscado a una salida», opinaron fuentes gubernamentales. La única novedad, según el titular de Transportes, es que habrá nuevas exigencias medioambientales para un proyecto que ya viene muy condicionado por su impacto en la zona.
El resultado de esta segunda votación fue de 174 votos a favor, 170 en contra y cuatro abstenciones. Por surrealista que parezca, uno de los que más motivos tenía para alegrarse de la abstención de Podemos era un diputado del PP. Concretamente, el secretario tercero de la Mesa del Congreso, Guillermo Mariscal. Éste se encuentra de luna de miel. El martes solicitó el voto telemático para este Pleno, pero le fue denegado porque el viaje nupcial no entra entre los supuestos en los que un diputado puede votar sin estar presente.
Si Podemos votaba que no a la ley, que fue lo que pareció durante parte de la tarde, se abría la seria posibilidad de que el Gobierno la sacara adelante por la ausencia de Mariscal. Lo que habría emulado a aquel Pleno loco de la legislatura pasada en el que el error del diputado del PP Alberto Casero permitió a Yolanda Díaz aprobar la reforma laboral. Finalmente, Belarra salvó al Gobierno… y a Mariscal, porque, aunque el viaje estaba autorizado por el grupo parlamentario popular, el enfado en el PP era ostensible.
Incluso tenían el contraataque preparado: a ver por qué -dijeron los populares- a Mariscal no se le ha permitido votar telemáticamente y sí se le permitió al vicepresidente primero de la Mesa, el socialista Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, cuando el 28 de mayo viajó a Polonia para asistir a la final del Betis en la Conference League. Entonces, Rodríguez argumentó que iba al palco en representación institucional… y coló. Pero es que, además de bético, él es del partido que manda en la Moncloa y en la Cámara Baja.