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El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor TorresEl Debate

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Ángel Víctor, torres más altas han caído

A esto ha llegado el sanchismo: a tener que escuchar cómo un ministro del Reino de España se alegra de que no le hayan pillado en un piso de Atocha de faena con las meretrices que repartía un portero de clubes

Está contento el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres Pérez (Arucas, Las Palmas, 59 años). Ha visto pasar una bala sobre su cabeza en forma de informe de la UCO y cree haber esquivado definitivamente los disparos. Su imputación obligaría a elevar el caso al Tribunal Supremo, al ser forado. Por eso, tanto la Fiscalía Anticorrupción como la Guardia Civil van con pies de plomo. Pero el foco se le acerca peligrosamente. En su comparecencia del martes se ufanaba de que no había prostitutas, ni pisos, ni chanchullos en las indagaciones. A esto ha llegado el sanchismo: a tener que escuchar cómo un ministro del Reino de España se alegra de que no le hayan pillado en un piso de Atocha de faena con las meretrices que repartía un portero de clubes. Habrá que felicitarle. Pero las barbas de Santos Cerdán estaban intactas la mañana del pasado 12 de junio y terminó con ellas peladas y cenando el rancho en Soto del Real. Sobre todo, porque de la investigación a Torres solo se han conocido las primeras 87 páginas de un documento de 353 que ultima la policía judicial que trabaja a las órdenes del juez Puente. Puente el bueno. Leopoldo.

El exbarón canario representa la quintaesencia de este régimen. Fue a sede parlamentaria, mintió, se aprovechó de las expectativas que creó su caso y terminó celebrando lo que no decía el informe de la Benemérita sobre él y callando lo que sí dijo: gravísimo y de destitución inmediata. Un rasero moral propio del sanchismo. En el Senado sostuvo en tres largas comparecencias en la comisión de investigación que no tenía trato con Aldama, el mismo que le acusaba de disfrutar de un piso con chicas en Madrid, y que la relación con Koldo era «anecdótica». Mentir ante una comisión parlamentaria está penado, según el artículo 502.3 del Código Penal, con prisión de seis a un año o multa de 12 a 24 meses. Vox le va a denunciar y el PP ya ha reclamado de nuevo su presencia en la Cámara Alta; a ver si dice la verdad para variar.

Hoy sabemos que, como mínimo, almorzó en la capital con el conseguidor de la trama el 15 de julio de 2020 para gestionar los pagos de la contratación de emergencia de material sanitario a Soluciones de Gestión, la mercantil de los encausados, y con el «anecdótico» lugarteniente de José Luis Ábalos se cruzó más de un centenar de mensajes. Y qué mensajes. Unos intercambios que solo cuando guardas una relación muy familiar con alguien –y además eres de naturaleza ordinaria– puedes mantener. De hecho, Koldo hasta se dejaría violar por él –sostenía con sorna en las comunicaciones interceptadas– si conseguía las adjudicaciones de sus mascarillas fake y el ministro se desahogaba contra el entonces ministro de Sanidad: «¡No hay p… manera con Illa! Quiere un enfrentamiento y mañana lo tendrá». Hasta el canario llegó a compararse con otros dirigentes regionales: «Si quiere que sea un Page, un Lambán o un tocahuevos pues será por tíos como Illa».

Ese 15 de julio Torres se cruza correos con el aizkolari de Pedro Sánchez para avisarle de su presencia en la capital e indicarle que iba a cenar con Ábalos. «Te tengo que ver para tema facturas», añadió, según el informe de la UCO. Después el ministro le indicó al navarro que ya había dado «orden de pago». «Hoy dormiré mejor», aseguró. ¿Y por qué tanto ímpetu por doblar la voluntad del hoy presidente catalán? Pues es evidente: el hoy ministro de Memoria Democrática, sometido a una presión incesante para que pagara a las empresas de Aldama, intentaba por todos los medios eliminar todas las trabas que encontraba la organización criminal para embolsarse 12 millones de euros (que al final entraron en la buchaca de los chicos de Ábalos) en lo peor de la pandemia, colocándole al Estado (aeropuertos, etc…) mascarillas y test de antígenos malos y caros. Rudolph, como le llamaban los integrantes de la trama al expresidente autonómico, podía haberse zafado de la presión, pero sucumbió a ella e incluso implicó a su entonces mano derecha y viceconsejero, Antonio Olivera. Hoy ese alto cargo ha dimitido. Sabemos ya que Torres se reunió con Pedro Sánchez en Moncloa el pasado verano y le trasladó que «no descarto que alguien cobrase», en referencia a Olivera. Un posible tráfico de influencias, con el ministro como pieza fundamental, sobrevuela en la investigación.

Torres, que jugó en el equipo de futbol del Arucas, lo ha sido todo en la política canaria. Concejal, alcalde, jefe de la oposición, vicepresidente primero y presidente en 2019 hasta que, en las elecciones de 2023, un acuerdo entre la Coalición Canaria de Fernando Clavijo, hoy su sustituto en el Gobierno canario, y el PP le desalojaron del poder, tras haber ganado las autonómicas. Cuando perdió la presidencia, Sánchez quiso recompensarlo incluyéndolo en las listas nacionales del 23 de julio, pero Torres prefirió quedarse unos meses en la oposición canaria y desde allí rindió servicios cruciales a su jefe, convenciendo a los partidos del archipiélago para que apoyaran su investidura. Luego vendría el Ministerio y el aforamiento.

Así que en noviembre del año pasado tuvo que abandonar su residencia canaria e instalarse en Madrid, aunque pocos días a la semana. Los medios que han analizado su agenda han comprobado que más de sesenta días de lo que va de año los ha pasado en su tierra, haciendo coincidir sus fines de semana con actos políticos, que no institucionales, en su adorada Gran Canaria. Suele tener una nutrida agenda autonómica los jueves, viernes y lunes, lo que le permite pernoctar los fines de semana largos en su casa. Allí tiene a su mujer, psicóloga de profesión y con cargo en el Ayuntamiento de Arucas, donde se conoció la pareja, y a su único hijo.

En su misión de desenterrador de fantasmas, el ministro sigue dedicando gran parte de su tiempo a la llamada Memoria Democrática. Así que este fin de semana ha viajado a Francia para homenajear al expresidente de la República, Manuel Azaña, y al exilio español. Allí acaba de sentenciar sobre el político alcalaíno muerto en la ciudad francesa de Montauban: «Encarnó la dignidad de todo un país». No es precisamente su caso.

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