Uno de los detalles de la sacristía de la cartuja de Granada
Granada
El monasterio cartujo que contiene «la sacristía barroca más bella del mundo»
Los desacuerdos entre el Gran Capitán y el prior provocaron que la construcción
se alargará cerca de tres siglos, por la falta de recursos monetarios
Fue catalogado ya como Monumento histórico-artístico, perteneciente al Tesoro Artístico Nacional, en el lejano año de 1931. El monasterio, mezcla de diversos estilos artísticos, como resultado de un largo proceso constructivo que duró cerca de tres siglos, está considerado una auténtica joya del arte barroco. Es más, sus virtudes artísticas han llevado a algunos expertos a asegurar que el lugar alberga «la sacristía barroca más bella del mundo».
El Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción, más conocido en Granada como el Monasterio de la Cartuja, inició su construcción en 1516, bajo un proyecto inicial del arquitecto Fray Alonso de Ledesma, que no se concluyó de forma definitiva hasta tres siglos después, por la escasez de recursos pecuniarios debido a los desencuentros entre el segundo prior del monasterio y el Gran Capitán, mecenas inicial de la obra, que finalmente retiró su apoyo al cambiarse el lugar de emplazamiento: «Si ellos mudan de sitio, yo no estoy obligado a guardar mi propósito».
La Cartuja de Granada estuvo habitada hasta 1835, momento en que los monjes fueron expulsados del lugar, tras la desamortización de los bienes eclesiásticos decretada por el ministro liberal Mendizábal. A causa de esta, apenas siete años después fueron destruidos el claustro y las celdas de los monjes, sufriendo la casa prioral, poco después, la misma infausta suerte.
La iglesia es, sin duda, una de las grandes joyas del monasterio. Su construcción se dilató casi un siglo en el tiempo, después de que el arquitecto Cristóbal de Vílchez iniciara las obras, a mediados del siglo XVI. La nave, dividida en tres tramos, cuenta con una extraordinaria decoración en la que destacan las pinturas de los maestros barrocos Sánchez Cotán y Bocanegra. También hay otras, de gran valor artístico, en el refectorio y en la sala capitular, donde se exponen cuadros de Vicente Carducho.
Lugar de más valor simbólico y artístico
El lugar de mayor valor simbólico y artístico del templo es el sagrario. En él se fusionan arquitectura, escultura y pintura para conformar una obra magistral que, según los expertos, no tiene parangón en ningún otro rincón de Europa. Allí, Hurtado Izquierdo se rodeó de los mejores canteros, escultores y pintores, para dar lugar a una obra única. La riqueza de los materiales utilizados provoca una gran teatralidad y un fuerte impacto visual con el que intenta transmitir al espectador un profundo sentido religioso.
Finalmente, nos sorprende por su amplitud, que supera cualquier lógica funcional, la sacristía del monasterio. Jugando con la luz como elemento esencial, en su decoración utiliza mármol de color rojizo, yesería labrada -combinando formas abstractas y geométricas-, carpintería y pintura.
En suma, la exquisitez y la sabia combinación de los elementos decorativos, convierten a este lugar en un auténtico descubrimiento para los ojos y la sensibilidad del visitante. Hace unos meses, en un conocido portal de viajes, uno de los usuarios escribió un inspirado comentario en el que definía al lugar como un «éxtasis barroco», asegurando al tiempo, con toda la razón, que «no hay un centímetro sin decoración, pero forma un conjunto perfecto y sublime».