«Zambra de gitanos», cuadro de Jules Rougeron, pintado en 1871
Cádiz
Seis siglos «sin guetos ni marginación»: cómo llegó a ser Jerez la tierra prometida de los gitanos
Los romaníes aparecieron a mediados del siglo XV en la que es hoy «la ciudad más gitana del mundo»
Se les suponía venidos de Egipto, por lo que en los documentos antiguos se encuentra a menudo la denominación «egipciano» o «egiptano», que da origen al término actual. Hoy se sabe que los gitanos —conocidos también como «cíngaros» o «bohemios»— provienen con gran margen de probabilidad del norte de la India.
Hacia el siglo XI salieron de su región de origen y se dispersaron por el mundo. A la Península, donde acabarían conformando la etnia «caló», según división de los propios romaníes, llegaron hace ahora 600 años, en 1425. El Archivo de la Corona de Aragón cuenta con un «Salvoconducto para un romaní», llamado Juan de Egipto Menor, fechado en esa época. Durante todo el siglo XV se hallan licencias de paso y de asentamiento para los gitanos.
Hacia mediados de siglo ya están en Andalucía, donde viven todavía la mayor proporción de ciudadanos de etnia gitana de toda la Península, y en Jerez. Allí, la llegada de los gitanos daría pie a una convivencia sin parangón, hasta dar con una identidad mixta que se refleja en el flamenco, la gastronomía, las fiestas y la personalidad de esta ciudad.
Empleados agrícolas o herreros
Juan de la Plata, flamencólogo y fundador de la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces, afirma que, a diferencia otros sitios «los gitanos nunca se sintieron marginados en Jerez, ni vivieron recluidos en exclusivos guetos, durante los cinco siglos que llevan asentados en esta ciudad en la que se sienten totalmente integrados». Hay evidencias de que la Gran Redada de gitanos en 1749 no afectó a esta zona.
Desde su llegada en el siglo XV, explica Juan de la Plata (La integración de los gitanos en la sociedad jerezana, Revista O Tchatchipen, 2009), «son bien acogidos por la sociedad jerezana, especialmente por la nobleza y los terratenientes, que los emplean en las labores agrícolas de sus campos, bautizándolos y dándoles sus nombres y apellidos, en la mayoría de los casos». Otros se dedicaron a la herrería para la ya entonces boyante industria del caballo.
Los estudiosos señalan que en los largos siglos de convivencia no se registró un choque racial, pese a las reales pragmáticas contra los gitanos. Muchos se establecieron en Jerez definitivamente tras la obligación dictada por Carlos III para empadronarse y fijar residencia. Fueron cientos y miles los que acudieron a Jerez al llamado de lo que se convirtió en una «tierra prometida».
Un «ejemplo de inclusión»
Así, «Jerez, tierra prometida de los gitanos», se titula un libro recién editado de Pepe Castaño que considera que la ciudad «constituye un ejemplo de inclusión que debe ser contado al mundo». Jerez ha premiado este año al pueblo gitano en el Día de Andalucía y ha ido sumando acto a los 600 años de la llegada de los romaníes a la Península.
Los días 18 y 19 tuvo lugar, inaugurado por la alcaldesa, el Congreso Internacional 600 años de Patrimonio y Cultura Gitana, que ha analizado el establecimiento de los gitanos en Jerez, la hibridación cultural y el éxito de un modelo de integración que ha resultado en «la ciudad más gitana del mundo».